A días de cumplirse 36 años de su mención como Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel nos recibe para charlar sobre la democracia latinoamericana, el primer año del gobierno de Macri, la detención de Milagro Sala y el rol de los servicios de inteligencia no solo en dictadura.
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“Quiero hacerlo en nombre de los pueblos de América Latina, y de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños, porque son ellos los más amados por Dios; en nombre de ellos, mis hermanos indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renunciando a sus privilegios comparten la vida y camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad” pronuncia en Oslo un 10 de diciembre al recibir el Nobel, Adolfo Pérez Esquivel.
36 años y algunos días después nos recibe en su casa modesta de San Isidro y viajamos a la oficina que tiene en el Serpaj (Servicio Paz y Justicia) que fundó y preside desde entonces, para charlar con nosotros.
Recuerda cuando recibió el galardón y dice que “con premio Nobel o sin premio Nobel hubiera hecho lo mismo. Para mi es un instrumento al servicio de los pueblos, sino no sirve. Lo asumí en nombre de los pueblos de América Latina y el premio y muchas otras cosas van a pasar a la casa de los premios nobel latinoamericanos que pertenece a la UBA en donde soy profesor”.
Esquivel recorre rápido las distintas etapas políticas de la región entre dictaduras y gobiernos que llegaron a través de las urnas. Asiente que “hoy los pueblos de América Latina están mas preparados, tienen mayor conciencia política social cultural. Los pueblos originarios se reconocen mas en su identidad, su pertenencia y sus valores”.
Se detiene un momento y nos dice que hay que estar atentos al “movimiento de mujeres que vienen batallando de una forma increíble. Nada le regalaron los hombres, lo conquistaron con su lucha” aclara.
Para el premio nobel de la paz “la democracia no se regala, se construye. El modelo de democracia delegativa esta agotado, no sirve. Votamos cada cuatro años y quedamos por otros cuatro en un estado de indefensión total y esperamos la otra votación a ver que vamos a hacer. Es necesario transformar estas democracias delegativas en democracias participativas en donde el pueblo no entregue todo el poder en manos de quienes lo gobiernan. El pueblo no puede dejar de tener el poder de decisión”.
Cortito y al pie para referirse a la democracia en el mundo dice que “se habla que Estados Unidos es el padre de la democracia y no es ni el padre, ni la madre, ni el tío”.
A un año del gobierno de Mauricio Macri
“Todos sabemos que este es un gobierno neoliberal, que sus primeras medias fueron privilegiar el capital financiero frente a la vida del pueblo. La primera medida que toma este gobierno es levantar las retenciones a las empresas mineras y el campo. Los recursos que podrían ir a educación y salud fueron a los bolsillos de las corporaciones que hacen un daño ambiental enorme. Es un saqueo. La política del gobierno actual es la recolonización del país”.
Esquivel rememora el primer discurso de Macri en donde “en ningún momento habló de América Latina, de la CELAC ni de UnaSur, privilegió el tratado del pacífico, el tratado interoceánico con la unión europea y las relaciones con Estados Unidos. Mientras la única referencia sobre América Latina fue para atacar a Venezuela por los derechos humanos cuando nunca se interesó por los derechos humanos aquí. Ademas, sin tener en cuenta el contexto de la región ni los intereses desestabilizadores de Estados Unidos”.
La agenda olvidada del gobierno anterior
El premio nobel de la paz sintetiza en la gestión del gobierno anterior que “se han hecho cosas bien y otras que no”. De camino al Serpaj nos cuenta que “en doce años de kirchnerismo nunca me recibieron” y como anécdota recuerda que permaneció cuatro días en la puerta de casa de gobierno para hacerle entrega en secretaría de presidencia un petitorio con las demandas de Félix Díaz. Aquel episodio finalizó con el arresto de de uno de los referentes de los pueblos originarios junto a otros Qom.
Esquivel pasa factura al kirchnerismo diciendo “nada de los pueblos indígenas, megaminería, contaminación, hubo represión en el interior del país y esto provocó serias divisiones hacia el interior de las organizaciones de derechos humanos que se sintieron identificados con el kirchnerismo y se enrolaron en esa corriente política y no pudieron mantener independencia”.
Sobre las buenas intenciones que quedaron en el camino menciona a Ley de Medios que “podría haber sido una instancia realmente interesante” y agrega “yo lo apoyé abiertamente en la cámara de diputados”.
¡Las cosas como son!
El caso de Milagro Sala ha recorrido el mundo, funcionarios de Cambiemos confiesan que estando en el exterior el periodismo y la clase política no pregunta por otra cosa más que por ella. El premio nobel de la paz la visitó en la cárcel de Jujuy y pidió por su libertad en cuanto organismo ha visitado. Cuenta que hace pocos días publicó una carta abierta al presidente Mauricio Macri en donde expresa su preocupación por el tema. En su definición es tajante: “Milagro Sala es una presa política que fue condenada antes de ser juzgada. Una trabajadora social que puede haber cometido errores como dirigente de la Tupac pero que ha hecho una obra interesante desde su organización con vivienda, educación y salud. Gerardo Morales ha hecho una acción de venganza no de justicia”.
El rol de los servicios de inteligencia no solo en dictadura
Pérez Esquivel fue detenido en Colombia durante el `74, en Brasil durante el `75, en el `76 en Ecuador y finalmente en el `77 es detenido en Argentina por la DCPFA (Departamento Central de la Policía Federal Argentina). Pasó catorce meses secuestrado por la dictadura militar, lo torturaron y según testificó, sobrevivió a uno de los “vuelos de la muerte”. Para ese entonces ya era representante del Servicio de Paz y Justicia y había recibido varias condecoraciones en el mundo. A la dictadura no le importó. Ya en el avión el piloto recibe una contraorden y es trasladado a otra base para ser liberado semanas después.
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