Proletarios Unidos, vieja consigna del padre del Socialismo Ciéntifico Carlos Marx, es un espacio que intentará reflejar, acercar y unir a todos aquéllos que se sientan parte de la clase trabajadora sin distinciones de partidos o ideologías. Así y con respeto, la idea es volcar temas, consignas, debates , opiniones, etc, para fomentar, acrecentar, valorar y concientizar el papel, el rol y los derechos de la clase trabajadora. Como manda la historia nacemos un 1 de mayo.
lunes, 31 de agosto de 2020
Myriam Bregman analiza todo sobre la reforma judicial, la oposición de derecha y la casta de jueces
Desde La Izquierda Diario entrevistamos a la diputada Myriam Bregman del PTS en el Frente de Izquierda para que comparta su análisis de la reforma judicial impulsada por el gobierno, los reclamos de la oposición de derecha y la casta judicial. Como así también sobre el rol del Poder judicial en nuestra sociedad y una verdadera "reforma" a favor del pueblo trabajador.
LID: Myriam un nuevo gobierno y una vez más se debate una reforma judicial.
Myriam Bregman: Si, es uno de los temas que cada gobierno toma como “fundacionales”. Pero hay un dato de la realidad, la justicia está completamente desprestigiada. Tuvo su punto más álgido en aquellas jornadas del 2001 donde se ganaron el “que se vayan todos”; luego se podrán haber recompuesto un poco, pero hicieron mucho mérito para recuperar todo su merecido desprestigio.
El debate que se está dando, igualmente, no cambia nada radicalmente. La “justicia” de la que se habla es una de las instituciones de una sociedad burguesa, más allá de sus miembros incluso. Citando algún viejo texto del marxismo podemos decir que “sus decisiones están reguladas de acuerdo a los estatutos donde están incorporados todos los privilegios del capital y la falta de privilegios de las masas trabajadoras”. En líneas generales, eso conserva toda su vigencia.
LID: En el 2001 la propia Corte estuvo en la mira.
MB: Y ahora debería estarlo nuevamente. Ese microscópico número de cortesanos que nadie votó, deciden los destinos de millones. En el último tiempo han sacado fallos de gran ataque a las masas, pero de eso nadie habla porque cuesta mucho que los intereses populares se expresen.
Te pongo un ejemplo: en pleno auge macrista, la Corte decidió legalizar la precarización laboral; en un caso de un médico neurocirujano que demandó al hospital Alemán aduciendo que el vínculo que lo unía era de carácter laboral. La Corte dijo que la mera prestación de servicios para una empresa no implica que la relación sea dependiente y remarcó la vigencia de la figura de la locación de servicios en el derecho argentino. Es una vergüenza que de eso no se hable.
O cuando en el 2016 en el caso conocido como “Orellano”, la Corte sin que ese sea el tema sobre el que tenía que opinar, aprovechó para decir que solo los gremios tienen el derecho de promover huelgas y no un grupo de activistas.
Ni que hablar que con reforma o sin reforma, para acceder a la Corte Suprema hay que depositar 150.000 pesos. Una locura que implica un filtro de clase.
LID: Entonces ¿Cómo definirías la reforma que impulsa el gobierno de Alberto Fernández?
MB: Centralmente como una reorganización y ampliación de juzgados bastante incolora, que no cambia mínimamente el contenido social que guía la actuación de esta casta privilegiada que es el poder judicial, quien orgullosamente se llama “contramayoritario”, es decir, que rechaza la influencia popular.
Este concepto es tomado fundamentalmente del esquema que emana de la constitución estadounidense. En ambos casos, como te decía, es considerado “contramayoritario”, o sea como un supervisor de la constitucionalidad de los otros poderes elegidos por voluntad popular. Como verás desde el vamos el concepto es ontológicamente antidemocrático.
Y esto no lo decimos solo nosotros. Sino incluso Thomas Jefferson -uno de los principales autores de la Declaración de Independencia y uno de los primeros presidentes norteamericanos- señaló que eso resultaba una concentración de poder injusta. Los jueces están ahí para controlar cualquier presión o influencia de las mayorías populares, son lo contrario a “representantes del pueblo”; los privilegios que se les otorgan como la inamovilidad en su cargo, se explican porque precisamente están pensados para sostener ese criterio.
Sus lujos, su pertenencia a determinadas familias (salvo excepciones), sus costosos modos de vida son parte (querida) de este esquema. No es casualidad que sean una corporación aristocrática, siempre atenta al alegato de oreja de los poderes fácticos y gobiernos de turno.
Recuerdo que cuando comencé a transitar los pasillos de Comodoro Py como abogada en causas de lesa humanidad, no podía dejar de asombrarme cómo los abogados de los carísimos estudios que defienden a los genocidas tenían familiaridad y charlas sobre clubes, partidos de rugbi, polo, con los funcionarios de ese edificio.
Eso me lleva a otro recuerdo histórico, que el Poder Judicial mediante sus acordadas, justificó todos los golpes militares.
Yendo a la coyuntura, hay bastante acuerdo, ya sea de los especialistas convocados por el gobierno o por la oposición, en que la reforma no avanza hacia el sistema acusatorio, sino al contrario, pues prevé un aumento de juzgados igual o mayor a las fiscalías. Incluso se señala que viola la igualdad de armas porque se aumenta la acusación y no la cantidad de defensorías oficiales.
Otros temas en que surgieron contrapuntos, es alrededor de las secretarías donde tramitan las causas de lesa humidad. Si bien se concedió no tocarlas, que era un reclamo de algunos organismos, no se incluyó en el dictamen la exigencia de que haya al menos tres audiencias por semana en esas causas, cuando a tantos años de los crímenes cometidos, los juicios singuen siendo fraccionados y lentísimos. Después surgieron rispideces con la “cláusula Parrilli” que se la señala como un peligro para la libertad de expresión.
En el dictamen se volvió atrás en la unión del fuero Civil con el Contencioso. Pero lamentablemente no se ahondó en lo terrible que es ese fuero. Te pongo un ejemplo reciente, nosotros le presentamos un habeas data contra Patricia Bullrich porque mostrando sus conocimientos de inteligencia ilegal atacaba en los medios al dirigente social Juan Grabois; en el fuero Contencioso ignoraron el pedido y nos impusieron honorarios por haber hecho trabajar a los abogados de la AFI y del Ministerio de Seguridad pidiendo explicaciones, una vergüenza que llevó a que la Corte Suprema nos concediera un recurso extraordinario por ello.
LID: La oposición de derecha salió rápido a cuestionar la reforma que se está debatiendo y a decir que busca impunidad.
MB: Se presentó la reforma judicial y la oposición de derecha, rápida para tirar títulos y lerda para explicar su manejo de la justicia, servicios de inteligencia y cárceles, resopla “plan de impunidad, plan de impunidad”, y a partir de ahí aglutina a su base. Defienden un aparato judicial corrupto y vitalicio, manejado a carpetazos y por operadores como Angelici, con fondos alimentados por los servicios de inteligencia o de negocios sucios.
Pero bueno, ahora el propio Daniel Sabsay, un combatiente feroz de esos sectores dijo que no hay un artículo que signifique impunidad, sino que es un problema del “espíritu de las leyes”. A mí personalmente, no me asombró tanto que la derecha haga una defensa oligárquica de la casta judicial que tiene por objetivo último la defensa de una pequeña minoría de grandes propietarios, sí las críticas que vinieron de sectores afines al oficialismo ya que nadie defiende con pasión esta reforma.
Vos me preguntarás por qué un proyecto tan inocuo provoca esta reacción. En realidad, hacen una amalgama entre este proyecto y la “comisión de notables”, especulando sobre lo que ésta podría sugerir. Con todo eso, hacen un relato que les permite amalgamar su base, ubicar la corrupción exclusivamente en el campo kirchernista y dejar como impolutos a Macri y su gobierno. A partir de esto quieren generar también un status quo para que no se toquen las reformas que Macri introdujo de hecho.
No está de más recordar que la derecha impugna y pide represión frente a las movilizaciones obreras, populares, de los movimientos sociales (que generan decenas de causas judiciales cada año) pero no se han privado de utilizar el recurso de la calle como “poder de veto”. Por ejemplo, los 129 días de lockout de las patronales agrarias, incluyendo cortes de ruta generalizados, durante la votación de “la 125”. O las marchas convocadas por Blumberg, que impusieron una modificación regresiva de la legislación penal bajo el Gobierno de Néstor Kirchner.
Lo grave es que la derecha nuevamente recupera ese poder de veto. Pero lo dejamos para otro debate.
LID: Entonces te pregunto, ¿qué opinás de la formación de un Consejo de notables para el funcionamiento de la Corte Suprema, Consejo de la Magistratura y otros órganos judiciales? Se cuestionó que allí esté el abogado de Cristina Kirchner.
MB: De nuevo, ponerse a discutir eso es bastante distractivo. Lo que se necesita es menos consejos de notables y más “consejo” popular. Eso se consigue con la elección por voto popular de jueces y fiscales, que se terminen los privilegios de esa casta tan lejana a la vida del pueblo trabajador; y que se implemente urgente el juicio por jurados.
Ampliando el número de miembros de la Corte o de jueces federales como se pretende, solo puede diluir el poder en otros varios, pero no cambia nada de fondo. También se dice que la actual Ministra de Justicia, Marcela Losardo, trabajó para Garavano o incluso que esta reforma es “amplia” porque toma aspectos de lo que proponía ese ex ministro macrista. No expliquen más, mejor ¿no?…
Que se sometan al voto popular. Que los jurados puedan actuar en todo tipo de causas.
LID: ¿Podrías explicarnos más esta propuesta de la izquierda?
MB: En primer lugar, nosotros pensamos que no podemos tener más esta justicia amañada, que justifica los privilegios sociales, la existencia de la explotación, diversas formas de opresión, del capitalismo y sus injusticias.
Hay que barrer definitivamente con toda la casta privilegiada de jueces, estableciendo en su lugar juicio por jurados. Los jueces tienen que pasar a ser elegidos por el voto directo del pueblo y ser revocables. No hay por qué bancarse “Oyarbides” por años.
Tomando experiencias históricas verdaderamente democráticas incluso se debería debatir si para juez basta con ser abogado o se podrá llegar a ese lugar con solo contar con alguna experiencia en el trabajo político, en los sindicatos, comités de fábrica, etc., o tener alguna preparación teórica o práctica para ejercer la función. Se podría establecer la figura de “asesores populares”, que pueden ser elegidos en representación de los diferentes sectores de la comunidad, sin necesidad de ser abogados incluso. Que cobren lo mismo que cualquier trabajador y se terminen los privilegios por sobre las demás personas, que hace que no paguen ni impuesto a las ganancias.
Ese debate sería más apasionante que seguir con las roscas del Consejo de la Magistratura o el senado, donde cada gobierno que está en funciones intenta inclinar la vara para tener jueces más o menos afines. Imaginate que en este país los jueces de Comodoro Py llegaron a necesitar la venia de Stiuso para poder asumir.
El fiscal Delgado, además relata que Comodoro Py se ha movido con la lógica de investigar siempre al gobierno que se va y acomodarse con el que está en funciones.
LID: Los juicios por jurados han sido cuestionados porque se dice que pueden influir los medios de comunicación o los poderes fácticos.
MB: Para los que tienen miedo al pueblo eligiendo, que se queden tranquilos, nada puede ser peor, ni más peligroso para los intereses del pueblo trabajador que la elección por servilletas o la actividad de esa rosca costosa e inútil llamada Consejo de la Magistratura.
Recordemos que entretuvieron a un Consejero en la Corte para aprovechar, por los representantes del macrismo, aprobar el inicio del proceso de remoción del juez Freiler. ¿No les parece una barbaridad un organismo de este tipo? Por eso siempre digo que es la legalización de la peor rosca. Organismo costoso e inútil.
LID: Volviendo a la reforma actual, los jueces y fiscales que se designen ¿podrán actuar del mismo modo que lo vienen haciendo o tendrán que modificar su accionar?
MB: Mirá este es uno de los grandes temas. Esta reforma deja en pie todo el andamiaje que armó el macrismo para incrementar la discrecionalidad de jueces y fiscales, para la manipulación o directamente para el armado de causas. Quienes luchamos, militamos, salimos a la calle en reclamo contra las injusticias de este sistema, vemos en ello un gran peligro.
La legislación penal argentina cuenta desde sus orígenes con la figura de la asociación ilícita creada para la persecución arbitraria. También con la legislación antiterrorista votada por el gobierno kirchnerista y complementada por decenas de normas e instrucciones que cotidianamente dictan desde Estados Unidos a través de sus múltiples agencias de colonización de la región. O la vergonzosa ley del arrepentido que fue clave para lo que se dio en llamarse “lawfare” o las llamadas “técnicas especiales de investigación” que incluyen la posibilidad de usar agentes encubiertos, agentes “reveladores” y demás. Son un andamiaje para la persecución y para todo tipo de arbitrariedades que siguen en pie con esta reforma.
Además, te agrego algo para que se entienda. Con esta reforma siguen detenidos los presos por participar en reclamos sociales, presos políticos, como Luis D’Elía o Milagro Sala.
LID: Vos también has denunciado fuertemente el funcionamiento de la “mesa judicial”.
MB: Las presiones y negociados del poder político con la justicia no empezaron con Macri. Pero lo que quiero remarcar es que ese entramado se expresó crudamente contra los trabajadores y trabajadoras, como fue el caso de los aprietes a jueces de la Cámara del Trabajo que terminaron dejando a decenas de trabajadores en la calle.
Para que se entienda, te cuento este ejemplo. Mientras uno de esos operadores que actuó en esa mesa, Juan Bautista Mahiques fue premiado con el puesto de jefe de los fiscales de la Ciudad de Buenos Aires, más de 70 trabajadores de Pepsico siguen reclamando su puesto de trabajo, pasando todo tipo de necesidades a pesar de que uno de los jueces reconoció que fue presionado en ese caso.
LID: Bueno, algo más que quieras agregar
MB: Sí. Mirá, en estas democracias te llaman a votar cada 2 y 4 años, pero los capitalistas “votan todos los días”, vetan leyes, hacen lobby, deciden todos los días contra las mayorías.
Nosotros no escondemos nuestras banderas, al contrario, los que luchamos por una democracia infinitamente superior a estas repúblicas capitalistas burguesas, una democracia de consejos de trabajadores y trabajadoras, sabemos que esta perspectiva se juega también, palmo a palmo, en la batalla contra las tendencias bonapartistas judiciales y en defensa de cada derecho democrático que se pretenda liquidar. Porque de lo que se trata, frente a todos los que se presentan como “guardianes de la constitución”, es de desarrollar el “poder constituyente” del pueblo trabajador.
Se ha visto sobradamene en la historia reciente que para que haya una reforma democrática en serio, debemos desarrollar la más amplia movilización.
Luego de esta profunda entrevista, este jueves a la mañana, en nuestro noticiero matutino #SeTeníaQueDecir, volvimos a entrevistar a Myriam Bregman, para que nos de un resumen sobre la reforma judicial, acá podés verlo nuevamente.
domingo, 30 de agosto de 2020
jueves, 27 de agosto de 2020
De Cortázar
Historia increíble de una nena
"Batalla cultural", desde este martes a las 23 Cómo será el nuevo programa de Víctor Hugo en C5N
Víctor Hugo Morales tiene programa televisivo propio. Desde este martes, el periodista conducirá Batalla cultural, un ciclo semanal que irá todos los martes a las 23 en C5N. “Se llama Batalla cultural pero podría haberse titulado Batalla de la información, que hasta puede ser más atinado todavía”, subraya Morales a Página/12. El reconocido periodista, que diariamente -de 8 a 12- conduce La mañana por la AM 750, estará secundado por Fernando Borroni, Sofía Caram y Javier “El profe” Romero.
Desde su mismo título, el programa da cuenta de la búsqueda periodística que encabezará un ciclo que lleva la firma insoslayable de su conductor. Nadie mejor que Morales para explicarla. “La mentira -afirma- ha ganado tanto terreno en la aceptación, se naturalizó tanto en la sociedad, que se ha convertido también en una forma de cultura: la cultura del ‘no importa la verdad’. No importa qué hacés vos con el medio, con la información, con la cabeza de la gente. El programa va a ir contra la mentira. Cada vez que uno le quita una careta a una mentira, que lamentablemente son muchas, uno tiene la sensación de que provocás una utilidad social. Por lo menos, a los que ya tienen una intuición o percepción de que las cosas son así, y esa persona lo constata y lo confirma en la medida que uno le acerca pruebas y argumentos. La refutación con argumentación de todas las mentiras genera una aceptación interesante y a eso apuntamos en esta hora semanal”.
Morales, que continuará haciendo a las 19.30 su clásico editorial en El diario, reconoce que dio muchas vueltas antes de aceptar hacer este programa. Pero que, finalmente, la necesidad de refutar algunas cosas que se publican como verdades y no lo son lo llevó a construir este espacio periodístico televisivo. La lucha cultural, dice, no es ya solo ideológica como en otros tiempos, sino que fundamentalmente Es contra la mentira que circula tan masivamente como naturalizada.
“En un mundo -reflexiona- en el que la verdad no importa, sino que vale la capacidad que se tiene para crear una información, más que la verdad en sí misma, dar pelea es necesario. Porque una cosa es la discusión ideológica y otra la mentira. Yo toda la vida leí La Nación, hasta que llegó la Ley de Servicios Audiovisuales. Siempre supe lo que era La Nación, pero no desconfiaba de la información dura. Algo que no me pasaba con Clarín porque allá por 1992 empecé a detectarlo como una verdadera mafia que, bajo la extorsión, se robó el fútbol e hizo cualquier desastre. Yo entiendo lo ideológico, que La Nación represente históricamente a determinados intereses de la derecha y que Clarín se haya ido corriendo hacia ese lugar. No hay ningún problema. Página/12 tiene su ideología. El drama es la mentira. Página/12 no miente ni mentiría nunca. Podrá escatimar una información o plantear una visión sobre la información, pero nunca modificará los hechos. Clarín y La Nación no han tenido ningún reparo en hacerlo, y otros medios siguieron esa conducta. Eso después se derrama a los periodistas, que piensan que si Clarín y La Nación mienten como mienten y no pasa nada, entonces nosotros también mentimos en la medida que no pasa nada. Por eso el problema es una cuestión cultural. Entonces, al cabo de cada día tenés una participación de la mentira en la vida del ciudadano que es desbordante y apabullante. Esa es la batalla que vamos a dar.”
Impresentable
De Brandoni
El poder de la derecha
Quisiera retomar algo que decía en este mismo espacio hace unas semanas sobre la famosa cuestión del “juego a la derecha”. Justamente, porque ese sector social y político copó las calles nuevamente con una presencia mayor que en manifestaciones anteriores, aunque siempre con una masividad menor de lo que informan los grandes medios. En lo formal, plantean una agenda variopinta, pero en el fondo se movilizan por la defensa de los sectores más privilegiados de la sociedad. Si uno pasa en limpio lo que reclaman y deja las bizarreadas de lado, lo que queda es eso: una defensa del poder, de los empresarios, de la “libertad” de los ricos para no pedir permiso en ningún lado, no verse “limitados” por ningún derecho de los otros y no tener obstáculos a la libre explotación de personas y recursos.
Decía en aquel comentario, apropiándome de una idea del sociólogo y ensayista Juan Carlos Torre para pensar los procesos políticos o los gobiernos llamados progresistas, que “el volumen político de las derechas no se determina por los discursos”, sino que “reside en las fuentes permanentes de su poder”. Torre dice que, en general, esos gobiernos intentan recortar la influencia o limitarla -cada uno es diferente- pero, sin socavar las fuentes permanentes de ese poder.
Esto nos conduce a una cuestión más abarcativa y que tiene que ver con qué tipo de proyectos representan esos sectores que se oponen al Gobierno, pero también despotrican contra las izquierdas, los sindicatos, los movimientos sociales, los feminismos y, en general, contra toda expresión progresiva o colectiva. Y es un buen momento para responder a ese debate -que siempre fue más una chicana- que se instaló para desprestigiar a la izquierda que supuestamente dice todos “son lo mismo”. Esencialmente igualaban el hecho de no encolumnase con ninguno de los proyectos políticos, con la afirmación de “son lo mismo”. Obviamente, desde el ABC del pensamiento político se desprende que “no son lo mismo” (insisto, aunque uno no se ubique en ninguna orilla de esa grieta). Entre otras cosas, porque ningún gobierno o proyecto político jamás es “lo mismo” que otro, aunque supongamos ambos defiendan un mismo sistema social, y pongamos que fuera el capitalismo. La administración de Mauricio Macri intentó ser el gobierno directo del poder real, de la intervención estatal mínima, de ese mecanismo que describió el periodista Martín Rodríguez como “llegar al poder para devolverlo” (al campo, a las corporaciones, a Clarín). Quizá, por esa misma razón se lo llevaron puesto, hay que reconocerlo, más desde arriba que desde abajo. Y el Gobierno de Alberto Fernández pretende algunas regulaciones estatales, busca el apoyo en otras bases sociales e incluso en otros sectores empresarios. No distinguir eso es no entender nada de política.
Pero incluso, este Frente de Todos no es “lo mismo” que el kirchnerismo que, entre otras diferencias –otro momento histórico, distintas condiciones económicas e internacionales– tuvo que gobernar bajo la impronta de la rebelión del 2001 y sus efectos durante unos cuántos años. Esta coalición es mucho más “moderada” y de “reconciliación”. Se observa en muchas medidas, al margen del juicio de valor que se tenga de cada una: desde aquel descabezamiento de la Corte Suprema que venía del menemismo a esta “reforma judicial” que hace mucho ruido y tiene pocas nueces; desde ese intento frustrado de reestructurar el sistema mediático con la Ley de Medios a esta regulación esencial de las tarifas o desde aquella apelación a cierto discurso “setentista” a este alfonsinismo un poco gris que pregona el profesor de derecho penal.
Foto I @hernanvitenverg
Esto lo empuja al permanente peligro (o tentación) de desplazarse hacia aquello que el intelectual paquistaní, Tariq Ali llamó del “extremo centro”: un movimiento hacia el centro de los partidos socialdemócratas europeos a fines del siglo pasado que redujo sus diferencias con las derechas. El caso paradigmático fue el nuevo laborismo de Tony Blair en Gran Bretaña, al que definió como “la continuación del thatcherismo por los mismos medios”. A partir de una suma claudicaciones, según Ali, brotaron los partidos xenófobos que capitalizaron el descontento popular con los ajustes. Es decir, fortalecieron a la derecha.
Foto I @hernanvitenverg
Este es el debate importante ahora: ¿qué fortalece a esa derecha en un momento en que los sectores populares se ven ajustados, con pérdida de puesto trabajo, salarios y condiciones de vida en general? Indiscutiblemente, los retrocesos frente a la cuestión de la deuda, el repliegue por la “expropiación” de Vicentin, el congelamiento de la cuestión del aborto, el siga siga en muchas empresas frente a los despidos (cuando presuntamente estaban prohibidos) o la adopción de un discurso punitivista justamente donde se acumula la pobreza (como es el caso de la provincia de Buenos Aires).
Foto I @hernanvitenverg
Me viene a la memoria una entrevista con Mario Wainfeld de Página 12 en la que me planteaba que la “radicalización” no necesariamente daba resultados positivos para las grandes mayorías. En ese momento debatíamos sobre las revueltas en Chile y claro, si se entiende “radicalización” sólo por el aspecto revueltista y uno se queda con esa foto, seguro es así (aunque la movilización le impuso algunas derrotas a Sebastián Piñera). Pero la cuestión no es sobre el método, sino sobre la política e implica si se está dispuesto a avanzar sobre los pilares fundamentales que le dan sustento a la derecha y eso es lo que necesita del concurso de la movilización. Porque, por otro lado, la “moderación” tampoco es un camino al éxito asegurado y el ejemplo paradigmático de esto fue el Brasil gobernado por Dilma Rousseff. Adoptó, digamos, el 90 % de las demandas que le pedían los poderes fácticos del país continente y cuando ya había hecho parte de la tarea se la llevaron puesta, apoyados en el descontento popular que esas mismas políticas habían generado.
Foto I @hernanvitenverg
El debate o la interpelación, si se quiere, es para aquellos y aquellas que apoyan al Gobierno desde posiciones de centroizquierda, izquierda o progresistas. Me parece que deberían reflexionar ante el hecho inocultable de una derecha que no conoce límites ni escrúpulos. Porque se puede terminar en una versión trágica de esa parábola atribuida a Bertolt Brecht: esa que dice primero fueron por tales y tales y yo no me preocupé porque no pertenecía a ninguno de esos grupos. En este caso sería primero fueron por la defensa de empresas como Vicentin y yo no me preocupé porque me saqué de la cabeza toda idea de expropiación; después fueron por la deuda, pero yo no preocupé porque concedí bastante de lo que pedían los acreedores; después fueron por la reivindicación de otros empresarios y yo no me preocupé porque me banqué que pongan a Marcelo Mindlin, el macrista número 1 como empresario modelo; después fueron por la campaña de “seguridad” y no me preocupé porque le dimos una narrativa “manodurista” hasta que les duela con Sergio Berni a la cabeza.
Bueno, cuidado, porque después de todas estas concesiones, quizá un día estén golpeando a tu puerta y ya sea demasiado tarde.
domingo, 23 de agosto de 2020
18 de octubre: elecciones definitivas, inamovibles e impostergables en Bolivia
Vida de León Trotsky
Un día
El ministerio de Salud encontró 4 millones de vacunas vencidas en un frigorífico porteño
niciará una demanda penal a las autoridades ministeriales del gobierno macrista.
martes, 18 de agosto de 2020
Algunas aclaraciones para los anticuarentena:
ACORDATE DE ELLA { para los que salen a marchar }
Lo admitió
Para pensar
lunes, 10 de agosto de 2020
Carta abierta al menor (no por eso el peor) de la familia Leuco:
Carta abierta al menor (no por eso el peor) de la familia Leuco:
Cuando ya perdiste con todas las operaciones que armaron tus titiriteros y, no sólo no lograste que CFK fuera presa, sino que salieron todos ó casi todos los presos políticos que tanto festejaste.
Cuando te subiste al caballo de apostar al fracaso de la negociación de la deuda con los bonistas, que tus amos avalaron y aplaudieron al ser tomada, y lo que burlonamente llamabas (vos y los de tu equipo) Sacachispas enfrentándose a River y finalmente se logró acordando.
Cuando lo único que te queda es esperar el fracaso del gobierno en el manejo de la pandemia y celebrás que va a ser inevitable el aumento de casos, no hay excusa ni aclaración tardía que te pueda salvar.
Y sabés por qué?
Porque ese gesto, ese mismo gesto del que ahora decís que era por el rating (que estabas perdiendo 2.8 contra 4.5) y que sale tu padre putativo Lanata a justificar, significa la enfermedad de miles de argentinos, muchos de ellos seguramente seguidores de tu estúpido programa, además de votantes del idiota de Mauricio, y que posiblemente pasen a integrar la alta cifra de mortalidad de las próximas semanas.
No cualquier cosa es válida para oponerse a un gobierno. Hay cuestiones morales (que vos y tu padre seguramente no tienen la menor idea de qué carajos significan) que no se pueden sobrepasar ni siquiera en el peor de los casos.
El gobierno de tu admirado Macri fue, por lejos, el peor gobierno del período democrático, sin embargo yo jamás hubiera festejado que nunca hallaran al submarino ARA SAN JUAN ni a sus tripulantes para que se viera perjudicado, porque los tripulantes eran tan argentinos como yo (perdoná que no te incluya) y hubiera deseado que aparecieran con vida.
La diferencia entre vos y yo es que yo valoro ante todo la vida, porque es un bien insustituíble, y vos sos una de las peores especies de animales carroñeros de las que el mundo jamás extrañaría si llegaras a extinguirte.
Pero quedate tranquilo: hay cosas de las que nunca se vuelve.
Tu gesto es una de esas...
De Cristina
Escándalo: Macri le pagaba a Luis Majul con becas
Anoche en ADN de Tomás Méndez mostraron pruebas que indican que Luis Majúl era el alumno becado de Macri. Nos mentían con la meritocracia mientras usaban la plata de los pobres.
Escándalo: Macri le pagaba a Luis Majul con becas. El programa de becas Progresar se relanzó a comienzos de 2018 y desde el Ministerio de Educación de Alejandro Finocchiaro se anunciaban cambios destinados a estimular el esfuerzo y premiar el mérito, evitando conceder becas a quienes no cumplieran con los requisitos académicos.
Las becas estaban destinadas a estudiantes de bajos recursos económicos para ayudarlos a continuar los estudios.
Sin embargo, en la agenda del secretario privado del expresidente aparece el asunto para gestionar esta beca para el periodista de La Cornisa.
Mirá las pruebas de la agenda de Darío Nieto no te pierdas el vídeo del escándalo de que Macri le pagaba a Luis Majul con becas.
jueves, 6 de agosto de 2020
Recordando a Federico Engels
lunes, 3 de agosto de 2020
Peronismo y socialdemocracia Por Juan José Giani
Como queda dicho, eligieron para su proclama la figura del Manifiesto, estructura performativa de la narración que pretende combinar una misión trascendente con una sonora adecuación a los requerimientos de la época. Son palabras que se presumen portadoras de una verdad insoslayable, pero que deben pronunciarse de tal manera que su mensaje sea incisivo y a la vez accesible. Retórica sencilla pero no elemental, de alcance masivo pero no raquítico en sustancia teórica.
El género seleccionado impregna además la savia plena del escrito, pues transpira en él una lógica del inmediatismo, una sensación constante de que lo que allí se describe se mueve al ritmo de repercusiones inminentes. La obra interesa por sus tesis pero aún más por su espíritu, marcado por la vocación de anunciar eventos inaugurales de la humanidad. Es pertinente recordar que ese tono fundacional se vincula con las insurrecciones europeas del 48, tumultuosos movimientos nacionalistas y antimonárquicos que Marx y Engels imaginan como primer escalón hacia una radicalización en clave socialista conducida por el proletariado.
Pero sería un error no ver allí además (y principalmente) una perspectiva civilizatoria, un diagnóstico meduloso pero también militante acerca del porvenir científico de la modernidad. La impronta acelerada del libro traduce con precisión las certidumbres urgentes de sus autores, convencidos como estaban que el capitalismo se encontraba a las puertas del precipicio y un mundo sin explotadores ni explotados venía solicitando su irreversible irrupción en la historia.
El punto aquí es que esas vertiginosas apreciaciones no eran producto de un mero voluntarismo ético o algún milenarismo revestido con datos, sino consecuencia de concienzudas armaduras intelectuales. No se trata de un socialismo utópico sino científico, se dirá en aquellas horas, entendiendo por tal una capacidad para leer con sofística exactitud lo que lo que ellos entendían como regularidades infalibles de la historia. Ese equipaje de conceptos era por una parte de índole filosófico, y allí ayuda Hegel para pensar el devenir de la humanidad asentado en una racionalidad perfectiva, y por la otra económico, y allí vendrán las impugnaciones a los clásicos para demostrar que la insustentabilidad del capitalismo proviene de su estructura más íntima de funcionamiento.
Pues bien, siendo esto así, “El Manifiesto Comunista” detalla, entre la radiografía y el pronóstico, entre la justeza analítica y el entusiasmo revolucionario, aquello acerca de lo que nadie dudará al interior del marxismo durante varias décadas. Un modo de producción fenece, un horizonte de justicia se instala.
Como ya sabemos, las mentadas revoluciones no triunfaron, al menos con esa premura. Algo fallaba en el manual de predicciones y advertidos de esa inadecuación entre vaticinios liberadores y reticencias de lo real, se publican a finales del siglo XIX dos obras destinadas a ocasionar un sonoro estrépito. Son ellas “Los fundamentos filosóficos y sociológicos del marxismo” de Tomas Masaryk y “Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia” de Eduard Bernstein; aunque nos detendremos especialmente en la segunda pues su autor no era un personaje lateral en el universo del marxismo sino uno de los dos principales discípulos de Federico Engels.
La irreverencia de su pensamiento apunta a señalar que la inconsumación de las expectativas revolucionarias ya no podía ser endilgada a simples impericias tácticas, sino que sus razones debían rastrearse en los defectos teóricos de los padres de la doctrina. Las objeciones son varias pero la más incisiva apunta al núcleo primordial de las aspiraciones emancipatorias del marxismo, la noción de plusvalor. En breve síntesis, para Bernstein la disminución de la plusvalía absoluta (el número de horas trabajadas) derivada de los avances tecnológicas (plusvalor relativo) permitía simultáneamente el incremento de la tasa de ganancia de la burguesía y la disminución de la tasa de explotación del obrero, por lo cual la crisis de sobreproducción y de subconsumo que supuestamente preparan las condiciones para una implosión económico-social no se verifican.
Estas herejías, aunque tajantemente reprobadas por sus camaradas de ruta, inauguran un pliego de problemas muy desafiante para el decurso posterior de las izquierdas; aunque todos anudados por un elemento perturbadoramente común. El capitalismo, lejos de albergar fuerzas que dialécticamente llevan a su destrucción, exhibía aptitud para pergeñar su propia metamorfosis, esa que parece garantizarle una tolerable perdurabilidad en la historia. Si esto es así, entonces, la construcción del socialismo no vendrá de un polo antagónico que pulverice radicalmente sus bases, sino de su erosión progresiva y endógena. Paulatina acumulación de reformas que toma el nombre de evolución.
De eso se trata en síntesis lo que luego se da en llamar “Socialdemocracia”, confianza ética en un curso correctivo de las sociedades donde el Estado de Derecho no es apenas una máscara perversa que oculta cadenas de dominación, sino un territorio fértil para ir eliminando paulatinamente los rasgos más ominosos de la inequidad capitalista.
Esa corriente se vuelve antónima de “Bolchevique”, resonancia leninista que asocia la buena nueva de la humanidad con el poder soviético y la dictadura del proletariado. Los socialdemócratas descreen de ambas recetas, tanto por su tentación autoritaria como por su desprecio por el costado terapéutico de la ley y de la capacidad de mediar consensos transformadores al interior de la vida parlamentaria y los intersticios de la democracia burguesa.
Ambas facciones afirman que la ética alimenta la historia, aunque para cada una de manera diferente. Para los bolcheviques lo hace anunciando científicamente un estadio de igualdad acaparado por las clases más sufridas; para los socialdemócratas como ideal regulativo que permite sumar al cambio incluso a conciencias que provienen de las filas de los explotadores.
Exploremos ahora una dimensión que nos interesa particularmente. Se ha escuchado decir más de una vez que el Perón que retorna de su prologando y forzado exilio, había hecho un “giro socialdemócrata”. Esa supuesta mutación le granjea la simpatía de lo que ahora se conoce como peronismo racional y cosechó la inquina de aquella izquierda que esperaba verlo convertido en un émulo de Fidel Castro o Mao Tse Tung.
Es oportuno aquí señalar (para disgusto de las mentes más refractarias a su predicamento) que Perón fue un pensador que se empeñó siempre en preservar la coherencia de su Doctrina, pero aun así es imposible no ver a lo largo de su desarrollo dos tensiones constitutivas e insuperables. La primera, emana de una convivencia no sencilla entre el conflictivismo (que Perón toma de la filosofía de la guerra de Carl Von Clausewitz) y el comunitarismo (de inspiración aristotélica). Pendulación que explica tanto los perfiles más aguerridos como aquellos más conciliadores del movimiento. Ensayar los máximos niveles de concordia, sabiendo que persiste un componente inerradicable de antagonismo. He allí un posible apotegma de síntesis.
Y la segunda, más relevante a los efectos de estas notas, remite a lo que denominaremos su filosofía de la historia. En sus orígenes, el peronismo se concibe como un evento insólito, conceptualmente singularísimo, destinado a torcer la crisis de una civilización occidental carcomida por lo que Perón califica como “materialismo práctico”. Invención categorial que bajo el rótulo de tercera posición viene a brindar un remedio para un planeta desconcertado, sofocado por las tenazas geopolíticas del imperialismo norteamericano y el comunismo soviético.
En los 60 el clima es otro. Ese desconcierto ya amaina, restañado por un ciclo de procesos de liberación donde el peronismo pasa a considerarse el capítulo genuinamente argentino de una grata a indetenible transformación universal. Es la Hora de los Pueblos.
Ciertamente, en el vocabulario de Perón comienza a escucharse asiduamente la palabra “evolución” y una frase que hasta hoy merece ser mejor estudiada (“el nuestro es un país muy politizado pero al que le falta cultura política”); siendo que ambas cosas se hermanan en la necesidad de enhebrar grandes transformaciones más en base al diálogo que a la confrontación. Complejidad política sin dudas, pues Perón está persuadido que se aproxima el socialismo (nacional) pero a su vez diseña acciones pactistas incluso con aquellos que se aprestan a desestabilizarlo.
Es claro que en la gramática peronista el término “socialdemócrata” no es bien recibido. Se lo asocia (no sin razón) a tres peligros. 1) Docilidad frente a las presiones del capitalismo más concentrado. 2) Cosmopolitismo vacuo y poco receptivo de la densidad de las tradiciones nacionales. 3) Fetichismo de las instituciones que sobreestima el valor de una moral del consenso.
Estas atendibles aprehensiones deben mantenerse erguidas, pero si y solo si nos mostramos abiertos a pensar un tiempo que ya no es aquel de las justicieras batallas tercermundistas, y a escuchar sin prejuicios las inquietudes que aún resuenan del líder del movimiento. Cuando el Presidente Alberto Fernández menciona sus simpatías socialdemócratas podemos mensurarlas con interés, pero solo al precio de incorporar tres solicitudes. No olvidar que las garras imperiales subsisten (lo cual requiere mantener viva las épicas del nacionalismo), que la conflictividad acecha (lo cual implica la guardia en alto frente a los dueños del gran capital) y que las reformas institucionales no alcanzan (lo que invita a no desdeñar el protagonismo de los sectores más carecientes).
Los riesgos de un jacobinismo mal aplicado, un mundo ideológicamente adverso, una sociedad lastimada por el macrismo y los agobios de la pandemia hacen respetables las intenciones del Presidente, aunque tal vez sería conveniente ser más cuidadoso con la ambivalencia de los léxicos.
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