No hace falta observar las banderas españolas que portaban los granaderos a caballos, para advertir la claudicación del gobierno macrista en todas las esferas. Esta vez y de acuerdo a como era previsible, contra la voluntad de muchos argentinos entre los cuales habrá quien los defienda, de forma inconsciente e irresponsable, Macri anunció públicamente el respaldo a la intervención norteamericana en Siria, poniendo al país en la boca del huracán.
El propio presidente había dicho en el pasado que una eventual recuperación de las islas Malvinas, constituiría un “gasto innecesario” para la Nación si se tienen en cuenta los poco más de dos millones ochocientos mil kilómetros cuadrados de su extensión. Quizás allí sea posible entender la naturaleza “desprendida” del presidente, entregando cientos de hectáreas que incluyen lagos o paisajes a sus amigos ingleses y norteamericanos. Pero al oír acerca de una intervención argentina en el exterior, se pierden las pistas de las prioridades de Macri a la hora de administrar, así como queda al descubierto el rumbo de su gobierno.
Entrega
Toda claudicación tiene su precio al margen de la maldición histórica sobre la cabeza de los dirigentes proclives a enrumbar a la Argentina en el marco de la dependencia histórica. A menudo, Estado Unidos suele soltar la mano de los dictadorzuelos o en el mejor de los casos, de títeres “democráticos” del estilo del actual ocupante de la Casa Rosada, muy a pesar de que les basta salir del país con un par de valijas y cuentas “off shore”. Pero el estigma del vaciamiento lo carga la ciudadanía sobre los hombres, sin distinguir entre kirchneristas o partidarios del “cambio”.
Retomar las “relaciones carnales”, lleva implícito el eventual riesgo de sufrir atentados. No importa cuánto puedan servir los hechos para mantener distraída a la opinión pública de los delitos cometidos por la pandilla instalada en el poder. En la década de los años noventa, la respuesta a la alineación fueron los atentados a Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y la Embajada de Israel, con su consecuente saldo de víctimas.
Desde luego, si algo quedó lo suficientemente claro es que a Macri no le interesan los argentinos en lo más mínimo. Ni siquiera los muertos, sean los treinta mil desaparecidos durante la última dictadura militar, los caídos bajo la represión de la gendarmería rabiosa o los cuarenta y cuatro submarinistas del ARA San Juan, torpedeado al ignorar haber entrado en la zona de exclusión impuesta por Gran Bretaña en las Malvinas. Esas mismas islas que Macri habló incluso de venderles. Los responsables de los dos primeros, fueron indultados o sobreseídos. En cuanto al crimen de guerra, fue omitido, silenciado y se ocultaron la totalidad de las pruebas que podían implicar al gobierno.
¿Conscriptos en Siria?
Se desnudan las verdaderas intenciones del macrismo para satisfacer sus necesidades de “carne de cañón”, de “disciplinar a la sociedad” de manera drástica, cuando a nombre del incremento de la inseguridad instalada a través de los medios adictos y la carestía económica promovida desde el gobierno neoliberal, pretende volver a imponer el servicio militar obligatorio.
Los falsos argumentos pegados con saliva sobre la justificación ignorante o premeditada, sucumben como en este caso, porque nadie debería suponer la preservación de los valores ético – morales garantizada, dejando la juventud argentina “al cuidado” de quienes lejos de arrepentirse de sus crímenes aberrantes, siguen saliendo a las calles a reprimir y matar ciudadanos de a pie.
Pese al actual envío de contingentes militares argentinos a varias partes del globo, los cuales pretenden blindarse a la vista de la opinión pública, con tal de congraciarse con sus aliados en el exterior, el macrismo no descartaría enviar conscriptos a Siria, Irak, Afganistán u otro destino determinado. A diferencia de mil novecientos ochenta y dos, en lugar de defender la soberanía nacional viajarían a proteger los intereses de las distintas potencias mundiales sedientas de petróleo.
Peligro
A nivel geopolítico, la Argentina no sólo se expone al riesgo de pérdidas humanas en el exterior, sino al de sufrir atentados a objetivos militares, económicos y civiles extranjeros que afectarán a la población.
Pero lo peor resulta de imaginar con repugnancia el beneplácito de ciertos sectores de la población, festejando el “viraje” político de “no pagar ganancias”, “dejar de mantener vagos”, aunque ahora les cueste más mantener a los beneficiados de un gobierno deshonesto y junto a los costes futuros que esto demanda, quizás hasta el de las lágrimas de cocodrilo para llorar a las eventuales víctimas de su familia.
Escribe: CARLOS ALBERTO RICCHETTI (DNI: 20573717)
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