Siete países han expresado ya su negativa a firmar un Pacto Mundial sobre las migraciones, supuestamente redactado en interés de ellos. Veamos algunos elementos sobre la historia de ese documento y la filosofía de sus autores, o sea la filosofía de Karl Popper y de la eliminación de las fronteras.
Se ha lanzado un llamado a los países miembros de la ONU para que aprueben un Pacto Mundial para Migraciones Seguras, Ordenadas y Regulares, durante la Conferencia de Marrakech, en ocasión del 70º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
El objetivo de ese pacto, según Louise Arbour, Representante Especial del secretario general de la ONU, sería facilitar el traslado a los países ricos de trabajadores provenientes de los países pobres. «Los datos demográficos hacen pensar que, si quieren mantener sus niveles económicos actuales o incluso desarrollar su economía, [los países ricos] tendrán que recibir trabajadores extranjeros con buena formación para responder a las necesidades del mercado del trabajo», declaró la señora Louise Arbour. Según el servicio de prensa de las Naciones Unidas, se trata de «regular las migraciones de manera tal que funcionen para todo el mundo».
Siete países «ricos» –Austria, Croacia, Hungría, Lituania, la República Checa, Eslovaquia y Suiza– rechazan actualmente esa forma de ver las cosas. Y otros –como Bélgica, Bulgaria e Italia– también pudieran estar a punto de rechazarla.
Según el canciller austriaco Sebastian Kurz, cuyo país representó a la Unión Europea en las negociaciones de Nueva York, aunque Austria se opone al texto, la filosofía de ese pacto consiste en eliminar las diferencias entre diversos tipos de migrantes (legales e ilegales o personas que emigran por cuestiones económicas, humanitarias o políticas). Por consiguiente, el pacto tendría implicaciones inmediatas en materia de derechos sociales, tanto en el país que que acepte recibir a los migrantes como en el que decida devolverlos a la frontera.
Ese pacto tiene su origen en el apéndice 2 de la Declaración de Nueva York sobre los Refugiados y Migrantes, preparada bajo la dirección de Peter Sutherland [1].
El 21 de junio de 2012, Peter Sutherland declaraba en una audiencia de la Cámara de los Comunes (Reino Unido) que todo individuo debe tener la oportunidad de estudiar y de trabajar en el país de su elección, lo cual es incompatible con todas las políticas que restringen las migraciones. Dijo también que las migraciones crean una dinámica crucial para el desarrollo económico, a pesar de lo que digan los ciudadanos del país al que llegan los migrantes. Por consiguiente, concluía Sutherland, «la Unión Europea debe socavar la homogeneidad» de sus naciones [2].
El Pacto Mundial para Migraciones Seguras, Ordenadas y Regulares no contiene ninguna medida que se imponga a los Estados o que limite directamente su soberanía. Su manera de proceder es la preferida de los adeptos de Karl Popper –el pensador de la «sociedad abierta» y del «sinfronterismo»– y consiste en proclamar derechos (no en el sentido de «derechos positivos» sino de «derechos de crédito») cuya implantación a través de recursos jurídicos se impondrá a las legislaciones nacionales. Esa es la estrategia que aplica la ONG Pueblo Sin Fronteras –financiada por el especulador internacional George Soros–, organizadora de caravanas de migrantes que marchan, a través de América Central, hacia Estados Unidos.
La filosofía de ese Pacto facilita además el uso de las migraciones como arma de guerra [3], recurso que la OTAN utilizó para desatar la guerra en Kosovo, para vaciar Siria de los jóvenes que estaban llamados a defenderla y para preparar una intervención militar contra Venezuela.
Peter Sutherland, fallecido a principios de 2018, había sido también administrador del tanque pensante de la OTAN, que conocemos bajo la denominación de Club de Bilderberg.
La estrategia aquí descrita ha sido ensalzada por otra ONG de George Soros, el International Crisis Group, que tuvo como presidente… a la señora Louise Arbour.
Thierry Meyssan
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