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lunes, 2 de noviembre de 2020
El conflicto de los Etchevehere: la herencia y el “derecho natural” a la propiedad privada
El enfrentamiento entre Dolores y Luis Etchevehere abrió el debate sobre el abuso patriarcal, los fraudes y las estafas dentro de las familias terratenientes, pero también la usurpación de la tierra por la oligarquía y la propiedad privada. El proyecto Artigas y la defensa de la propiedad privada.
La denuncia de Dolores Etchevehere y la ocupación junto al Proyecto Artigas de tierras en disputa con su hermano, el ex ministro de agricultura de Mauricio Macri, Luis Etchevehere, quien movilizó una guardia blanca de productores agropecuarios, esta en el centro de la atención publica.
Tradición, Familia y Propiedad
El origen de las tierras de la familia Etchevehere se remonta a mediados del siglo XIX, cuando en la localidad de Diamante donde Luis Bernardino Etchevehere se radica y funda la estancia La Esperanza que llegó a tener 5000 hectáreas. Uno de sus hijos, Luis Lorenzo Etchevehere, fue gobernador de Entre Ríos por la Unión Cívica Radical Antipersonalista, entre 1931 y 1935, años en los que regía el llamado fraude patriótico. Durante su gobernación se elimina el impuesto a las herencias para grandes terratenientes. Como parte de su trayectoria destaquemos su participación en las elecciones de 1963, como candidato a vicepresidente, junto al fusilador de obreros en los basurales de José Léon Suárez, Pedro Eugenio Aramburu.
El origen de las fortunas de la oligarquía argentina se basó en la usurpación de los pueblos originarios, llevada a cabo en Entre Ríos por los sacerdotes jesuitas, en la persecución del gaucho y en negar el legado de José Gervasio Artigas, de fuerte presencia en el Litoral, de estimular algún tipo de reparto de la tierra pública y de los emigrados a España durante la guerra de independencia.
Esta herencia de saqueo disputan los hermanos Etchevehere, integrantes de lo que Domingo Faustino Sarmiento llamaba con desprecio: “la aristocracia con olor a bosta que gobierna la República”, responsable del atraso y la dependencia nacional.
Se creen los dueños de todo
El legado familiar de usurpación de territorios es una tradición de la familia Etchevehere. Según denuncia Proyecto Artigas “Casa Nueva, uno de los cinco campos de la familia Etchevehere, está ubicado en la entrada de Santa Elena, una ciudad-fábrica que creció alrededor del Frigorífico Santa Elena. Luego de varias privatizaciones fallidas, en la década del 80 el frigorífico pasó a manos estatales y cerró definitivamente sus puertas en 1993. El Estado despidió a los trabajadores entregándoles tierras como parte de la indemnización, pero sin título de propiedad. En 2004, el gobernador Busti decidió liquidar los bienes del frigorífico, incluidas las tierras donde producían los ex trabajadores del frigorífico. En 2007, los Hermanos Etchevehere obtuvieron 370 hectáreas de estas tierras a partir de sus contactos políticos y judiciales. Pagaron solo el 10 % de su valor. Hasta entonces, esas tierras eran utilizadas por la Escuela Agrotécnica Nº 151 en la Estancia El Quebracho, lindera a Casa Nueva. Pero, uno de los lotes estaba arrendado hasta el 2010.pEntonces, Juan Diego Etchevehere a la cabeza de un grupo armado, ingresaron al lugar a punta de escopeta, destruyeron los cultivos de los arrendatarios y corrieron el alambrado. Este acto fue calificado como usurpación”.
Un campo robado al Estado y a los ex trabajadores de los frigoríficos reclaman como propio ambos bandos de la familia Etchevehere. Como señaló muy bien Myriam Bregman sobre el caso, citando a Rodolfo Walsh, se creen los dueños de todo.
Proyecto Artigas o la defensa de la propiedad privada
La disputa abierta dejó en claro los métodos mafiosos y el desprecio patriarcal hacia Dolores Etchevehere por parte de su madre y sus hermanos. Pero lo que llama la atención es la defensa de la propiedad privada de Dolores por parte de Proyecto Artigas y Juan Grabois.
Precisamente, según declaran los integrantes del proyecto, su constitución se debe a tal fin: “El abordaje del Caso Etchevehere parte de un diagnóstico contundente: las estrategias utilizadas durante 11 años de investigación y denuncia fracasaron porque los planteos meramente jurídicos, independientemente de su solidez técnica, no alcanzan para enfrentarse a un entramado de corrupción política, judicial e intereses económicos. Este diagnóstico dio origen a Proyecto Artigas como una red integrada por movimientos sociales, profesionales del derecho, la comunicación y el cuidado del ambiente, que juntos buscamos verdad, justicia y reparación. Para lograrlo, además de un despliegue jurídico estratégico, conformamos un dispositivo de comunicación y transparencia que fomenta la participación y el debate acerca de los temas de interés público que se derivan del caso; y acompañamos a Dolores Etchevehere en el ejercicio de sus derechos hereditarios a partir de la posesión pacífica de una parte de sus bienes (…). Un grupo de campesinos sin tierra, militantes y organizaciones ambientales hemos decidido acompañar a Dolores Etchevehere en la recuperación de la Estancia Casa Nueva, ubicada en La Paz, Entre Ríos. Juntos, hemos conformado Proyecto Artigas y hemos plantado, en la tierra que le pertenece por derecho natural, la primera semilla de una reparación histórica”.
Invitamos a una lectura atenta. No se constituyen como agrupamiento para luchar por la reforma agraria o la nacionalización de la tierra, sino para garantizar el ejercicio del “derecho natural” a la propiedad históricamente usurpada de una oligarca despojada. Precisamente en nombre del “derecho natural” los varones Etchevehere encabezados por el ministro macrista Luis, envían sus guardias blancas a cercar el terreno y amenazar a sus ocupantes. Por otro lado, el progresismo kirchnerista moviliza a sus militantes no bajo el supuesto histórico del peronismo de que el enemigo es la oligarquía, sino para defender el “derecho natural” de la parte desplazada de la misma familia oligárquica. Dicho sea de paso, Proyecto Artigas no movilizó un solo militante en defensa de los sin techo de Guernica que luchan por la tierra para vivir y ponen al desnudo la usurpación de los terrenos fiscales por la especulación inmobiliaria.
Derecho de herencia y propiedad privada
En este caso se conjugan dos situaciones, una avanzada reaccionaria, a cuyo frente está la Sociedad Rural y los grandes medios, que utiliza argumentos retrógrados y amenaza a los ocupantes. En el contexto del estallido de una crisis por la vivienda con epicentro en Guernica, pero extendido a todo el país, se trata de una amenaza de la derecha alentada por la oligarquía contra todas las tomas de tierra. Por otro lado, una disputa por la herencia donde la denuncia de usurpación está focalizada en el daño causado a Dolores Etechevehere y no en la ilegitimidad histórica de la propiedad privada de la tierra de la oligarquía.
El derecho de herencia responde a la necesidad del burgués y el terrateniente de transmitir a los hijos sus riquezas. Es decir que jurídicamente la familia burguesa es una organización económica y la propiedad privada fruto del esfuerzo individual.
Este es el origen de la meritocracia que tanto alaban los derechistas y critican moralmente los progresistas. Como sostenía Federico Engels en su clásico El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, el derecho de herencia nació: “de la concentración de grandes riquezas en las mismas manos —las de un hombre— y del deseo de transmitir esas riquezas por herencia a los hijos de este hombre, excluyendo a los de cualquier otro”. Por otra parte, la propiedad privada capitalista no es fruto del esfuerzo del individual sino de la apropiación de lo producido por los trabajadores, mediante la explotación de la fuerza de trabajo y de la perpetuación de esa propiedad privada sobre los medios de producción (las máquinas y las tierras) mediante la herencia.
La derecha pone el grito en el cielo sobre el derecho sagrado y “natural” de la propiedad privada y pretende ocultar que quien priva del acceso a la propiedad de la vivienda al pueblo trabajador o a la pequeña propiedad para la subsistencia de los peones rurales es, precisamente, el capitalismo, donde rige el poder de la gran propiedad industrial y terrateniente.
El acceso a la tierra y la vivienda para millones de trabajadores, así como el uso común de la tierra para provecho social, son demandas democráticas que el capitalismo niega. El progresismo ha renunciado a exigir que las mismas sean cumplidas. En lugar de luchar por la nacionalización de la tierra, única manera de terminar con el atraso y la dependencia y avanzar en resolver el problema de la vivienda, el progresismo capitula frente a los intereses de los especuladores inmobiliarios como hacen Alberto Fernández y Axel Kicillof en Guernica y la busca de la alianza de una oligarquía “compañera”, en lugar de terminar con esa expresión del parasitismo social.
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