domingo, 1 de mayo de 2016

La Primera Damita es de hierro


Nuestra Primera Dama: El taller clandestino, ubicado en la calle Hubac 5673 en el barrio de Mataderos hace tres años que trabaja exclusivamente para la firma Cheeky que actualmente dirige Juliana Awada, confeccionando pantalones para chicos, de esos que salen $280 para arriba cada uno. Los costureros están encerrados y para ir a hacer un simple mandado a la calle y traspasar la puerta de hierro, deben dejar una documentación como garantía de que no se escaparán, en algunos casos se les prohíbe salir con sus hijos. Los costureros están hacinados en cuartos muy pequeños con cama cuchetas. Y en esas mismas camas cuchetas deben comer, ya que carecen de mesas y sillas. Los niños de varios de esos costureros también están sometidos al encierro. Todos comparten un baño muy precario. La instalación eléctrica es precaria y entraña riesgo de incendio y los costureros aspiran polvillo de la tela todo el tiempo, exponiendose a enfermedades pulmonares como la tuberculosis. Cheeky ya había sido denunciada penalmente por el Gobierno de la Ciudad en el período de Jorge Telerman, la Defensoría del Pueblo y la Alameda en enero de 2007. En aquella oportunidad, se habían logrado inspeccionar varios talleres con costureros sometidos a la servidumbre. Lamentablemente un escandaloso fallo del ex Juez Federal Guillermo Montenegro, actualmente ministro de Seguridad de Mauricio Macri, sobreseyó a la firma que por la ley de trabajo a domicilio es solidariamente responsable de los talleres donde manda a confeccionar sus prendas. Otros talleres de Juliana Awada ya habían sido filmados y denunciados por la Alameda en setiembre de 2006 y en marzo de 2010. A pesar de los testigos y las inapelables imágenes de las cámaras ocultas, también la justicia hizo la vista gorda con estas denuncias. En el 2013 en la fábrica Textil Elemento se prendió fuego una trabajadora por las constantes presiones y maltratos a las que estaban sometidas. En la misma se producen medias y una de las marcas para las cuales trabajaba era Cheeky que tercerizaba sus medias allí. En esa fábrica no se respetaba el convenio laboral ni se pagaba como corresponde. Los trabajadores se organizaron y le arrancaron el convenio aunque sufriendo 2 despidos de activistas que luego fueron reincorporados. También aquí el macrismo de la ciudad hizo oídos sordos, al igual que el Gobierno Nacional que vía el Ministerio de Trabajo no regula ni inspecciona estos lugares.

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