Cada día queda más claro el modelo de sumisión a Estados Unidos impuesto por los herederos del “Proceso” en la República Argentina, donde para consumar la entrega es necesario “que los enemigos de mis amigos sean a su vez los del país”, a modo de resignar a la otrora orgullosa Nación diciéndole no al ALCA, a los fondos buitres, a los cuales Mauricio Macri les pagó los reclamos de “deuda no contraídas”, además de calificar el hecho de “reparación histórica”, como si la Argentina no tuviera otro derrotero distinto al de la dependencia permanente.
A ese sometimiento voluntario atroz, genocida, donde es necesario golpear al pueblo para “hacerlo entrar en razones”, resignarlo a vivir en continua miseria y convencerlo de que el estado anterior de bienestar era “ficticio”, le sigue el de renegar de uno de los valores más tradicionales de la política argentina, anexado a su Preámbulo: “…Para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino…”.
Un gobierno conformado por minorías parasitarias como el actual, cada día necesita más culpables, estigmatizar, para reinaugurar otra era donde el desfalco, el saqueo, la estafa, el fraude, la traición, vuelvan a ser moneda corriente. Y entre mafiosos, corruptos, déspotas, cuando el “chivo expiatorio de costumbre” ya no puede ser la “pesada herencia” ni el pueblo, tamaña imaginación delictiva es capaz de hallarlos donde a nadie se le ocurriría.
Ahora, para no admitir que los responsables del escarnio se encuentran fronteras dentro, pertenecen o están ligados al poder, tampoco alcanza con señalar a chilenos, paraguayos, bolivianos, uruguayos, peruanos, provenientes de países que apoyaron a la Argentina en sus reclamos por las Islas Malvinas, pelearon para recuperarlas o llegaron a construir de verdad el país. De allí la razón de humillarse no sólo por tener el presidente más corrupto del mundo, sino por permitirle como fiel empleado de Donald Trump vetar el ingreso de inmigrantes musulmanes.
El Islam no es una religión solamente compuesta por fanáticos o extremistas, como pretende engañar Estados Unidos o sus esbirros que oprimen hoy a la Argentina. Enseña el amor al prójimo, una forma práctica de pensar o de vivir, la cual puede ser aceptada o no libremente, aportando buenos, constructivos valores a la sociedad en general. Por lo tanto, ser musulmán no constituye un peligro mayor al de los extremistas católicos, el sionismo ortodoxo, las sectas, los grupos radicales existentes en cualquier parte del mundo, pero no menos que el de los seguidores del macrismo aún admitiendo poseer valores espirituales y cristianos cuando por su impronta no podrían ser capaces de ponerlos en práctica…
Macri no llegó a solucionar los problemas nacionales. Encabeza un simposio de mal vivientes necesitados de acusar a la mayoría para usufructuar el patrimonio de todos
y máximo escapar cada diez años, antes que los argentinos salgan a la calle a derribarlos de la nube fecal donde se arruman a sus espaldas.
A lo sumo, este gobierno de incapaces tan pobre de alma debería intentar emular a un pueblo justo, noble, sufrido y valiente como el musulmán, de quien podrían aprender su solidaridad, cortesía, amabilidad, inteligencia, sin contar la virtud esencial que el macrista promedio jamás podrá representar ni sentir: ¡Amor por su País, Nación, Cultura, Pueblo e Identidad!
Escribe: CARLOS ALBERTO RICCHETTI (DNI: 20.573.717)
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