El Sistema de Jubilaciones fue creado en la Argentina durante el primer gobierno del Gral. Juan Domingo Perón (1946 – 1952), incorporándose miles de adultos mayores a un sistema previsional que los hacía partícipes de la renta nacional.
Tras su derrocamiento en 1955, de las sucesivas administraciones, las mayor parte de las ganancias del país dejaron de llegar a los jubilados, para compensar “las pérdidas” y el lucro de las minorías “en nombre de la libre empresa”.
La “Revolución Argentina” del Gral Juan Carlos Onganía, en 1966, fue “pionera” en el establecimiento de decretos de “necesidad y urgencia”, que impedían los incrementos jubilatorios.
Al “oasis” del Pacto Social del tercer gobierno de Perón (1973), le sucedió la vuelta a la precarización de las jubilaciones, bajo el mandato de María Estela Martínez. Dos años más tarde, la dictadura militar (1976) se encargaría de pulverizarlas.
Con el retorno de la democracia (1983), los abuelos entendieron que no bastaba la democracia para comer, curar, educar, ni tener jubilación decente. La caída de Raúl Alfonsín precipitó el “menemato” (1989 – 1999) y con él, la privatización de las cajas, remesas de 200 pesos - dólares e ignorar el destino de los aportes, en manos de las AFJP donde la mayoría eran obligados a ingresar contra su voluntad.
Recién después de Fernando de la Rúa y cinco presidentes más, Néstor Kirchner dio inicio a políticas favorables a los pasivos, algunos víctimas de la crisis de 2001, el corralito y el corralón.
Su administración así como la de su esposa y sucesora, Cristina Kirchner (2007 – 2015), devolvió la dignidad a los jubilados, al liderar la recuperación económica a través de la generación de empleo e incremento del consumo interno.
Una paulatina pedagogía de la mentira, implementada desde los medios masivos dominados por el poder económico desalojado hasta entonces del poder, erosionó la credibilidad de las clases media y baja, principales beneficiarias de la política económica kirchnerista. Era la hora de Mauricio Macri
Nada mejor para lograrlo que un gobierno neoliberal para retrotraer a “fojas cero” los avances obtenidos, con el argumento de una falsa “pesada herencia”. Los abuelos, que hasta hacía poco se iban a vacacionar criticando a veces al gobierno kirchnerista, el cual se los hacía posible, advirtieron tarde las consecuencias de haber “cambiado futuro por pasado”.
La nueva puesta del PAMI bajo amenaza de desaparición, el amague de aumentar la edad jubilatoria, el incremento del precio de los medicamentos, si tenemos en cuenta el actual promedio de vida o la usual precariedad de la salud, constituye un sistemático “holocausto pensional”.
No en vano, los postulados de “otra Cristina”, Lagarde, titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), al decir que los ancianos “son una amenaza para la economía mundial por los gastos que producen”, se siguen a rajatabla por el gobierno Macri.
Colaboración de Carlos Ricchetti
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