La jueza del máximo tribunal cometió un error gravísimo, puso a disposición su voto para habilitar un mecanismo que podría haber puesto en libertad a cientos de represores y genocidas, solo para sostener a su hija en un cargo en el que fue designada irregularmente y por el cual hay una causa que tramita contra Lorenzetti, Maqueda y la propia Elenita.
Tan cierto como vergonzoso, la jueza Elena Highton de Nolasco, quién apoyó con su voto a a favor del beneficio del 2×1 a un represor de la dictadura, no lo habría hecho por convicción, tampoco para acompañar la posición de sus nuevos colegas, los jueces puestos a dedo por Clarín y Macri (Rosenkrantz y Rosatti), sino por un motivo mucho más deshonroso, sostener a su hija en el cargo de secretaria con rango de camarista.
La cortesana está entre la espada y la pared y le pone el gancho a cuanto fallo necesita el gobierno. Sabe que le queda poco tiempo en el tribunal y quiere dejar la casa en orden para que Elenita -su hija- no sufra los embates que provocaron su irregular designación.
Si bien el promotor del fallo fue el juez puesto a dedo por Héctor Magnetto (pata civil de la última dictadura), Horacio Rosenkrantz, este lo hizo en principio por una cuestión de pedantería intelectual. En cambio Highton lo siguió porque su gran preocupación en el último año es sostener a su hija contra viento y marea. Sabe que fuera del tribunal se hace insostenible la permanencia de Elenita en el cargo que ostenta en el máximo tribunal.
Además está aterrada por el progreso de una denuncia que hizo el abogado del PRO, Patricio Kingston, que recayó en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 11, a cargo del juez Claudio Bonadio. Los dos magistrados de la Corte y la hija de Highton están acusados del delito de nombramiento ilegal en un cargo público, previsto en el artículo 253 del Código Penal. Por esto, el gobierno de Mauricio Macri la tiene entre la espada y la pared y la jueza les firma cualquier cosa.
Lorenzetti, Maqueda y el fallecido Fayt cometieran uno de los actos más graves en la historia de la Corte Suprema argentina. Los tres supremos nombraron a Elenita Nolasco como titular de la Secretaría Judicial de Relaciones de Consumo del Tribunal, una secretaría ideada por la propia Highton de Nolasco para meter a su hija en el mayor de los secretos como secretaria letrada y luego ascenderla a Secretaria de Consumo, con rango de camarista.
Su pecado es grave, desde se creó la Corte Suprema, después de la reforma de 1860, nunca en la historia un ministro en ejercicio logró nombrar a un hijo como secretario de ese tribunal, lo que configura un claro caso de nepotismo, la primera forma de corrupción conocida desde tiempos antiguos.
La magistrada está dispuesta a soltar a genocidas y represores de la última dictadura con tal de sostener a su hija en un cargo en el que fue designada bajo mecanismos non santos y ahora enfrenta un posible juicio político.
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