La destrucción irreparable del aparato productivo, la recesión, los escándalos del caso “Yabrán”, el crimen del conscripto Omar Carrasco, acompañó a la impopularidad del gobierno menemista, junto al intento de perpetuarse, porque hasta la sociedad argentina, una de las más ininmutables del planeta, le dijo “basta”, aunque nada pareciera hacerla cambiar.
Las promesas de Fernando de la Rúa, rancio elemento balbinista de la derecha radical, ligado a militares y representantes de los grupos económicos, incluyó “elementos peronistas” por fuera del celoso contubernio de la cual fue la “Segunda Década Infame”.
Apostando otra vez al cambio desde afuera en vez de dentro, el eterno perdedor ligado al narcotráfico en la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, no fue rival para una nueva ilusión. Sin convicciones políticas reales, votar la Alianza Unión Cívica Radical – Frepaso, fue cuestión de “castigar” a la administración saliente. Unos pocos, la vieron como una suerte de “reedición” de la época alfonsinista, el retorno al presunto culto a la democracia, la libertad, la constitución, nunca traducida del todo a los hechos, como la “llave mágica” de la transformación, de recuperar la transparencia de las instituciones, buscando cristalizar el deseo de que “un día va a ganar la gente” así sea en forma de suspiro.
Aunque la vida sea el mayor de los milagros, hace falta mucho más que la fe, si se pretenden impulsar reivindicaciones avasalladas, recuperar derechos perdidos con sinceridad. La flamante administración no estaba interesada en semejantes lides, sin poder tampoco librar, estar a la altura de esa batalla. Tampoco pudo ser la continuación de su antecesora. Las condiciones económicas eran paupérrimas, porque la infraestructura del país había sido sencillamente barrida para “pagar la fiesta”. Presa de la completa ineptitud, la experiencia radical se fue a pique no antes de dejar diecinueve muertos; Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, entre los caídos en la calle durante la increíble jornada del 19 de diciembre de 2001.
Dejando de lado el verdadero deterioro de las condiciones de vida, la concientización estuvo lejos de ser el factor dando al traste con el De la Rúa, alentado por el resorte nunca desmontado de los aparatos políticos de los caudillos menemistas del conurbano bonaerense, con la esperanza de recuperar el poder. No en vano los presidentes siguientes, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saa, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde en dos ocasiones, logran consolidar su posición excepto el último, elegido por un Congreso desacreditado que conformaba una clase política repudiada “a huevazo limpio”, sin estar a la altura de las circunstancias.
En tanto, la izquierda jugaba a revivir los soviets en las asambleas barriales, vetados “PJ y UCR”, al cabo que blandía un discurso incendiario poco creíble, a cuyas
consecuencias nadie deseaba llegar. Los diarios extranjeros de Buenos Aires, hablaban de disolución, llegando a especular con otorgar la presidencia de la República al ex coronel golpista, Mohamed Ali Seineldín.
La prueba final de la ausencia alarmante de conciencia colectiva, fue el triunfo en primera vuelta de Carlos Saúl Menem durante las elecciones de 2003. La debacle, la hecatombe, estuvo lejos de cambiar la mentalidad de la ciudadanía. De nuevo, aunque en menor medida por la múltiple cantidad de aspirantes, se imponía el candidato que para algunos, omitiendo haber recreado la génesis de la decadencia nacional, afirmaban había sido el mejor, “el único en controlar la inflación” y entre otras “cosas”, “gracias al cual pude comprarme la heladera, el televisor, el lavarropa a crédito, al margen del changuito saturado de fideos, por citar alguno de los baratos productos de origen chino, elaborados al costo del trabajo esclavo …
A estas alturas, sería una mentira imperdonable omitir la existencia de un “milagro”. No, en cuanto al sentido de hermandad, de colectividad, de intereses. ¡Fue la imagen negativa, superior a la positiva, la cual impidió a este personajillo despreciable, resignarse a no disputar la segunda vuelta electoral por miedo a perderlas contra Néstor Kirchner, electo a la sazón de manera automática!
CARLOS ALBERTO RICCHETTI (DNI: 20573717)
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