La derecha no vacilará en abrazar causas ni viejas reivindicaciones populares para consolidar sus macabros fines. Apelará al carácter conservador, al resabio de mentalidad burguesa pidiendo orden a palos, pero que al elegirla pagará su estupidez crónica con la pobreza y la destrucción del esfuerzo consumado de las manos. Tiene un solo interés penoso: Volver. Utilizar renovadas argucias, con distintos y simpáticos nombres, aunque con la vil intención de llevárselo todo una vez más; apelar al egoísmo humano, a la ambición desmedida, a sembrar la astuta dicotomía del “derecho a tener más”, en procura de que absolutamente todos se queden sin nada. Al final, terminará por concluir que el Estado es ineficiente. Predicará que da pérdidas y so pretexto de garantizar la inversión, flexibilizará el empleo, abaratará los costos en base a los continuos ajustes sobre quienes les generan la riqueza. No restarán ni un cabello a la libertad de los hombres: Celebrará elecciones, ensalzará la democracia, celebrará las fechas patrias. Aunque los hombres serán esclavos del capital, vulnerables presas fáciles de la miseria económica, además de carecer del más mísero centavo para sustentar esa libertad de la cual tanto predican. Para muchos, habrá llegado el reinado del orden, de la normalidad, hasta que por causa de las inacabables políticas proclives al hambre y la pobreza, sea cuestión de tiempo volver al ciclo interminable del eterno retorno de la derecha, siempre y cuando no se la declare inconstitucional, por fuera de la ley, luchando hasta su total destrucción completa.
La redacción de éste artículo, encierra una fuerte concepción ideológica, la cual rozaría la demencia, carecería de fundamento o pecaría de mera vanidad, si no estuviera solventada por la contundencia de las experiencias vividas. La reiteración de episodios destinados a anécdotas tragicómicas; a veces hasta en la capacidad de advertir a los mismos protagonistas, a los núcleos de siempre que representan o con sus consabidas pretensiones. De idéntica forma a que la república sucedió a los sistemas monárquicos y a su vez, ésta evolucionó en las actuales formas de participación, no es posible otorgarle a la derecha un rango democrático que nunca podría poseer. Situarla en posición de ser electa, tiene matices de subversión
silenciosa contra los deberes y derechos inmanentes a la verdadera democracia. Es por lo tanto, una conspiración contra la suma total de los intereses del colectivo, hecho que pasa a concretarse por la posición privilegiada de “intermediario criollo” en la división internacional del trabajo, algo similar al papel del overkapo judío en los campos de exterminio nazi: Preservadores de la esclavitud, carceleros de sus propios compatriotas. A sabiendas que el manejo estratégico de la economía es eje fundamental de los procesos históricos, políticos y socioeconómicos, es lo que pretenden reservarse, a pesar de que su rabioso anti marxismo se niegue a reconocerlo de hecho. En el ámbito de las economías emergentes, los futuros gobiernos deberían sentarse a deliberar la declaración de la derecha como archienemiga del bienestar, su desarrollo, el crecimiento económico equitativo y de la prosperidad de los pueblos, solicitando a su vez, elevar a los derechos económicos al rango de los humanos. La inconstitucionalidad de la derecha, encerraría una razón moral, un acto de legítima defensa propia, contra una elite sin Patria ni ética, convencida de estar predestinada a situarse encima del Dios, de la ley, de los principios elementales de la dignidad, del resto de los ciudadanos, a causa del poder del lucro al cual se siente irremediablemente atraída.
CARLOS ALBERTO RICCHETTI
DNI: 20.573.717
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