El orden de los factores no altera el producto. Es preciso ahorrar tiempo para evitar más derramamiento de sangre. No debido a las desapariciones forzadas, de los fusilamientos del pasado, sino por el advenimiento de gobiernos como el de Mauricio Macri, llegados a destrozar de un plumazo los adelantos alcanzados.
Serán imprescindibles las acciones para lograr la definitiva derrota de los secuaces nacionales al servicio del enemigo exterior. Pese al temor a las debilidades internas, a los infiltrados, sorteando la fortaleza ideológica de las organizaciones políticas; a las traiciones ambiciosas de los dirigentes sin escrúpulos, la peor de todas vuelve a ser la no siempre oportuna naturaleza conciliatoria del peronismo.
Un movimiento abierto al dialogo, propenso a incluir cuadros provenientes de todo el arco político, debe conciliar intereses, efectuar alianzas para la construcción de opciones de poder, unirse, separarse, volverse a juntar, porque de eso se trata la dinámica de la política.
El inconveniente radica en el segmento minoritario incapaz de producir, aferrado a ultranza a un proyecto dependiente que lo posiciona como “concesionario”, “testaferro” de la suma de los beneficios obtenidos a través del grado de rentabilidad aplicada al esfuerzo mayoritario. Este particular segmento llegó a ser salvado de la quiebra a principios del siglo XXI y una vez alcanzada la recuperación, no conforme con sus pingües ganancias pretendió asaltar el poder adquisitivo, siendo detenido en seco por el entonces presidente, Néstor Carlos Kirchner.
El diálogo, el fomento de la convivencia con sectores antagónicos, resulta inútil. Toca avanzar hacia los objetivos libre de dilaciones, aplastando sanmartinianamente a quienes osen amenazar la causa, el bienestar del pueblo.
Tarde o temprano, tras la superación del actual desgobierno, de seguro no será posible al menos en la inmediatez, volver a implementar un modelo económico con el desahogo del de finales del kirchnerismo. Por el contrario, será necesario prepararse cuando los responsables de la tragedia afilen sus uñas para abalanzarse sobre el próximo gobierno popular, culpándolo de los males heredados. Si fueron capaces de alcanzar sus propósitos a punta de calumnias e intrigas; ¿cómo no lo conseguirán con verdades tan genuinas, proporcionales a su despiadado saqueo de las arcas?
La respuesta deberá ser tajante, fría, inapelable, arrebatándoles desde el primer día los instrumentos conspirativos utilizados con el pretexto de la libertad de expresión, a fin de robar, mentir, sabotear para retomar el poder, dejando una estela inigualable de hambre, miseria, entrega, sometimiento, el fomento de la ignorancia, de la insensibilidad, reducir la participación política por debajo de los índices mínimos de una democracia aceptable.
Si los enemigos del país, del pueblo argentino, lo pueden hacer sin tenerles cuidado las consecuencias, deberá ser el próximo gobierno nacional y popular el encargado de hacerlo sin miramientos mayores, que el de devolverle la Patria al pueblo argentino, junto al orgullo, la grandeza, la bonanza, esquilmada en quince meses de grosero desfalco a manos de delincuentes comunes.
El puntapié fundamental para lograrlo, sólo será factible a partir de la construcción de sólidos conceptos de conciencia nacional, de una férrea unión entre los argentinos, hermanados en defensa de sus intereses inalienables.
Escribe: CARLOS ALBERTO RICCHETTI (DNI: 20573717)
No hay comentarios:
Publicar un comentario