jueves, 17 de diciembre de 2020

Editorial de Aliverti del 12 de diciembre { El Aborto }

De Mempo Giardinelli

Historia negra de la Corte (de los milagros) Por Mempo Giardinelli Esta semana gran parte de la ciudadanía empezó a pensar que la Corte Suprema de Justicia batía todos los récords de malicia e ignominia en la vida política nacional, y no le faltaron razones. Porque la historia de la Corte muestra que desde los inicios de la República ha sido un factor permanente de conflictos, injusticias y sumisión política a los poderes. Una vergüenza de más de un siglo y medio. Qizás por eso fue impactante la carta abierta de la vicepresidenta con motivo del primer aniversario del gobierno. Ahí sugiere claramente que la Corte actual es una vergüenza. Lo que no es novedad sino, más bien, continuidad histórica. Y es que desde el texto original de la Constitución Argentina de 1853 se estableció que la CSJ debía integrarse con 9 jueces y dos fiscales, pero esa Corte nunca funcionó. Apenas pudo instalarse 10 años después de sancionada la Constitución, en 1863. Y su primera sentencia se limitó a rechazar un recurso de queja, por defectos de forma... Toda una señal para el futuro... Después de la batalla de Pavón, en la que Buenos Aires vence e impone condiciones a la Federación, Bartolomé Mitre dispuso que el número de jueces lo estableciera el Congreso, que decidió que fueran 5 y no 9 magistrados. Número que duró casi un siglo, hasta que en 1960 durante la presidencia de Arturo Frondizi se aumentó a 7. Seis años después, el dictador Onganía los volvió a 5. En 1990 Carlos Menem dispuso que mejor 9. Y en 2006 con Néstor Kirchner se volvió a 5. Hasta ahora. Pero lo más sabroso de la historia no es sólo numérico. Porque desde que la Argentina empezó a ser una república elitista y oligárquica, sin elecciones ni participación popular, otro presidente, Julio Argentino Roca, designó al juez Antonio Bermejo para presidir la Corte Suprema, lo que hizo durante 29 años, siendo así el funcionario que más tiempo ocupó un cargo tan relevante. Murió en 1929 y su influencia en la Corte durante las tres primeras décadas del siglo 20 fue decisiva porque jamás hubo votos en disidencia y se practicaron todo tipo de violaciones a los derechos humanos en la represión al naciente movimiento obrero. Y además dejó un mandato feroz: con el derrocamiento de Yrigoyen en 1930, ese golpe cívico-militar instaló la primera de las 6 dictaduras del siglo 20, todas convalidadas y legitimadas por las Cortes Supremas. Los miembros de aquella Corte que impuso el dictador José Félix Uriburu dictaron la primera acordada convalidando el derrocamiento de las autoridades constitucionales. Así dieron origen a la llamada Doctrina de los gobiernos de facto, que validó el procurador general en ese gobierno, que se llamaba Horacio Rodríguez Larreta. De ahí en adelante cada dictadura se valió de Cortes que validaron a todos los gobiernos militares autoritarios. Años después, en 1955, los autores del golpe de estado que derrocó a Juan Domingo Perón y ocuparon los tres poderes y todos los gobiernos provinciales, removieron por primera vez en la historia argentina a todos los miembros de una Corte Suprema. El dictador Eduardo Lonardi nombró por decreto 5 jueces amigos para la Corte y entre sus primeras acordadas figuró restablecer la Doctrina de los gobiernos de facto. Y luego en junio de 1956 Pedro Eugenio Aramburu abolió mediante una proclama toda la Constitución Nacional de 1949 y retrocedió 104 años al reimponer el texto de 1853, con las reformas de 1860. Poco más tarde, en 1958, al asumir la presidencia Arturo Frondizi renunciaron los cinco supremos que había designado la autollamada "Libertadora" y en 1960 el Congreso amplió el número de integrantes de la Corte a 7. Y en 1966 un nuevo golpe de estado derrocó al presidente Arturo Illia y por segunda vez en una década los golpistas destituyeron a todos los miembros de la Corte. El dictador Juan Carlos Onganía redujo los miembros nuevamente de 7 a 5 y designó una Corte adicta, que volvió a justificar la Doctrina de los gobiernos de facto. Esta Corte aceptó también que el llamado Estatuto de la Revolución Argentina tuviera supremacía sobre la Constitución Nacional. En 1973 cuando Héctor J. Cámpora asumió la presidencia, renunciaron todos los miembros de la Corte Suprema de la dictadura de Lanusse. Y luego, cuando el 24 de marzo de 1976 la junta militar encabezada por Videla y Massera dio un nuevo golpe, por tercera vez en dos décadas se destituyó por la fuerza a todos los miembros de la Corte. Más aún: todos los jueces del país fueron puestos en comisión y a fin de ese año un tercio había sido cesanteado. En 1976 el dictador Videla designó una Corte adicta de 5 miembros que juraron "acatamiento a los objetivos básicos de la Junta Militar". No a la Constitución. Los jueces de esa Corte no sólo convalidaron el terrorismo de Estado y la desaparición de 30.000 compatriotas, sino que rechazaron más de 15.000 recursos de habeas corpus. En 1983 Raúl Alfonsín designó 5 miembros para la Corte, por primera vez con acuerdo del Senado de mayoría peronista. Pero en 1989, apenas elegido, Carlos Menem aumentó el número de cortesanos a 9 pero los conflictos fueron tan frecuentes que entre 1990 y 1994 Menem nombró 10 jueces para la Corte Suprema hasta que logró imponer lo que se conoció como "mayoría automática", con una Corte sumisa y carente de vergüenza. La Reforma Constitucional de 1994 estableció el acuerdo del Senado para designar jueces de la Corte en “sesión pública” y no más en sesión “secreta”. E incluyó la cláusula de los 75 años como límite de edad para jueces de la Corte. La crisis de 2001, con la consigna "Que se vayan todos" llevó a que la Cámara de Diputados iniciara juicio político contra todos los miembros de la Corte, y tras otro escándalo de acusaciones, en 2003 y apenas asumir el mando, el presidente Néstor Kirchner decidió acusar a 4 magistrados, de los que tres renunciaron y el otro fue destituido por el Senado. Kirchner estableció por decreto un procedimiento público y con participación ciudadana, para designar a los miembros de la Corte, que dio lugar a la que acaso fue la mejor integración, al incorporarse Eugenio Zaffaroni, Elena Highton y Carmen Argibay. CFK, quien gobernó dos períodos constitucionales (2007-2015), fue la única presidente que en 8 años de mandato no designó jueces en la Corte Suprema. Después, en 2015, llegó el circo macrista e introdujeron dos jueces nombrados por decreto, eludiendo el acuerdo del Senado en "sesión pública", como ordena la Constitución. Y aquí paro y les juro que me quedé corto. Porque la Corte Suprema de Justicia en la Argentina es una tradición de vergüenza judicial. Por eso el reclamo y la urgencia de cambios.@ t

CARTA DE CRISTINA A UN AÑO... BALANCE

Mañana 10 de diciembre, vamos a sesionar una vez más en el Senado de la Nación. Desde que asumimos, hace exactamente un año, ya lo hicimos 32 veces. Hace 13 años que no se realizaban tantas sesiones en este cuerpo legislativo. Cuando comenzamos la pandemia -allá por el mes de marzo- se nos presentó un desafío inédito: teníamos que crear una nueva forma de funcionamiento para poder seguir trabajando y, al mismo tiempo, teníamos que cuidar la vida de todos y todas. Y la verdad es que gracias al compromiso de los trabajadores y las trabajadoras legislativas, el 13 de mayo tuvimos nuestra primera sesión remota de la historia. De esta manera, pudimos adaptar el trabajo parlamentario y los procesos administrativos a esta nueva modalidad para seguir funcionando, aún en este contexto que no sólo no pudimos prever, sino que ni siquiera pudimos imaginar. ¡Pero ojo! No fueron sólo las 32 sesiones. En este año se hicieron 215 reuniones de comisión, en las que participaron 284 expositoras y expositores invitados. No hay registros históricos de semejante actividad legislativa. Aprobamos 40 leyes y dimos media sanción a 87 proyectos de ley que fueron remitidos a la Cámara de Diputados. Entre ellos, todos los proyectos enviados por el Poder Ejecutivo al Senado. Presupuesto 2021 Sostenibilidad de la deuda Solidaridad social y reactivación productiva Aporte solidario extraordinario Protección y beneficios al personal de Salud Fondo nacional de la Defensa Capitales Alternas Reforma del Ministerio Público Manejo del fuego Góndolas Etiquetado frontal Alquileres Cuidados paliativos Telesalud Receta electrónica Economía del conocimiento Grooming Teletrabajo Fibrosis quística Educación a distancia. Leyes a favor de los argentinos y las argentinas, para ampliar derechos, hacerle frente a la pandemia, cuidar la economía, fortalecer el federalismo y defender nuestra soberanía. Cumplimos, como siempre, con todas nuestras responsabilidades. En su ámbito, el Poder Ejecutivo sin duda ha hecho un gran esfuerzo para afrontar dos tragedias. Una anunciada y otra inesperada. La primera: la economía arrasada del macrismo. La segunda: la pandemia inédita. Sobre un sistema de salud practicamente abandonado por el macrismo y contra-reloj, se pudo rearmar un dispositivo y una infraestructura sanitaria que permitió que a ningún argentino o argentina le falte una cama, un respirador o un médico cuando lo necesitó por esta verdadera desgracia del COVID. Se logró reestrucuturar en un 99% la deuda externa en manos de bonistas privados que, como ya sabemos, dejó el gobierno de Cambiemos. Y, al mismo tiempo, con el IFE y el ATP se sostuvo durante la pandemia a los más vulnerabilizados y al trabajo registrado y, obviamente, también a las empresas que lo brindan. Sin embargo, no se puede decir lo mismo del otro Poder del Estado: el Poder Judicial. Representado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la actuación de ese poder no hizo más que confirmar que fue desde allí, desde donde se encabezó y dirigió el proceso de Lawfare. Esa articulación mediática-judicial para perseguir y encarcelar opositores, se desplegó en nuestro país con toda su intensidad desde la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia de la Nación y, lo que es peor: aún continúa. Y que a nadie se le ocurra tergiversar mis palabras con titulares diciendo que pretendemos una Justicia adicta. Todo lo contrario: somos la fuerza política que en el 2003, con el 22% de los votos, denunciamos la extorsión de lo que se conocía como la “mayoría automática de la Corte”, dando inicio a un proceso virtuoso que culminó con la Corte Suprema más independiente y prestigiosa de las últimas décadas. De aquella Corte, hoy no queda absolutamente nada. De los 4 miembros que propuso Néstor Kirchner, la Dra. Carmen Argibay (magistrada independiente si las hubo) falleció y el Dr. Zaffaroni, reconocido a nivel internacional como uno de los mejores penalistas del mundo, renunció al cumplir los 75 años de edad en cumplimiento de lo dispuesto por el artículo 99, inc. 4 de la Constitución Nacional y de la propia jurisprudencia de la Corte que integraba. La descripción de los hechos que protagonizaron los dos restantes miembros propuestos por Néstor para integrar la Corte, me eximen de mayores comentarios. Uno de ellos es el que se fotografiaba con el Juez brasileño Sergio Moro y con Claudio Bonadío. El primero -Sergio Moro- es el que sin pruebas metió preso al ex presidente del Brasil, Inacio Lula Da Silva, impidiéndole ser candidato a presidente y posibilitando la llegada al poder de Jair Bolsonaro, quien lo premió designándolo, en un escándalo sin precedentes, como su Ministro de Justicia. El segundo nunca rindió un examen para ser magistrado e integro la célebre lista de los “jueces de la “servilleta”. Bonadío se autodefinía como un practicante del “derecho penal creativo”: aberración jurídica si las hay y auténtico eufemismo del lawfare y la persecución a dirigentes populares. Este mismo integrante de la Corte, el que se fotografiaba con Moro y Bonadío, fue Presidente de ese cuerpo hasta el año 2018 y en una reunión de jueces federales de Comodoro Py, les aseguró que todas las instancias superiores les iban a confirmar y convalidar todas las decisiones de primera instancia que dictaran contra los dirigentes y ex funcionarios kirchneristas. Lawfare al palo. La otra integrante que Néstor propuso, no sólo no renunció a su cargo al cumplir los 75 años de edad -como lo hiciera el Dr. Zaffaroni-, sino que además recurrió a un Juez de primera instancia para que le permitiera permanecer en el cargo en acuerdo con el Gobierno de Cambiemos -que no apeló aquella resolución judicial- y en abierta violación a la jurisprudencia de la misma Corte Suprema y a lo dispuesto por la Constitución Nacional. El macrismo en el Poder completó la fotografía de la Corte actual, cuando a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia intentó nombrar a Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti como miembros de la Corte Suprema. Lo más terrible de aquel episodio fue que quienes debían garantizar el cumplimiento de la Constitución y las leyes en todo el País, aceptaron ser designados por decreto sin cumplir lo que prescribe la Constitución Nacional y las leyes, que exigen un procedimiento determinado y preciso para cubrir las vacantes de la Corte. Por si todo ello fuera poco, en el año 2018, Carlos Rosenkrantz, uno de los dueños del estudio jurídico cuya cartera de clientes esta conformada por los principales grupos empresarios argentinos y extranjeros en el país, fue designado Presidente de la Corte Suprema Justicia de la Nación. No se recuerda algo semejante en la historia del Poder Judicial de la Nación. Hoy, la Corte esta integrada por esos cuatro funcionarios más el Dr. Juan Carlos Maqueda, histórico dirigente político del peronismo cordobés, propuesto por el Dr. Eduardo Duhalde, durante su breve interinato como presidente. Estos cinco funcionarios deciden hoy sobre la vida, sobre el patrimonio y la libertad de las personas que habitan nuestro país. A nadie debería extrañarle entonces, no sólo que el Lawfare siga en su apogeo, sino que además, se proteja y garantice la impunidad a los funcionarios macristas que durante su gobierno no dejaron delito por cometer, saqueando y endeudando al país y persiguiendo, espiando y encarcelando a opositores políticos a su gobierno. Tampoco deberíamos extrañarnos si esta Corte, que consintió alegremente el mayor endeudamiento del que se tenga memoria a escala planetaria con el FMI, empieza a dictar fallos de neto corte económico para condicionar o extorsionar a este gobierno… O lo que es peor aún: para hacerlo fracasar. De los tres poderes del Estado, sólo uno no va a elecciones. Sólo un Poder es perpetuo. Sólo un Poder tiene la palabra final sobre las decisiones del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo. Si ese Poder… Además de ser perpetuo… Además de no ir jamás a elecciones… Además de tener la palabra final sobre la vida, el patrimonio y la libertad de las personas por encima del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo… Si además de todo eso, ese Poder sólo es ejercido por un puñado de funcionarios vitalicios que toleraron o protegieron la violación permanente de la Constitución y las leyes, y que tienen, además, en sus manos el ejercicio de la arbitrariedad a gusto y piacere, sin dar explicaciones a nadie ni estar sometidos control alguno… Bueno… Si esto sigue sucediendo en nuestro país, estaremos muy lejos de construir la República y la Nación que, estoy segura, anhelamos la inmensa mayoría de los argentinos y las argentinas.

Elecciones en Venezuela

NO Entiendo bien el motivo de la UE de NO RECONOCER Los Resultados electorales de VENEZUELA del domingo 6 de diciembre al alcanzar la participación de un 32% de la Población , y de reconocerlos sin embargo en: --- Escolovaquia con una participación de solo un 13% --- Republica Checa con un 18% --- Hungría con menos del 30% --- Austria con un 45%

viernes, 4 de diciembre de 2020

Una de Pumas

Editorial de Aliverti del 28 de noviembre { Panorama General }

Con Los Pumas se terminó

Los tuits brutales de los rugbiers confirman que son lo que parecen. Campeones del disvalor argentino, incivilizados que repiten los tics de una clase en total decadencia.
Hay cosas que no son materia opinable, que están más allá o más acá de la ideología, que son prepolíticas. Son cuestiones que forman parte de los contratos sociales, siempre variables y tan en movimiento como la historia. Esas cuestiones básicas de convivencia se llaman civilización, y sus pilares suelen relacionarse con la ética, con los maltratados “valores” que pasan de boca en boca y que enunciados no significan absolutamente nada: cobran vida en las acciones de los miembros de una comunidad. Los tuits conocidos hoy de los mismos Pumas que hace dos días hicieron un desaire deportivo a alguien que superó a cada uno de ellos en esa materia en una proporción inmedible, y que ayer quisieron reparar su torpeza y su mediocridad con un gélido pedido de disculpas, son los que están ahí, en esas espontaneidades fascistas, racistas, misóginas, elitistas, ignorantes, brutales. Sus tuits resignifican sus caras inmutables cuando los rivales, que juegan a lo mismo pero proceden de sectores populares, homenajearon a Maradona: una incomodidad de clase que les era imposible superar. El problema del elitismo argentino es que no está compuesto por la elite, sino mayoritariamente por gente como ésta o peor, que no tiene mucama a la que revisarle el bolso para humillarla, sino que sueña con poder humillar a alguien. Hoy Los Pumas expresan el nicho del disvalor. Expresan lo peor de este país. Expresan la ignorancia ortográfica y ontológica de esos sectores que cayeron en escuelas que los prepararon para el desprecio. Expresan, a pocos días de la muerte de un verdadero ídolo popular, que los cuadruplicaba en inteligencia, la decadencia de una clase que hizo pelota un país, que no se resigna a perder, y que no abandona la ilusión de la muerte del otro. Esto último, que es aberrante, es lo que ha animado a las elites latinoamericanas siempre, compuestas como están por descendientes de aventureros sin proezas ni libros de historia que los levanten. Hoy Los Pumas son los bárbaros que todavía no aprendieron ni a hablar ni a escribir: tanto para una como para otra cosa, hay que poder decir alguna verdad. Desde que los All Blacks comenzaron su rito de homenaje hasta ahora, Los Pumas no han dejado de caer, cada vez más bajo, en el pozo de la infamia. Con Los Pumas se terminó.

Mensaje para los distintos

Mensaje para todos aquellos que se sienten distintos y están escribiendo boludeces en estas horas. Kafka, era un apasionado de pornografía extrema, con niños y seres con garras, pero sus muros están llenos de sus frases, todos lo recuerdan solamente como un gran escritor y basta. Leonardo Da Vinci, genio absoluto por La Gioconda y La última cena, fue acusado más de una vez de sodomía, y no obstante hacen filas en los museos para ver sus obras; Miguel Ángel, famoso por la Capilla Sixtina, por La Piedad y por miles de otras obras, era un conocido pedófilo tolerado por la Iglesia, sin embargo, les brillan los ojos delante a su genialidad. A D'Annunzio lo recordamos como un gran escritor, pero nadie lo acusa de haber amado el sexo y la cocaína sin límites. Baudelaire, Freud, eran asiduos consumidores de opio y cocaína. Miles Davis era heroinómano, Billie Holiday, Charlie Parker, John Coltrane, Bill Evans, Chet Baker, murieron por el físico devastado por los abusos y por la heroína. Los Beatles, Pink Floyd, The Doors declararon haber creado canciones bajo los efectos de LSD. No me resulta que alguien haya jamás dicho: "Imagine de John Lennon, es bellísima pero él era un drogado de mierda. Sí, La Piedad es un capolavoro pero Miguel Ángel era un pedófilo asqueroso, la tromba de Chet Backer era algo celestial, pero fue un pelotudo, se la buscó, es justo que se haya muerto". Los artistas deben ser considerados por las emociones, por las lágrimas, por las sonrisas que dejaron en cada uno de nosotros, por una poesía, por una película, por un cuadro, una escultura o por un tiro al arco. Si eran personas normales habrían tenido una existencia banal y de mierda como la nuestra que, cuando moriremos pasaremos al olvido sin que nadie se haya dado cuenta de nuestras vidas. Ellos, de normal no tenían nada y es justo que sea así. Los peros y los porqué sobre la vida privada de ellos, sobre sus debilidades, sus melancolías, son solo ejercicios para moralistas ridículos, siempre listos con el dedito acusador que detesto profundamente. Ahora, ese dedito, ya saben donde metérselo, estoy seguro.
Francesco M. Palumbo

Victor Hugo sobre Maradona

ELEGÍA PARA UN DIOS VILLERO Por Mempo Giardinelli

Mientras miles de colegas despedían en diarios y radios a Diego Armando Maradona con dolor y anécdotas, emotivos y amorosos, yo me reprochaba, en mi exilio pandemial chaqueño, entre guayabos y mangos llenando de olores intensos la mañana y la tarde y la noche, me reprochaba, digo, no escribir ni decir una sola palabra sobre este hombre impar. Sólo después de 24 horas entre lloriqueante y racional, fui reconociendo que una vez más la muerte determina nuestras vidas y a la vez nos une en el dolor y la esperanza. Como sucedió con el viejo Don Hipólito, como con Evita y con Perón, como con Néstor, en estos días la muerte nos amalgamó a millones de compatriotas en una sola pena, un sólo llanto, que además es universal. Si hasta en Bangladesh, en Asia y a 17.000 kilómetros de distancia, también lo lloran muchos de los 164 millones de habitantes de esa ex colonia británica donde dicen que está la quizás más numerosa hinchada maradoniana del mundo desde el gol a Inglaterra en el Mundial de 1986. Pero como no hay nada peor que la muerte para empezar a soltar lugares comunes, preferí encerrarme a llorar en silencio. Viendo como un testigo más, y en la tele, el adiós del mundo a este morocho argentino original y virtuoso, ejemplar único de una estirpe futbolera que resiste a dirigencias y negocios. Y así miré un rato y apagué, y otro rato y vuelta a apagar, sollozante y moqueando como un niño con hambre. Hasta que me di cuenta de que mi corazón lloroso sencillamente le agradecía a ese dios villero el haber sido el tipo que más alegrías le dio al pueblo argentino en toda su historia. En toda. Y el único que siempre fue sencillo de entender en su grandeza, y por eso su deidad. Eso, su deidad terrenal. Fíjense qué cosa rara, única. Una deidad que conocimos y aplaudimos, y que a la hora de su muerte deviene ícono representativo de un pueblo. El dios más inesperado, el más irreverente. El más nacional y popular, vamos. Por eso el amor en el adiós que este país le dispensó estos días, se veía en todos los canales de tele y en todos los diarios de todo el mundo: porque era un adiós popular. Que como el amor popular, es incandescente y único, y así descubrimos todas y todos que sólo un dios irregular como fue Diego podía inspirar semejantes sentimientos. Semejante música rumorosa y ardiente, capaz de conformar una inesperada, increíble sinfonía al unísono de millones de personas que se daban cuenta de que a partir de esta muerte empezaba un silencio raro: el de una ausencia a la que nadie, absolutamente nadie, podrá acostumbrarse. Había sido, descubrimos, que se nos ha muerto un dios. El único dios civil del mundo que no le debe ni le deberá jamás a nadie su grandeza, sus dislates, sus agudezas y su brutal, eso, su brutal sinceridad. O sea, su transparencia. Esa con la que podía darle un sopapo a los imperialismos con la misma naturalidad con que regalaba una sonrisa y una mano solidaria a los jodidos. Como cuando fue retenido en el aeropuerto de Tokio, y sin aspavientos, con el prodigioso sentido común de su pensamiento simple y certero, razonó: "No me dejan entrar a Japón porque consumí drogas, pero dejan entrar a los gringos, que les tiraron dos bombas atómicas". Ese es el Diego que desde ahora vuela sobre nosotros, alcen los ojos y verán que no se fue, que no se va a ir nunca. ¿No ven, acaso, cómo sobrevuela la Argentina? Está en la punta de un iceberg en el Sur, está en la cima de los Andes innumerables, y está en las pampas de La Pampa, como en los ríos de Entre Ríos, y está en todos los barrios marginales de todas las ciudades y todos los pueblos, y sobre todo en las villas, en las taperas miserables donde millones de personas lo lloran y lo van a seguir llorando porque no se fue solamente un futbolista incomparable sino el tipo más impar que dio esta tierra y el más representativo del vocablo "pueblo". Un heterodoxo absoluto de la política y los "buenos modales" que desde ahora andará dando vueltas por ahí. Como un pajarito capaz de cantar de día y de noche para alegrarle la vida a la gente, a la paisanería que llamamos compañeros y compañeras. Porque Diego no se fue. Los inolvidables nunca se van. En todo caso salen a dar unas vueltas por ahí, pero siempre están, arriba de todas y todos los que abajo los lloramos con sonrisas nostalgiosas, agradecidas, porque fue el tipo que más alegrías le dio al pueblo argentino. Este puñado de palabras, este adagio sostenuto con pretensión mozartiana, no tiene punto final. El amor a los dioses no lo tiene, aunque sea un dios villero, sonriente y cachondo, irreverente y magnífico. Como nuestro Diego inmortal, morocho y villero.