Proletarios Unidos, vieja consigna del padre del Socialismo Ciéntifico Carlos Marx, es un espacio que intentará reflejar, acercar y unir a todos aquéllos que se sientan parte de la clase trabajadora sin distinciones de partidos o ideologías. Así y con respeto, la idea es volcar temas, consignas, debates , opiniones, etc, para fomentar, acrecentar, valorar y concientizar el papel, el rol y los derechos de la clase trabajadora. Como manda la historia nacemos un 1 de mayo.
martes, 13 de septiembre de 2022
De Leopoldo Moreau
Hace 92 años se producía el Golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 que derrocó al primer Presidente elegido por el pueblo.
El protagonista principal de la asonada militar fue el General José Félix Uriburu, un apellido que en estos días nos volvió a ser familiar.
El golpe no se produjo espontáneamente, sino que fué la consecuencia de un clima de época que fué paciente y meticulosamente preparado y trabajado por círculos del poder económico nacional y extranjero. Y tuvo en el Diario Crítica (el Clarín de aquel entonces) su principal punta de lanza. Convencieron a un sector de la sociedad de que Yrigoyen era corrupto, no estaba en uso de sus capacidades mentales y, con el apodo “El Peludo”, lo hicieron aparecer como un personaje siniestro que vivía en la oscuridad.
El golpe del 6 de septiembre tuvo una característica muy particular y es que obtuvo el aval y la legalidad que le otorgó un fallo de la Corte Suprema de Justicia de aquel entonces que, siguiendo un dictamen del procurador Horacio Rodríguez Larreta, otro apellido que nos resulta familiar en estos tiempos, sostuvo que los golpistas “al tener el monopolio y el uso de la fuerza garantizaban la continuidad jurídica del Estado. Pero ese respaldo de la Corte no fue gratis. A cambio, el dictador Uriburu cambió una regla existente hasta ese momento que determinaba que el Presidente de la Corte era elegido por el Presidente de la Nación. De ahí en más, el Presidente de la Corte fué elegido por sus propios pares, acentuando su poder corporativo.
Apoyado en ese viso de legalidad, el Gobierno de Uriburu decretó la Ley marcial. Hubo fusilamientos y encarcelamientos masivos de opositores. Se llenaron de presos políticos la cárcel de Ushuaia y la Penitenciaría nacional, e Yrigoyen fué encerrado en la Isla Martín García. Se empezó a aplicar sistemáticamente el método de la tortura con la picana eléctrica en manos de Leopoldo Lugones hijo. Hipólito Yrigoyen fue juzgado y condenado por delitos que nunca cometió porque en aquellos tiempos también había jueces al servicio del poder y fiscales como Luciani y Mola.
Cuando con el paso del tiempo Uriburu le ofreció un indulto, Yrigoyen lo rechazó.
El golpe inició un largo período donde la Patria quedó sola e indefensa.
Para darle continuidad a lo que se consideró “la década infame”, se usó como herramienta el “fraude patriótico”. Y en ese ínterin se firmó el Pacto Roca-Runciman que fue el estatuto del vasallaje colonialista más vergonzoso de la historia nacional, denunciado por intelectuales como Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz y Homero Manzi entre otros.
Como salta a la vista, no hay nada nuevo bajo el sol. La historia se repite como tragedia.
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