lunes, 24 de octubre de 2016

RADICALISMO, BRAZO PERPETUO DE LA DERECHA DEL NO CAMBIO (3° Parte)


Manteniendo la suma de las reminiscencias que marginaron al radicalismo de proseguir en la senda del campo popular, Alfonsín, a base de una oratoria extraordinaria, pareció traer consigo la llave de la reconciliación nacional, al igual que uno de sus lemas de campaña: “Somos la vida”. Sus promesas se cumplieron a medias. Por un lado, si bien las banderas radicales de democracia, tolerancia, libertad, brillaron como no lo hicieron ni en los sueños de Alem, la capitulación al consenso de Whashington, el desinterés de investigar los orígenes de la deuda externa, sumado el deterioro de la situación económica con condena a la junta genocida mediante, precipitó su entrega anticipada del mando. En esa eterna manía de quedarse en la retórica, a medio camino, más en el discurso que en la concreción, sin propuestas y una imagen deteriorada hasta el tuétano, en vez de reinventarse como se lo pedía a gritos la historia, volvió a incurrir cuanto mejor sabía: Pactar. El menemato (1989 – 1999) le arrojaría las migajas para comprar la reelección de 1995, profundizando con su colaboración la ruina nacional. Fernando de la Rúa, afamado compañero de fórmula de Ricardo Balbín en la fórmula de 1973, apodado por esa razón “Chupete”, no supo aprovechar las esperanzas de cambio que encarnó frente a la postración del país. Electo en 1999, la esperanza de encarnar una remozada utopía alfonsinista, pronto se desvaneció. A las promesas de centro izquierda incumplidas, la falta de cintura política, por su dinámica el establecimiento no se dejó encandilar del talante neoliberal – menemista a de la Rúa, quien como versa el tango “Cafetín de Buenos Aires”, se entregó sin lugar, dejando 19 muertos en Plaza de Mayo, para huir en helicóptero. Luego de abandonar dos veces consecutivas la presidencia, la UCR dio la apariencia de lograr reinsertarse a una corriente nacional y popular, ya con el kirchnerismo en el poder, acompañando la fórmula presidencial de Cristina Fernández por intermedio de Julio Cleto Cobos, el más representativo de los flamantes “radicales k”. Volviéndose a traicionar a sí misma, a los principios que en su momento la transformaron en una alternativa válida, el vicepresidente Cobos votó en contra de la aprobación de la Ley de Retenciones, vital para poner en cintura a los actores que no permitían la democratización de los poderes económicos. Por ende, perdió su última oportunidad de ser el partido de Alem, de Yrigoyen, de cristalizar materialmente los propósitos teóricos de Alfonsín, devenido en amigo y admirador de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner. Alejada de una actitud contrapuesta a todo régimen “falaz y descreído”, como en 1932, 1955, 1958, 1963, en lugar de “prepararse a perder elecciones” como recomendó el líder, hace parte del furgón de cola de macrismo neoliberal represivo, renunciando por su cuenta al verdadero significado de llevar una gloriosa y heroica boina blanca en la cabeza, pero sobre todo dentro del corazón, como efigie de la endereza, la democracia, la defensa integral de las sagradas libertades argentinas. Carlos Alberto Ricchetti DNI: 20.573.717

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