La condición secreta impuesto al gobierno de Mauricio Macri por parte del megabanco JP Morgan para financiar el pago a los fondos buitres, fue llevar el precio de boca de pozo del gas natural a 7 dólares el millón de BTU. Razón por la que la ley de pago a los buitres y la resolución del megatarifazo de gas, fueron tramitados sincronizadamente y publicadas en el mismo día en el Boletín Oficial. Para así aumentar sustancialmente las ganancias de las multinacionales petroleras, Pan American, CNOOC, y TOTAL, que después de YPF son las principales productores de gas natural en Argentina. De las que a su vez el JP Morgan es su sponsor, y colocadora mundial de sus ADRs.
Esto explica el obstinado empecinamiento por parte de Macri, de sostener el megatarifazo a toda costa, para cumplir el pacto secreto con JP Morgan. Después de haber sido embocado por sus funcionarios ex JP Morgan, con la salida apresurada del cepo cambiario, que a su vez lo obligó a concretar a un apresurado arreglo con los fondos buitres, quedando así en manos del JP Morgan. Y a su vez este incumplimiento del pacto por parte del Macri, impidió que viniera la “lluvia de dólares” que había prometido. Razón por la cual para cumplir con dicho pacto, procura ahora “institucionalizar” un sendero de precios, para gradualmente llevar el precio del gas natural al nivel exigido por el JP Morgan.
Esto pone nuevamente en evidencia, las nefastas “condicionalidades” que aparejan las deudas externas, que aquejan a Argentina desde su nacimiento. Sin que en 200 años, a pesar del desastroso final de la pasada década de los ’90, hayamos sabido aprender nada de las aciagas experiencias que dejan ellas. En las qué, lo que no se va en lágrimas, se va en suspiros. Lo que no se va en pago de intereses, se va en tarifas, o precios. Y lo que no se va en importaciones, se va en giro de dividendos al exterior, y despilfarro de nuestras riquezas. Configurando en este caso un doble vaciamiento, el de la pérdida del recurso natural no renovable, y el de la rentas giradas al exterior.
Por Javier Llorens
“Macri, igual que Kirchner: a todo o nada”, con ese título el columnista de CLARIN, Eduardo van der Kooy, publicó una nota a mediados de agosto pasado (14/8/16) mientras el Gobierno se desgastaba por la reacción de la sociedad ante el megatarifazo del gas natural con el que se había despachado. En su comienzo decía textualmente:
““Esto es a todo a nada”. Mauricio Macri repitió esa consigna, casi de guerra, ante cada funcionario que se le acercó para sugerirle una salida política a fin de superar el conflicto por las tarifas. El Gobierno hace más de un mes y medio que convive con ese martirio que lo condena a un desgaste popular. El Presidente es en estas semanas un hombre diferente al que muchos conocieron en los primeros meses de ejercicio del poder. Ante el problema del tarifazo elude las conciliaciones. En el resto sigue más o menos igual.”
“A un funcionario que lo escuchó hablar sobre la “madre de todas las batallas” se le erizó la piel y congeló la sangre. Quizás porque esa combinación de palabras remitió a otro ex presidente, a otro pleito traumático y a una derivación que terminó marcando toda una época. Néstor Kirchner bautizó de ese modo la pelea con el campo detonada en 2008 por la resolución 125. Esa batalla la perdió finalmente en el Congreso, pero le sirvió para inaugurar un ciclo de hostilidades permanentes que se acentuaron con su muerte repentina.”
Ese mismo diario había informado previamente, que el megatarifazo había sido decidido personalmente por el mismo Mauricio Macri, y sus dos edecanes de estado mayor, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Quienes habían rechazado la propuesta gradualista llevada por el ministro de Energía, Juan José Aranguren, ordenándole que procediera con el salvaje megatarifazo. Al que el ex presidente Carlos Menem habría denominado “cirugía mayor sin anestesia”.
Aranguren, ex presidente de la SHELL local y regional, es un hombre que proviene del negocio de vender las naftas lo más caras posibles. Y por ello sabe muy bien que la esencia de ese negocio es el gradualismo, consistente en calentar el agua para cocinar las ranas poco a poco, para que estas, o sea el consumidor, no se percate de ello. No obstante acepto hacer de chivo expiatorio y cargar con las iras populares, como pararrayos de una decisión tomada en lo más alto del Gobierno.
La confluencia astral de buitres, JP Morgan Chase, y megatarifazos
El porqué de esa abrupta decisión, que tanta secuela trajo seguidamente, empieza a develarse si uno consulta el Boletín Oficial, y se encuentra que el 17 de febrero se publicó el decreto 367/16, firmado el día anterior por Macri, Marcos Peña, Alfonso de Prat Gay, y Juan José Aranguren. Con el cual, basándose en la ley de Emergencia dictada 14 años atrás sucesivamente prorrogada, se autorizó al ministerio de Energía y Minería a la implementación de nuevas tarifas provisorias de gas natural. Sin concretar previamente las audiencias públicas exigidas en la ley, hasta tanto se produzca una renegociación tarifaria integral de ellas.
En consecuencia se dispuso un aumento del orden del 3.000 %, o sea treinta veces más, en el precio al productor de gas, si se compara con las tarifas más bajas vigentes hasta ese momento. Y un porcentaje de aumento de entre el 500 % y más del 1.500 %, en la tarifa acordada a la distribuidora. Sumada a un parejo aumento de 500 %, en la tarifa para la transportadora de gas.
Lo cual reportaba aumentos totales en el precio final del metro cúbico de gas, de entre 1.250 % y 2.250 %, que se vieron reflejados en innumerables facturas. Y ante la reacción de los consumidores, el Gobierno en lugar de recobrar la racionalidad, aconsejado por los gobernadores de provincia que están dispuestos para cualquier aventura, puso un tope de 500 % a los aumentos respecto la facturación anterior. Dando así vía libre a cualquier consumo, contradiciendo así su declamada intención de fomentar el ahorro, para rebajar la demanda de gas natural.
Incrementos que la Corte Suprema, al anular ese megatarifazo, dijo que eran irracionales, y además los tachó de inconstitucionales e ilegales, al no haberse cumplido con las audiencias públicas, que según la Constitución y la ley deben preceder a cualquier modificación tarifaria. Diciéndole además claramente al presidente Macri, que si creía que podía fijar por su cuenta precios al productor de gas natural (PIST, boca de pozo) sin la intervención de la libre interacción de la oferta y la demanda, en tal caso se trataba de un mercado regulado, que también requiere de audiencias públicas.
Razón por la cual con el dictado de ese decreto, Macri y sus ministros habrían incurrido formalmente en el delito de abuso de autoridad. Y con lo que seguidamente se va a exponer, en cualquier país serio daría lugar a un juicio político en contra de todos ellos. Por haber ido mucho más lejos que eso, al haber concretado una negociación espuria altamente perjudicial para los intereses de los argentinos.
Ya que casualmente ese mismo día 17 de febrero, el ministro de Hacienda y Finanzas Prat Gay, y el secretario de Finanzas Nicolás Caputo, anunciaron formalmente la publicación de las instrucciones para concretar un arreglo definitivo con los fondos buitres. Que con sucesivos viajes a Nueva York, había venido negociando el secretario Caputo.
el-megatarifazo-del-gas-natural-es-la-consecuencia-del-arreglo-con-los-buitres-docx1
http://www.economia.gob.ar/instrucciones-para-la-participacion-en-la-propuesta-preliminar-argentina/
Prat Gay es un alto ex ejecutivo del JP Morgan. Y también lo fue Caputo, que luego pasó a ocupar altas funciones en el Deutsche Bank, hasta llegar a presidente de su filial argentina. Un derrotero similar siguió el subsecretario de Financiamiento, Santiago Bausili, que llegó a ser vicepresidente del JP Morgan en Nueva York, y luego pasó al Deutsche Bank, llegando a ser director de su filial en Argentina.
Y además, tal como dio cuenta la prensa, en plena negociación con los buitres se sumó al equipo económico de Alfonso Prat-Gay como jefe de Gabinete, Vladimir Werning, que se desempeñaba nada menos que como jefe para América Latina del JP Morgan Chase & Co.
Pocos días después, el 8 de marzo, Bloomberg publicó una nota con el sugestivo titulo “Wall Street está a cargo de la Argentina (Una vez más)” que fue replicada en Argentina por algunos medios, pero no los de tinte oficialista. En la que decía en su copete: “Después de años de gobierno de izquierdas, los veteranos de Wall Street mantienen altos cargos. Es el mejor equipo económico en América Latina, dice un analista.” Tras entusiasmarse con el pedigrí JP Morgan Chase y Deutsche Bank de los nuevos funcionarios de Economía, agregaba más adelante:
“No es sólo lumbreras de JP Morgan y Deutsche Bank dominan los directorios del gobierno. Goldman Sachs Group Inc., Barclays Inc. y Morgan Stanley están representados también, con funcionarios que ocupan puestos clave en la agencia bancaria de fondos de pensiones y el estado central. Uno de los ex empleados de Goldman, un analista de deuda denominada Demian Reidel que ahora se sienta en el directorio del Banco Central, había comenzado su carrera en JP Morgan.”
En consecuencia decía: “Wall Street está de vuelta en favor de la nueva Argentina, y de una manera grande. Desde que ganó el cargo en noviembre, el presidente Mauricio Macri, un ex hombre de negocios, ha cargado su administración con los comerciantes, financieros, empresarios, economistas y ejecutivos corporativos. No es el tipo de movimiento que un líder podría considerar en este momento, digamos, en los EE.UU., España o Grecia, lugares donde el sentimiento anti-banquero ha llegado a un tono febril en los últimos años.”
Y en relación al arreglo con los buitres agregaba: “Los términos de ese acuerdo, que todavía necesitan la aprobación del Congreso, han sido fuertemente criticados por aliados de Kirchner como demasiado favorable para los acreedores internacionales, algunos de los cuales están a punto de anotar ganancias de tallas grandes en los bonos en default. Y ahí reside la clave de la vulnerabilidad en el viraje que ha hecho Macri: la percepción de que su equipo preparado por Wall Street es demasiado acogedor con los inversores.”
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