El modelo económico y social que representa el neoliberalismo encuentra en la publicidad, en el show, en el relato sus mejores aliados. La publicidad del modelo vende de él lo que no es, el relato dice de él lo que no hace y el show muestra de él lo que no tiene. Es tan efectivo todo esto que perfora el pensar y el sentir de muchos.
Ayer desde las 18 hs. fuimos testigos de esto. Todos los canales de tv de aire emitieron un programa llamado “Unidos por Argentina” para recaudar dinero para la Cruz Roja en la lucha contra la pandemia. Uno no es quien para poner en duda la vocación solidaria de cada uno de los hombres y mujeres que idearon y condujeron este programa, pero no deja de ser una oportunidad para desnudar la hipocresía del modelo en que vivimos. Perdón la antipatía…
Un modelo que se sostiene, por ejemplo, por medios de comunicación como los que ayer pusieron al aire el programa, que militaron la estigmatización contra el Estado, canales y conductores que te dijeron, hasta hace dos minutos, que tu problema era el otro que debías cuidarte del otro, ahora te dicen a vos y a ese otro que ellos te están cuidando y que debemos cuidarnos. Medios que encubrían y bendecían a quienes cerraban hospitales y que ahora aplauden a los médicos.
Perdón la antipatía, pido disculpas y al mismo tiempo me ilusiono con que a partir de hoy esos mismos medios saldrán a dar una lucha denodada a favor del Estado. ¿No?
El show de la solidaridad tiene rating, junta dinero y allí mete a la sociedad en una trampa, porque suena insensible oponerse al show. Entonces todo avanza: la bandera argentina gana la imagen, la música emotiva, una y otra vez, hasta el hartazgo busca que la emoción lo invada todo y que dure los minutos suficientes para consolidar un rating que les permita reunir más dinero. Mientras esto sucede los diarios del grupo cuyo canal participa activamente del programa “histórico” prepara los títulos para presionar a un gobierno para que levante la cuarentena sin importarle la vida de nadie y continúa con la estigmatización contra sus funcionarios y defiende espalda con espalda a “Los Rocca” en su derecho a echar trabajadores.
En el show, el compromiso con la unidad de los argentinos conmueve, abajo del escenario, cuando las luces comienzan a apagarse “el lobo se quita el ropaje de abuelita” y sigue su camino habitual devorando a cuanto se le cruce en su camino.
Pero el show debe continuar “ser solidarios hace bien al corazón” grita la joven conductora de las tardes en las que alimentó a una sociedad fragmentada, revanchista, cegándola de odio y de desprecio. Al instante aparece el deportista, cómplice de enormes negociados con el gobierno que se fue y nos dice que de esta nos salvamos si estamos juntos y el periodista estrella interviene animando el programa “solidario” con la misma vehemencia con que animaba el programa donde extorsionadores y aliados se sentaban a conspirar contra la democracia y la argentina, al fin y al cabo la misma argentina que ahora quieren proteger. Para eso estamos…
Y el cantante centroamericano le canta a Dios junto a toda su familia pidiendo paz y amor, de idéntica manera con la que les aporto su voz a los golpistas venezolanos. Y la conductora entrada en edad levanta el teléfono desde la casa y ya no pregunta que hiciste vos para merecer tus penurias, ni te dice que tus muertos no están el cajón, sino que se conmueve pidiéndonos que nos cuidemos, que nos quiere: “¡Vamos argentinos, vamos!” Y el conductor estrella que se fugo en plena cuarentena desde su lugar de fuga pide aplausos a los que están trabajando por cuidarnos.
Pasan algunas horas y “los pobres” tienen su lugar en el show, la cámara llega al barrio humilde y hambreado que ocultó año tras año, pero donde ahora encuentra a una conmovedora familia que se presta a cantar por la vida, y la pobreza tiene otra entrada al circo y la mujer solidaria que todos los días le da de comer a 200 familias le cuenta a la audiencia emocionada lo que significa dar. Y el circo está en su mejor momento y la audiencia crece y las donaciones también. Las lágrimas de los televidentes caen a montones y los ceros en las cuentas suben a montones.
Y como no podía ser de otra manera el show tiene su publicidad y entonces aparecen los supermercados solidarios acompañando la movida, mientras en sus góndolas los precios aumentan todos los días a una velocidad inmoral y los bancos desfilan sus auspicios fomentando a la solidaridad mientras en sus sucursales abren 3 ventanillas cuando debieran abrir 10 y apilan las ganancias obtenidas a costa del hambre del pueblo, pero hoy la angustia del pueblo le sirve como negocio para seguir vendiendo sus servicios. El show de la solidaridad los legitima a todos. Perdón la antipatía…
“Usted emociónese y ponga dinero este es el objetivo”, “¡Vamos si todos somos iguales!”, “Sí ahora sí nos cuidamos entre todos, colabore”. “Ah, ¿no tiene? Porque usted sufre un modelo que lo ha empobrecido año a tras año. Bueno no ponga… total ponen las grandes empresas que quieren blanquear su dinero sucio, a usted le pedimos que nos de rating para sostener el circo.”
La hipocresía es una pandemia a la que tampoco se le encontró cura. Perdón la antipatía, lo sé... el show debe continuar.
El show de la solidaridad sostiene moralmente a un modelo inmoral, sin embargo ella es una trama necesaria e inevitable. La solidaridad no es otra cosa que la balsa que encontramos en medio de un naufragio en pleno mar abierto. Y que cuando aparece nos abrazamos a ella, y no preguntamos quien nos arrojó al mar…
Ese dinero recaudado llegará a destino y ayudará a apalear las urgencias entonces el show no será criticado y se prestará a nuevos espectáculos.
La solidaridad sigue siendo un hecho aislado e individual y lo que necesita la humanidad es un modelo colectivo, justo y equitativo. Si la justicia se hace costumbre la solidaridad se hará innecesaria. Es cierto que la Argentina es un país solidario, lo que no logramos es ser es un país justo.
Perdón la antipatía…
Fernando Borroni
No hay comentarios:
Publicar un comentario