miércoles, 11 de diciembre de 2019

De Ardizzone


A solas con uno mismo -Cuando sacrifiques la amistad por el poder… -Cuando festejes el humor de los mediocres como la pobre copera lo hace con sus clientes… -Cuando te acostumbres a juzgar a los demás por la calidad de la ropa que visten… -Cuando mires con concuspicencia la mujer del amigo que te brindó la mesa, el techo y hasta el lecho… -Cuando juzgues despreciativamente a un borracho… -Cuando te erijas en juez inflexible de una prostituta… -Cuando te inclines por lo que te conviene y no por lo que realmente sientas… -Cuando después de tres días consecutivos adviertas que ni una sola vez levantaste los ojos al cielo… -Cuando digas, con la voz impostada del aforista, que deben existir los pobres y los ricos, los triunfadores y los fracasados, los dirigentes y los dirigidos… -Cuando te refieras a la gente y no te sientas incluído en ella… -Cuando no soportes más el trabajo que te impone tu mandamás y lo aceptes sin el asomo de una rebelión… -Cuando pronuncies por primera vez la palabra negro con asco… -Cuando te sientas ufano y orgulloso de ser blanco… -Cuando entones canciones de protesta porque está de gran moda cantarlas… -Cuando tus más queridos sueños literarios, cuando la espontaneidad de tu primer soneto, desemboquen en la prosa gris y árida de un memorándum ejecutivo… -Cuando asistas sin inmutarte a un desalojo… -Cuando proclames ante tus hijos tu brillante carrera de triunfador… -Cuando dejes de concurrir a los parques… -Cuando ya no te quede la posibilidad de un asombro, ni un resto de candor, ni una lágrima para una pena, ni el estremecimiento para un abrazo de hermano, ni el valor para jugarte en un gesto… -Cuando pierdas la facultad de arrepentirte… -Cuando seas incapaz de perdonar… -Cuando te sientas vacío para querer… Entonces, ¿de qué te servirá el poder, de qué el dinero, de qué los amoríos fáciles, de qué las frases huecas, de qué tu propia vida? Porque entonces, con solo mirarte al espejo, comprobarás que te has transformado en lo que se dice, comúnmente… ¡UNA MIERDA!!! Osvaldo Ardizzone

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