Proletarios Unidos, vieja consigna del padre del Socialismo Ciéntifico Carlos Marx, es un espacio que intentará reflejar, acercar y unir a todos aquéllos que se sientan parte de la clase trabajadora sin distinciones de partidos o ideologías. Así y con respeto, la idea es volcar temas, consignas, debates , opiniones, etc, para fomentar, acrecentar, valorar y concientizar el papel, el rol y los derechos de la clase trabajadora. Como manda la historia nacemos un 1 de mayo.
martes, 2 de noviembre de 2021
Marx amaba la libertad
UNA ENTREVISTA CON
WILLIAM CLARE ROBERTS
TRADUCCIÓN: VALENTÍN HUARTE
Marx nos dejó un análisis muy riguroso del capitalismo, no tanto porque haya cedido ante sus pasiones académicas, sino porque deseaba comprender las estructuras que había que superar para conquistar un mundo libre de dominación.
ué tienen en común El capital, la obra maestra de Marx, y el Infierno de Dante? Y, más importante todavía, ¿qué puede enseñarnos hoy la crítica de la economía política, escrita en parte para debatir con los movimientos socialistas de su época?
En su libro Marx’s Inferno: The Political Theory of Capital, el politólogo William Clare Roberts sostiene que las ideas de Marx no conducen únicamente a las entrañas económicas del sistema capitalista, sino que apuntan a construir un mundo libre de dominación. En ese sentido, el libro conserva un enorme potencial en una época en la que no dejamos de plantearnos cómo será la política del futuro y cuáles son los medios para alcanzarla.
En el marco de su programa de radio, Against the Grain, Sasha Lilley conversó con Roberts sobre Marx, El capital y la política de la libertad. A continuación, presentamos una versión abreviada de la entrevista.
Tu argumento es que, en el primer tomo de El capital, Marx utilizó conscientemente el modelo del Infierno de Dante.
WCR
Efectivamente, Marx tomó prestada la estructura del Infierno de Dante. Conducir a sus lectores a las tinieblas no era nada excepcional entre los socialistas del siglo diecinueve. En la época en que Marx escribió El capital, las definiciones de la economía industrial como un infierno social eran moneda corriente.
Los lectores de Marx tienen que seguirlo a través del camino abrasador de esa ciencia social contemporánea que es la economía política. Es significativo, pues la creencia de que los individuos no se vinculan con la humanidad de forma genérica, sino en función de las formas particulares de relaciones sociales que los entrelazan unos con otros, es una idea que acompañó a Marx desde su juventud. En uno de sus primeros textos se refiere a esa realidad como «el conjunto de las relaciones sociales».
Como sea, es un aspecto distintivo del socialismo de Marx. Marx argumentó que todo lo que los socialistas consideraban aberrante en los capitalistas —a saber, la codicia, o ciertos rasgos morales de los individuos— era una propiedad de ese ensamblaje de relaciones sociales, es decir, de la forma en que el capital organizaba la sociedad. Así es como llegó a servirse de Dante. Conduce a sus lectores a través de la economía política, mostrándoles que toda esa malicia que los lectores socialistas atribuyen al capitalismo, hunde sus raíces en el capital como formación social y no en los compradores, vendedores, productores y comerciantes individuales.
SL
Como bien dijiste, las críticas de aquella época estaban formuladas en clave moral. ¿Qué sentido político tiene en ese contexto la posición antimoralista de Marx?
WCR
Su posición introdujo dos cambios importantes en las ideas, la práctica y la política socialistas. En primer lugar, la teoría marxista no divide al mundo entre gente buena y gente mala. Por ejemplo, ¿por qué el proletariado es especial para Marx? No porque aloje ciertas cualidades morales que lo hacen más puro o inocente que el resto de la sociedad. Es especial porque tiene el poder y el interés de transformar la sociedad en un sentido socialista.
En segundo lugar, Marx no pretendió definir con exactitud los contornos de una hipotética sociedad poscapitalista. Se contentó con formular una crítica de la economía política y del capital. No era un socialista utópico, no pintó un cuadro basado en sus deseos ni nos dejó un mapa exacto que indique cómo organizar la sociedad: todas esas son cosas que nos toca resolver a nosotros.
En parte, toda esa «despersonalización» del asunto implica asumir que no tenemos una respuesta prefabricada. Definitivamente no se trata solo de traspasar el poder a un nuevo grupo de personas. Si queremos evitar los problemas que los socialistas diagnostican en la economía actual, debemos encontrar una nueva manera de organizar la sociedad y una nueva manera de organizar la producción de la riqueza.
SL
Otro argumento que encontramos en tu libro es que El capital está muy comprometido con la política, los debates y el movimiento socialista de su época. ¿Cómo definirías el contexto político en el que surgió el primer tomo de El capital, publicado por primera vez en 1867?
WCR
El fenómeno más importante en los escritos de madurez de Marx es la Asociación Internacional de Trabajadores, en la que él participó activamente desde 1864 hasta 1871, cuando la organización se disolvió frente a los acontecimientos de la Comuna de París. Esa es la audiencia a la que se dirigía El capital de Marx. De hecho, en el marco de los debates de la Internacional, muchos de los argumentos de El capital adoptan una voz más polémica y aguda.
SL
¿Qué temas abordaban los escritores socialistas con los que debatía Marx?
WCR
Los temas variaban, pero ciertas semejanzas atravesaban todas las formas de socialismo contra las que reaccionó Marx. El gran enemigo de Marx fue Pierre-Joseph Proudhon, contra quien dirigió una parte considerable de sus críticas. La mayoría de los socialistas —Proudhon incluido— concebían la economía moderna como una secuela prolongada del feudalismo. Pensaban que el poder de los industriales manaba de la conquista de la tierra de los señores feudales. Concebían a la economía moderna como una herencia del pasado utilizada para monopolizar el poder y la riqueza, y maltratar a los trabajadores que no habían heredado nada.
En otras palabras, la mayoría de los socialistas con los que debatía Marx se oponían al capitalismo en los mismos términos en que se oponían a las conquistas y a la vieja aristocracia. Marx, por supuesto, pensaba que era un error, pues de esa forma se subestimaba la diferencia entre la economía moderna y la economía precapitalista.
Tanto Proudhon como otros socialistas admiraban las relaciones comerciales. Pensaban que si se lograba purificar al mercado del poder acumulado en ciertos extremos, la gente sería capaz de realizar intercambios libres y justos. Marx pensaba que esa idea también era errónea, pues subestimaba la relación entre trabajadores y capitalistas y no daba cuenta de la forma en que operaban el mercado y el poder. Cuando los trabajadores venden su fuerza de trabajo a los capitalistas, no caen bajo los designios de un monopolista local. Obedecen la voluntad de alguien que también es presa del mercado. Eso modifica significativamente la relación entre patrones y trabajadores.
La gente suele notar que el rasgo distintivo de Marx es que no pone el eje en la distribución, sino en el trabajo y en las condiciones de producción. Aunque es verdad, no debería perderse de vista que, según Marx, el mercado es un aspecto clave de las operaciones de producción del capitalismo.
Marx reconoce que el capitalismo desarrolla la tecnología y nuevos métodos de producción. También reconoce que el capitalismo se sirve del trabajo humano y atenta contra el cuerpo como si fuera solo un recurso a ser explotado. Ambas cosas remiten a la centralidad que tiene el mercado en la producción capitalista. Si el capitalismo es tan dinámico y explotador, es porque la relación entre capitalista y trabajador está mediada por el mercado.
SL
¿Cómo llegó Marx a desarrollar esas ideas sobre el mercado en el debate con sus contemporáneos?
WCR
Marx se aisló durante toda la década de 1850 y la primera parte de la de 1860. Después del fracaso de las revoluciones de 1848, terminó exiliado en Londres. Durante los años que siguieron, rompió con la mayoría de las personas con las que se había vinculado durante la revolución de 1848, salvo, por supuesto, con Friedrich Engels. En vez de participar de la organización política, se puso a estudiar.
No solo estudió economía política. Leía los trabajos de Proudhon y literatura socialista en general. Estaba al tanto de lo que sucedía en casi todas partes. Durante el período, elaboró una serie de ideas e intuiciones sobre los problemas del socialismo proudhoniano o saint-simoniano, y los intentos de los owenitas británicos de garantizar intercambios de trabajo, bazares solidarios y nuevas formas de cooperación.
SL
¿Cómo entendían la explotación los intelectuales que precedieron a Marx, especialmente los seguidores de Henri de Saint-Simon?
WCR
La concepción premercantil de la explotación es intuitiva. Sigue vigente en la actualidad: la idea es que los patrones se aprovechan de la debilidad y de la pobreza de sus trabajadores. Los trabajadores son pobres, no tienen propiedad, así que tienen que trabajar para otros que tienen riqueza y son capaces de extorsionarlos.
Es una concepción intuitiva de la explotación. Es un fenómeno real y es bastante transparente. Los saint-simonianos adoptaron una perspectiva de ese tipo, según la cual el problema era la persistencia hereditaria de enormes porciones de tierra. Otros movimientos actuales siguen centrándose en el ataque contra la concentración de la riqueza. Es fácil asociar la riqueza concentrada con la herencia y con el supuesto ocio de los ricos.
Pero Marx pensaba que todos esos discursos pierden de vista el rasgo distintivo del trabajo moderno, que no pasa tanto por el hecho de que el propietario de la empresa saque ventaja de la dependencia de los trabajadores: en cambio, lo que motiva al empleador capitalista moderno es su propia dependencia del mercado, es decir, la necesidad de vender sus productos con un valor añadido. Eso es lo que lo dispone a exprimir tanto trabajo como sea posible y de las formas más creativas que cabe imaginar. Es una idea que los socialistas premercantiles pasaron por alto.
SL
Marx también hablaba de acumulación originaria. ¿Qué significa eso?
WCR
El término deriva de Adam Smith. La idea es que tiene que haberse desarrollado una acumulación original de activos productivos. Según Smith, para que progrese la actividad productiva, tienen que reunirse de alguna manera los medios de producción necesarios.
Marx transformó esta idea y la denominó acumulación originaria. Los capitalistas pueden contratar trabajadores porque acumularon riqueza y tienen los medios de producción bajo control. ¿De dónde viene todo eso? Los apologistas smithianos de la producción capitalista tendían a pensar que la acumulación originaria de capital provenía del trabajo duro de los propietarios o de sus virtudes ahorrativas. Los socialistas tendían a pensar que, de una u otra forma, la situación era fruto del robo.
En su discusión sobre la acumulación originaria, la contribución más importante de Marx es el señalamiento de que no son los capitalistas los que desarrollaron la acumulación originaria. No podría ser de otra forma, pues dicha acumulación marca justamente el origen del capitalismo. Los capitalistas no pueden precederse a sí mismos y acumular riqueza con el fin de convertirse en capitalistas.
Marx, en cambio, nos brinda un relato histórico y los protagonistas son, por un lado, los terratenientes feudales que, sin querer, crearon a los capitalistas cuando desplazaron a la mayor parte del campesinado de sus tierras, pues los pocos campesinos que se quedaron se empoderaron y se convirtieron en capitalistas agrarios, contrataron a sus hermanos expropiados y trabajaron la tierra de la que tuvieron la suerte de no ser despojados.
El segundo gran protagonista es el Estado, agente fundamental de la acumulación originaria. Esto obedece, en parte, a que, durante las primeras etapas de la modernidad, el Estado se volvió dependiente de los impuestos, que solo podían provenir de la acumulación económica y del desarrollo capitalista. Por lo tanto, el Estado tenía un incentivo poderoso para fomentar las condiciones de la acumulación capitalista y lo hizo, en parte, expropiando a las masas y concentrando la riqueza de forma tal que pudo ser utilizada como un punto de partida de las empresas capitalistas.
SL
Otra idea que aparece en tu libro y que la crítica académica no suele considerar es que Marx se inspiró en el republicanismo. ¿Qué significa republicanismo en ese caso?
WCR
En vez de republicanismo, tal vez sea mejor hablar de política antidominación. Me refiero con eso a toda la literatura que pretende recuperar y rehabilitar la tradición de pensamiento político de la república romana. Otros prefieren hablar de pensamiento político neorromanista. El pensamiento político antidominación se distingue por su concepción particular de la libertad: es necesario liberarse de la dominación. Es un aspecto central en la teoría de Marx.
La dominación es el poder que alguien tiene de interferir en la vida y frustrar los deseos de otro. Ese otro no tiene un poder compensatorio. No puede detener al primero. Sus protestas son insignificantes. Por lo tanto, quien domina puede hacer lo que quiera. Para ser libres, debemos liberarnos de ese poder. Si leemos a Marx con esa idea de la libertad en mente, se aclaran muchos de sus conceptos.
SL
¿Por qué esa idea es tan importante hoy?
WCR
La dominación es clave en el mundo político contemporáneo. El movimiento #MeToo mostró que, cuando los hombres están en una posición de poder, son capaces de forzar a las mujeres a participar de actos sexuales sin utilizar necesariamente una fuerza coercitiva. El hecho de que tengan poder sobre los medios de vida de las mujeres, y el hecho de que las mujeres estén convencidas de que no son capaces de contrarrestarlo, tiene efectos, aun cuando no existan amenazas reales.
Lo mismo vemos en el caso de las políticas migratorias. Uno de sus efectos colaterales es que los inmigrantes evitan llamar a la policía o ir a los hospitales en casos en que necesitan hacerlo. Tienen miedo de lo que podría pasarles. El mero saber de que la policía podría llamar al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas —y que sus familias podrían ser destrozadas y deportadas— tiene efectos considerables sobre sus vidas.
El fenómeno de vivir con miedo a ser víctima del poder de alguien, aun cuando esa persona no esté haciendo nada, es una realidad fundamental para la crítica de Marx del mundo del trabajo y del mercado en general.
SL
Muchas veces suelen atribuírsele a Marx los crímenes del sistema soviético. Se lo acusa de haber elaborado una serie de ideas que promueven, no la libertad, sino la dominación. Pero lo que decías recién parece estar más emparentado con la tradición anarquista. ¿Cómo se relacionan las ideas de Marx con esa tradición?
WCR
Cada vez hay más trabajos que estudian el vínculo entre la tradición anarquista y la política antidominación. Todas las tradiciones políticas del siglo diecinueve hunden sus raíces en modos de pensamiento más antiguos, pero las contradicciones están en todas partes. La tradición anarquista con la que estaba familiarizado Marx tendía a pensar la libertad como la independencia radical de los individuos: liberarse de la dominación es liberarse de la dependencia de los otros, al menos de la dependencia no consentida.
El punto de partida de Marx es similar: aborrece la dominación. Pero Marx pensaba que, en la modernidad, la independencia era imposible e indeseable, y que el desarrollo de la economía capitalista entretejía lazos de dependencia cada vez más fuertes entre gente que jamás llegaría a conocerse personalmente.
En mi libro escribí que Marx deseaba una libertad sin independencia. Pretendía recuperar la vieja noción de libertad sin dominación, pero también hacerla compatible con un sistema en el que dependemos unos de otros en el marco de una enorme cooperación social. En ese sentido es posible despejar ciertas ideas de lo que significa liberarse de la dominación.
En comparación con los anarquistas de su época, Marx mostró mucha más simpatía por los sistemas de reglas enormes y relativamente impersonales tan típicos del mundo moderno.
SL
Hay muchos debates sobre el supuesto determinismo histórico de Marx. Al estudiar la lógica del sistema capitalista, Marx argumenta que sigue sus propias reglas y su propia trayectoria. En cierto punto, las contradicciones internas llevarán a su fin. En términos políticos, entonces, debemos oponernos al capitalismo, no tanto porque sea moralmente malo, sino porque podemos jugar un rol activo en esa desaparición, de todas formas inevitable. ¿Es así? ¿La crítica del moralismo tiene consecuencias que hoy tal vez hoy no son tan deseables, o sigue siendo un punto de vista ventajoso?
WCR
En términos históricos, Marx se opuso al moralismo haciendo énfasis en la naturaleza sistemática de la realidad y en que no elegimos las circunstancias en las que nos encontramos. Algunos seguidores de Marx —y también sus críticos— interpretaron sus ideas en un sentido determinista.
La forma de precavernos de este peligro es poner el énfasis en que la naturaleza sistemática del régimen que queremos transformar debe ser un motivo de estudio. En otras palabras, justamente porque es un sistema, debemos comprender cómo se relacionan sus partes y la dinámica que lo impulsa.
Pero creo que Marx nunca consideró que sus ideas llegarían a ser tomadas como argumentos de cierto mecanicismo determinista, es decir, de esa concepción que afirma que algo nuevo y mejor surgirá necesariamente del capitalismo. Para Marx, siempre se trató de comprender que hay un gran grupo de trabajadores que comparten el interés de cambiar el sistema porque son los más explotados, y, como ocupan un lugar clave en el funcionamiento del sistema, tienen el poder de transformarlo. Siempre pensó que sería la acción de los trabajadores la que pondría fin al capitalismo y no la lógica inevitable de sus operaciones.
SL
¿Qué nos enseña El capital a quienes queremos terminar con el capitalismo? ¿Es posible pensar una vida poscapitalista?
WCR
Quienes busquen recetas no estarán contentos con mis estudios sobre Marx. Pero si llegamos a comprender la noción de libertad en función de la cual Marx se opuso al capitalismo, tal vez podemos utilizarla para preguntarnos: ¿Qué tipo de instituciones serían capaces de liberar de la dominación a todo el mundo y en igual medida? Es una pregunta muy amplia. Es una pregunta que los socialistas no se plantearon. Es una pregunta que los anticapitalistas no se plantean. Es una pregunta que amerita un gran esfuerzo de pensamiento, pues hay muchas intuiciones divergentes.
Es relativamente fácil identificar las circunstancias, las situaciones y las acciones que nos resultan aberrantes. Pero es más difícil encontrar el tipo de instituciones y prácticas que podríamos adoptar a gran escala y conquistar un electorado capaz de presionar a favor de la adopción de esas instituciones y prácticas.
Marx nos abrió la puerta para plantear esas preguntas. No creo que él haya pensado que encontró una respuesta satisfactoria. Tenía una gran esperanza en la capacidad de la gente común para juntarse, organizarse y descubrir formas de vida libres.
Como sea, los problemas que enfrentamos hoy son mucho más grandes que los que enfrentó el movimiento obrero del siglo diecinueve. Por lo tanto, es fundamental pensar en elecciones, planes de acción y formas de organización. Todo eso es muy importante y suele ser subestimado.
Sobre la entrevistadora
Sasha Lilley es presentadora y productora del programa de radio Againstthe Grain, autora de Capital and Its Discontents: Conversations with Radical Thinkers in a Time of Tumult, and coautora de Catastrophism: The Apocalyptic Politics of Collapse and Rebirth.
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