Apenas veintiún días antes de las primarias, el escenario va cobrando mayor claridad. Ahora, la clase política entera tiene pruebas de sobra para saber que el macrismo pasará sin pena, gloria, ni posibilidades de permanecer en el poder.
Desde luego, el carácter reformista del kirchnerismo, heredero de la esencia peronismo, llevará de nuevo a la conciliación de intereses de cara a la recuperación del poder, volverá a contar con dirigentes de acerbo popular, pero también de advenedizos y oportunistas.
Ojalá, fortalecido por la experiencia de las debilidades internas que permitieron a los Bossio, los Massa, los Uturbey, los Abal Medina, los Fernández, los Solá, los Pérsico, los Randazzo, entre otros grandes traidores de renombre, adopte un lineamiento más radicalizado con respecto a los enemigos del interés nacional, no sólo por razones de “garantizar el rumbo” ni el continuismo partidario.
Será imprescindible tomar decisiones para que nunca más, la falta de escrúpulos de una minoría compuesta de empresarios, banqueros, terratenientes, grupos económicos, multinacionales, capitanes de la industrial y la prensa al servicio de sus intereses, en asocio a elementos internacionales indeseables, vuelvan a malograr el camino hacia la soberanía política, la independencia económica, la justicia social que tanto sacrificio costó conseguir después de años de vaciamiento.
Como la vida consiste en la superación permanente de los problemas, del logro de las metas trazadas o propuestas, tropezar permanentemente con las mismas piedras ya no es culpa del obstáculo en sí, sino de las fallas propias. Si existe una derrota inadmisible, es la devenida tras notarse de forma consiente los errores, sin haberse hecho nada al respecto para detenerla.
Una victoria electoral por sí sola, puede establecer un determinado termómetro político o socio económico, pero no significa nada frente al poder antidemocrático del capital. De haber sufrido una completa derrota, los verdaderos conspiradores, enemigos a ultranza de la Argentina, no hubieran podido resurgir de las. A diferencia de los estratos dominantes de otros países, su incapacidad de generar riqueza fuera de la corrupción, de los negociados, de la claudicación frente a los intereses nacionales o populares, no les dejará una opción diferente a la de saltar tarde o temprano, como fieras sedientas de sangre, sobre el patrimonio de las mayorías.
Para lograrlo, necesitaran además de una prensa adicta desviando la atención, empeñada en buscar falsos responsables de la desgracia generalizada, una justicia adicta, máxima garante de la impunidad y la conservación de los intolerables resortes del poder, lo cual es necesario arrancarles de las manos de cualquier modo así sea con tenazas, sopletes o dinamita.
De allí que entre otras medidas, su condena tanto social como legal se complemente con una reforma constitucional permitiendo la libre elección popular de jueces. No, de la forma actual donde conservan el cargo “mientras demuestren buena conducta”.
En síntesis, no admitir retroceso implicará erradicar definitivamente los factores haciendo posible que a futuro, los argentinos vuelvan a verse afectados por una nueva versión de “Cambiemos”.
El mantenimiento de condiciones de vida digna, se traduce en la neutralización, derrota y eliminación de todo sistema político en contra de los legítimos intereses del pueblo argentino.
Escribe: CARLOS ALBERTO RICCHETTI (DNI 20.573.717)
No hay comentarios:
Publicar un comentario