Quise compartir con ustedes el ensayo completo en virtud de la relevancia que ha cobrado el tema del Coronavirus en los últimos días. Es de suma importancia leer completamente las tres partes en que lo he dividido para evitar caer en el sensacionalismo y la paranoia. Tómese este escrito como un simple vehículo de reflexión e intercambio de ideas con parientes y amigos.
Aclaro esto desde un principio ...
La aparición de una pandemia planetaria, bajo determinadas condiciones, ofrecería una gran serie de ventajas y beneficios a determinadas élites y grupos de poder…
▪ Sumisión completa a las autoridades
Para empezar, el pánico asociado a la expansión de una epidemia llevaría a la población a acatar, e incluso exigir, un mayor orden y control por parte de las autoridades.
Así pues, gracias a la aparición de un brote epidémico, los mecanismos del poder se verían reforzados hasta límites que en cualquier otra circunstancia resultarían inaceptables para la mayoría de la ciudadanía.
Este es un mecanismo que ya se ha utilizado en los casos de amenaza terrorista, consiguiendo que la población ceda sumisamente libertades a cambio de seguridad.
Se trata de una maniobra habitualmente utilizada por los más variopintos regímenes y cuyo mayor exponente encontramos en la actualidad en los EE.UU., país que tras los atentados del 11-s se ha convertido, prácticamente, en un Estado Policial donde la población se ve sometida a una vigilancia masiva.
Las ventajas en el caso de la epidemia, serían aún mucho mayores que en el caso del terrorismo, pues ya no estaríamos ante un enemigo identificable y dotado de un discurso ideológico, hecho que lo convierte en algo opinable y que por lo tanto puede conducir a tomar partido por uno u otro bando.
En el caso de una epidemia, el enemigo es algo difuso e intangible que nos afecta a todos por igual: la enfermedad, una imagen poderosa que enraíza con nuestros miedos más ancestrales y que es capaz de doblegar hasta la razón más firme. Así pues, la necesidad de controlar una epidemia podría llevarnos a un estado dictatorial que incluso los más fervientes defensores de las libertades individuales aceptarían sin apenas rechistar, porque simplemente, los derechos sociales dejarían de ser el foco central de sus preocupaciones.
▪ Aborto de una posible Revolución
El momento de crisis sistémica actual ha conducido a muchos países del mundo al borde de la rebelión civil.
En los últimos meses se han sucedido en varios países las manifestaciones y las protestas, en muchos casos masivas.
El número de gente que deja de creer en el sistema va en aumento y cada vez es mayor el número de personas que claman por un cambio radical, no solo de los esquemas sociales, económicos o políticos, sino incluso de todos nuestros preceptos como especie a nivel mental.
Cada vez hay más personas que dejan de creer en los mecanismos de autoridad jerarquizada y abogan por un mundo más horizontal y colaborativo entre iguales.
Pero una epidemia masiva terminaría de un plumazo con todos estos movimientos tan peligrosos para el status quo actual.
Para empezar, porque el derecho a la manifestación podría verse radicalmente restringido bajo el subterfugio de la seguridad sanitaria y el peligro que conllevarían las concentraciones masivas de personas.
De esta manera, se conseguiría que los movimientos de protesta tendieran a su disolución, produciéndose una desmovilización social masiva.
▪ Atomización de la sociedad
Pero lo peor es que la visualización del concepto "agrupación de personas" como algo peligroso conduciría a la sociedad hacia una atomización y hacia una pérdida del contacto humano entre sus componentes.
Dicho en otras palabras, se produciría un efecto de disgregación social a gran escala.
Nuestro vecino dejaría de ser un compañero o un aliado para convertirse en un sospechoso y en un potencial foco de infección y muerte.
Así, la desconfianza y el recelo se extenderían a nivel horizontal, hacia aquellos que comparten nuestro mismo entorno, mientras por contra, la confianza aumentaría a nivel vertical, hacia las autoridades y aquellos que garantizaran nuestra seguridad, hasta convertirse en total sumisión y servilismo a ellos.
En este aspecto, la maniobra sería una jugada magistral.
Porque no solo reforzaría los mecanismos del poder sino que dinamitaría por completo la posibilidad de crear agrupaciones basadas en la confianza mutua y la solidaridad entre iguales, estructuras todas ellas potencialmente peligrosas para las estructuras de poder jerarquizadas actuales.
Y aunque la epidemia al final consiguiera ser controlada o erradicada, esos sentimientos de desconfianza hacia las demás personas de nuestro entorno y la necesidad de una sumisión voluntaria a la autoridad, quedarían marcadas con fuego en la mente de todos los ciudadanos a través del intenso miedo que habrían sentido durante el proceso, sentando así las bases psicológicas para un modelo de sociedad futura totalitaria y represiva.
▪ Eliminación de disidentes
En un caso extremo, además, la epidemia permitiría realizar una purga discreta, sutil y silenciosa de todas aquellas personas que pudieran resultar molestas a determinados gobiernos o intereses.
Algo que quizás en el momento actual podría levantar sospechas, pero que en el escenario de una epidemia recibiría una fácil justificación dadas las circunstancias.
▪ Establecimiento del "gran hermano" tecnológico
El necesario control de la epidemia exigiría un monitoreo constante de todas y cada una de las personas del planeta, convertidas ahora en focos potenciales de la enfermedad.
Eso conllevaría un esfuerzo (progresivo, desigual y no homogéneo) en todos los países con el fin de imponer un control exhaustivo sobre sus ciudadanos.
Se sentarían así las bases del gran hermano tecnológico, sin que nadie pudiera levantar la más mínima protesta, pues todo se justificaría en alas de la supervivencia de la especie.
Todos los datos médicos de cada habitante deberían ser recogidos, almacenados y centralizados con el fin de realizar un monitoreo constante de los diferentes focos epidémicos potenciales en tiempo real.
Con el fin de llevar un seguimiento eficaz de cada persona, estas deberían ir equipadas con algún tipo de dispositivo fácilmente legible o escaneable, que ofreciera inmediatamente los datos identificativos de cada ciudadano a las autoridades, así como datos de carácter médico y biométrico de interés.
Éstos datos podrían estar almacenados en los propios teléfonos móviles o en dispositivos incorporados al cuerpo, tales como microchips o parches.
Se multiplicarían los controles rutinarios en calles y medios de transporte, tales como aeropuertos y estaciones de tren, metro y autobús.
Toda persona sería susceptible de ser detenida, analizada e inspeccionada por las autoridades, así como verse obligada a revelar sus actividades detalladamente, con el supuesto fin de prevenir su posible contacto con focos de infección.
▪ Vigilancia masiva ciudadana
Por si todo esto fuera poco, la propia ciudadanía se convertiría en un órgano de vigilancia y represión de sus semejantes.
La paranoia y el pánico asociados a la enfermedad, conducirían a una vigilancia estricta de todas las personas que nos rodearan.
Para cualquier tipo de actividad, los propios ciudadanos se exigirían entre sí las certificaciones médicas o los últimos análisis que garantizaran el perfecto estado de salud de unos y otros.
Esto multiplicaría el volumen de negocio de algunas industrias farmacéuticas o del campo sanitario y derivaría en un estado de vigilancia masiva y mutua realizada por todos y cada uno de nosotros.
Se promovería la denuncia ante las autoridades de aquellos que presentaran cualquier atisbo de síntoma y de aquellos que se negaran o se mostraran reticentes a pasar controles o a ser monitoreados y vigilados.
Toda persona que tuviera la osadía de presentarse como defensora de las libertades individuales o que se atreviera a dudar de las medidas draconianas aplicadas por la autoridad, sería considerada por los demás ciudadanos o incluso por sus propios familiares y amigos, como un irresponsable y un peligro público potencial, provocando su rápido aislamiento social y su silenciamiento como elemento discordante.
Continúa en la parte 2/3 ...
EPIDEMIA COMO MEDIO DE CONTROL [Parte 2/3]
▪ Eliminación definitiva del dinero físico (importante y ya se vislumbra en el corto plazo).
Se daría también el espaldarazo final a la deseada eliminación del dinero en efectivo y al establecimiento del pago electrónico a todos los niveles, con la excusa de evitar el riesgo de contagio asociado al intercambio de dinero físico.
Además, tal necesidad urgente e ineludible, llevaría a un rápido y acelerado proceso de sustitución de un tipo de dinero por el otro, que a su vez, representaría un enorme negocio para las grandes multinacionales tecnológicas encargadas de implementar tales dispositivos, cobrando los costes a los propios ciudadanos vía impuestos, pues debería ser el Estado el que sufragara tales gastos.
El establecimiento del dinero electrónico representaría el control absoluto de cada habitante del planeta, pues directamente, las autoridades dispondrían de toda su información fiscal en vivo y en directo y tendrían la capacidad de bloquear sus cuentas a conveniencia.
▪ Eliminación de los medios alternativos
El pánico generado por la epidemia, llevaría a la ciudadanía a reclamar informaciones inmediatas, fiables y prácticas por parte de las autoridades.
Y evidentemente, las autoridades encargarían la difusión de esas supuestas informaciones "veraces" a los grandes medios de comunicación, sus voceros habituales.
Los medios alternativos o contraculturales no tendrían acceso a ellas y por contra recibirían todo tipo de filtraciones falsas con las que generar bulos y una creciente sensación de desconfianza y decepción entre la población, justo cuando más necesitaría tener acceso a la verdad que se le oculta.
Poco importaría que los medios alternativos denunciaran manipulaciones y teorías conspirativas respecto a la aparición y proliferación de la epidemia.
A la gente lo único que le importaría sería obtener información con la que sentirse segura y poder proteger a sus seres queridos y ésta provendría siempre de los mass media.
Así pues, el miedo y la sumisión a la autoridad que conllevaría la aparición de la epidemia, tendría como efecto colateral la sumisión a la "verdad" oficial ofrecida por los grandes medios de comunicación, que recuperarían el papel preponderante que en la actualidad están viendo discutido por las redes sociales y los medios alternativos de Internet.
▪ El gobierno de los tecnócratas
La situación de emergencia requeriría no solo una autoridad fuerte, sino un gobierno eficiente.
La actual crisis de confianza de la población hacia la corrupta clase política, que se ha mostrado además manifiestamente incapacitada e ineficiente a la hora de gestionar de forma correcta los bienes públicos, hallaría en la epidemia el punto de inflexión definitivo.
La población reclamaría que fueran los técnicos, los científicos y los expertos y no los políticos corruptos, los que llevaran la voz cantante durante la crisis y ello representaría una oportunidad de oro para implantar regímenes tecnocráticos, algo a lo que nos encaminamos en el futuro.
Los comités de expertos, científicos y técnicos serían los encargados de determinar las políticas a llevar a cabo y los poderes ejecutivos representados por los líderes políticos pasarían a un segundo término.
Aparecería pues una nueva clase social dominante:
los tecnócratas y un nuevo modelo de dictadura o tiranía en la que los órganos represivos cambiarían de aspecto.
Las porras, las leyes y las cadenas de antaño serían sustituidas por "protocolos de actuación" y por "directivas técnicas de obligado cumplimiento", aplicadas con frialdad y eficiencia por obedientes burócratas disfrazados de científicos.
Entraríamos definitivamente en un nuevo régimen, en el que las personas serían consideradas solo simples datos computables y sacrificables en pos del perfecto equilibrio de las ecuaciones y de las inertes leyes del calculo estadístico.
Los tecnócratas se convertirían en una suerte de nuevos sacerdotes de bata blanca que sustituirían los viejos sacrificios humanos por los nuevos sacrificios de masas en pos de un bien común perfectamente calculado y parametrizado según la nueva doctrina "divina" de la ciencia.
Serían los comités de expertos los que fríamente determinarían quién vive y quién muere, de la misma forma que los jurados de los concursos de cocina o de canto de la televisión deciden quién vale y quién no vale.
Al fin y al cabo, éste es el concepto principal que debían inocularnos a todos a través de esos asquerosos "talent shows"…
▪ El imperio de las transnacionales
La crisis sanitaria conllevaría, además, una quiebra prácticamente inevitable de los sistemas sanitarios de los diferentes países, ya muy deteriorados tras la última crisis económica y sometidos al endeudamiento masivo de los gobiernos.
Ante la imposibilidad de lidiar con la epidemia de manera efectiva por motivos económicos, los servicios sanitarios públicos serían definitivamente privatizados y su gestión acabaría recayendo principalmente en las grandes empresas transnacionales, a través de sus divisiones de la industria médica y farmacéutica.
Por lo tanto y de forma clara y explícita, la salud de todas las personas del planeta sería prácticamente propiedad exclusiva de las grandes transnacionales, sin intermediarios molestos, ni trabas legales de ningún tipo que limitaran sus actividades.
Serían esas transnacionales las que suministrarían los comités de expertos y serían las que ejercerían el poder de facto sobre cada aspecto de nuestras vidas, convirtiendo a los gobiernos electos y a los estados en sus títeres, algo que se insinúa en la actualidad, pero que llegado el caso dejaría de ser una insinuación para convertirse en ley.
Dicho de otra manera:
Las grandes compañías transnacionales se convertirían en los nuevos dioses a los que tendríamos que rendir culto…
▪ Cambio de modelo económico
Cada vez más datos revelan que la situación actual del sistema económico y financiero internacional, está próxima al colapso.
Las burbujas de deuda de los gobiernos, los grandes bancos y las empresas están cada vez más próximas a estallar, con el riesgo de crack económico que ello representa.
La aparición de una pandemia representaría una oportunidad única para realizar una transición controlada del sistema económico actual hacia un nuevo paradigma.
Algunos países podrían justificar su situación financiera culpando de ella a la epidemia y cualquier medida de ajuste que pudiera aplicarse, por dura que fuera, estaría plenamente justificada por la situación de emergencia mundial.
Podría producirse así un derribo controlado del sistema actual y una renegociación pactada de las condiciones del nuevo sistema, en la que aquellos que dispusieran de los mejores recursos para afrontar la crisis sanitaria, llevarían la voz cantante y dispondrían de las mejores cartas.
▪ Guerra biológica encubierta
La aparición de una epidemia, permitiría además, atacar y arrodillar a cualquier régimen o país que se mostrara díscolo o desobedeciera las directrices impuestas por las élites, mediante la "aparición súbita" de brotes epidémicos virulentos y aparentemente incontrolables en su territorio.
Esto brindaría la posibilidad a determinados poderes fácticos de apoderarse definitivamente de los recursos naturales de países en vías de desarrollo, sin encontrar ningún tipo de oposición ni verse obligados a establecer negociaciones de ningún tipo.
Incluso permitiría realizar tareas de limpieza étnica o desplazar y reubicar grandes masas de población, según el caso.
Sería pues, una nueva forma de invadir países y territorios, bajo el paraguas argumental de una gran crisis sanitaria…
▪ Control de la inmigración ilegal
Siguiendo en este contexto, la aparición de una epidemia representaría la excusa perfecta para aplicar medidas de control de la inmigración que ahora nos parecerían inhumanas en diferentes partes del mundo.
Esas medidas recibirían la aceptación silenciosa de gran parte de la población occidental, obsesionada por evitar que personas presuntamente contagiadas o portadoras de la enfermedad ingresaran en su territorio.
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