lunes, 22 de noviembre de 2021

Editorial de Aliverti del 20 de noviembre { Panorama después de las urnas }

Primera lectura de comicios por Aliverti

Las lecturas que pueden hacerse del resultado son muy variadas, pero hay por lo menos tres con las que debería poder coincidirse. La primera es de anoche y pasa por lo que se sintió en los medios, en las redes, en los búnker, en los comentarios generalizados que llegaban de un lado y otro. Desde el Frente de Todos se percibía claramente la sensación de haber sacado la cabeza de abajo del agua. Desde Juntos, más allá de los números “objetivos” favorables, no podían disimular el golpe que (les) produjo la paridad en provincia de Buenos Aires. La segunda observación es que esas impresiones iniciales, más allá de lo sensitivo, son muy difíciles de “administrar” políticamente por la fuerza de lo contradictorio, de lo paradójico, que dejó el resultado-país a partir de que la recuperación oficialista en territorio bonaerense tapó al resto. Una de las preguntas inmediatas, que cae por su propio peso, es qué festeja el FdT, o qué lo tranquiliza, si perdió nada menos que el quórum propio en el Senado. Si justamente en la provincia de Buenos Aires se acabó la invencibilidad del peronismo unido. Si en términos técnicos apenas le da para destacar que revirtió las cifras en Chaco y Tierra del Fuego, con el único agregado (muy destacable, por cierto) de haberla dado vuelta en localidades bonaerenses como Quilmes y San Martín. ¿Acaso se celebra ser los vencedores morales, o algo así, porque también se sumaron tres diputados, como subrayó Sergio Massa en su intervención de anoche? Al revés, ¿por qué el clima de desilusión entre los cambiemitas si precisamente ocurrió todo eso y ratificaron sus palizas en el orden nacional? La respuesta es tan “sencilla” como aquello de que, al igual que en la economía, (casi) todo es una cuestión de expectativas. Dicho en usada y silvestre metáfora futbolera, si se espera una goleada que encima te sacará de la lucha por el campeonato, y resulta que hacés un partido más meritorio que lo imaginado porque la defensa estuvo a la altura de las circunstancias, y seguís en carrera, más vale que se festejará el “empate” o la derrota digna. Pero además, algunos nombres del resultado tienen una imagen propia que vale contraponer. En primerísimo término, Axel Kicillof. Al cabo de las primarias, se lo rotuló virtualmente como un muerto político. Ahora, su figura (y desde ya que la de algunos intendentes, que mostrarán los porotos recuperados) se presenta protagonista de la remontada en la dichosa madre de todas las batallas. Y en buena medida, otro tanto le cabe a Máximo Kirchner. Enfrente, María Eugenia Vidal volvió a ganar por una distancia enorme pero no sólo no pudo cruzar la barrera simbólica del 50 por ciento sino que, sería evidente, tampoco pudo retener votos internos escapados hacia un lunático que afrenta a algo mucho más grave que la falta de conciencia política. A su vez, esa “mediocre” cifra de Vidal (se destacan las comillas) afecta a Larreta por su decisión de mudarla a la Ciudad. Volverá entonces la polémica en torno de si no era mejor la comandante Pato, cuando resulta que ganaron con el 47 por ciento…. Más luego, la remontada bonaerense deja abierto el camino para interpretar que la imagen de un Presidente muy golpeado se revitalizó, en tanto el peronismo salvó la ropa, gracias a intendentes y movimientos sociales enojados con Cristina que actuaron en defensa propia. Pero también se puede interpretar que fue Cristina quien salvó las papas por la sacudida que pegó con su carta y sus gestos. Y hay más interpretaciones todavía: lo determinante no fue ni el Presidente que se mostró en rol de articulador sectorial, ni Cristina con la potencia de su imagen en el núcleo duro, ni la movilización del aparato. Ni la “platita”. Ni la sensación módica, pero sensación al fin, de que la recuperación económica comienza a sentirse en las franjas más humildes. Puede haber pasado, simplemente, que esos sectores reaccionaron ante la enorme amenaza del retorno triunfal, fanfarrón, de lo peor de lo peor. Por último, la observación número tres con que podría coincidirse, a salvo de subjetividades, es que el drama económico sigue estando ahí porque no hay recuperación que valga si no se encuentra una fuga contra la horca del Fondo Monetario. Ese fue el pasaje más relevante del mensaje presidencial de anoche, junto con la insistencia de que no habrá arreglo a costa de un ajuste antipopular y la mención de que en eso hay pleno acuerdo en el Frente de Todos. Es en segundo lugar que viene la cita de Alberto Fernández acerca de convocar al diálogo con una oposición que se necesita “patriótica”. Es decir que puso, para ese diálogo, una condición innegociable. Larreta, en su discurso en el búnker cambiemita, ya obviamente en carácter de presidenciable, recogió el guante y dijo que la grieta conduce a nada. Que se necesitan consensos. Macri lo miraba detrás con cara de piedra. Así, quedaron expresados los matices -ideológicamente no son otra cosa que eso- entre esas figuras de una derecha con chances personales diferentes. Macri simboliza el fracaso corroborado y sabe que lo suyo, aunque en este país nunca se sepa del todo, ya es sólo lo testimonial. Dejó clara su disposición a negociar con Milei, que a valores de hoy y hacia 2023, con sus bravos libertarios, terminará como colectora cambiemita. Pero Larreta quiere ser presidente y entiende que lo último que le conviene es una Argentina incendiada, con un peronismo que se autopercibe revivificado desde anoche y dispuesto al enfrentamiento. Para eso es peronismo: jamás soltará el poder así como así (distinto es para qué lo quiere) y Cristina tensó los límites pero, también hoy por hoy y más desde anoche, nadie la imagina rompiendo. El problema es que una parte del establishment, si no todo, sí quiere un país incendiado. En consecuencia, ¿qué negociaría la oposición modosita que encarna Larreta? ¿Cómo resolvería políticamente ese intríngulis? Está en discusión cuál modelo de salida o administración capitalista se quiere afrontar. Como siempre vale aclarar, mientras hablemos de política real y no de poesía. Y, al margen de las iniciativas productivas que faltan y en las que el Gobierno viene (muy) atrasado, la llave es cómo se arregla o no con el FMI. De vuelta: fue lo más claro, lo más directo, que el Presidente dijo anoche. Literalmente, señaló que la reactivación económica no tiene destino si no se sale de ese encierro. Cabe otra reiteración, para la que no hacía falta esperar al resultado. Aun recortando las diferencias en La Provincia, como sucedió, no variaría ni varía que el Gobierno y el Frente de Todos quedan obligados a una muestra de fortaleza y unidad inmensa. Inédita. Alberto y Cristina tendrán la palabra. Y los hechos. Eduardo

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Editorial de Aliverti del 6 de noviembre { Previa de las PASO }

Otras voces pueden cambiar el curso

El FRENTE de IZQUIERDA y de TRABAJADORES “UNIDAD” lucha por la independencia política de los trabajadores de los distintos bloques capitalistas que expresan el gobierno, sus opositores patronales y las diferentes variantes de la centroizquierda. Lo hace en base a un planteo obrero y socialista y de independencia de clase, levantando un programa para impulsar la movilización política de los trabajadores y sectores explotados contra el gobierno y las patronales. El Frente de Izquierda Unidad se presenta como una referencia política para quienes luchan por la independencia de los sindicatos y la expulsión de la burocracia sindical y sus patotas, y por la independencia de todo movimiento popular del capital y su Estado. Este frente unitario, que nuclea a la casi totalidad de las fuerzas de izquierda de nuestro país, interviene en común en este proceso electoral en el marco de una gran crisis nacional que la clase capitalista quiere hacer pagar a las mayorías obreras y populares. El gobierno de Alberto Fernández que prometió “volver a llenar la heladera”, es el administrador del ajuste, junto a la derecha de Cambiemos y los gobernadores de todo el arco político patronal, en un país que durante la pandemia se agudizaron a niveles históricos la pobreza, la desocupación y los despidos. Esto sucede mientras millones de dólares, esquilmando los recursos nacionales, se siguen destinando a la fraudulenta deuda externa al FMI y los buitres. El FMI, como representante del capital financiero imperialista, viene por más: una nueva reforma previsional y ley de flexibilización laboral, mientras decenas de miles de dólares seguirán yendo a los especuladores y a los pagos de la deuda. En estas elecciones en medio de la catástrofe capitalista la izquierda se presenta para fortalecer las luchas del pueblo trabajador y presentar una salida obrera y socialista contra el régimen del FMI que han llevado al país al desastre social, económico y sanitario. El Frente de Izquierda Unidad se valdrá de la campaña electoral para movilizar políticamente a la clase obrera y luchadores populares en todo el país, para que los trabajadores establezcan su propia salida a la presente crisis nacional. La lucha electoral del Frente de Izquierda Unidad está al servicio de organizar a los trabajadores en la lucha por su propio gobierno. Señalamos que el pueblo trabajador no está condenado a tener que soportar un mal mayor o un supuesto mal menor. Hay otra salida, y es la que postula nuestro Frente: que la crisis la paguen los que la generaron, las grandes patronales, los banqueros, los terratenientes y el imperialismo. Es decir, que la crisis la pague la clase capitalista que ha llevado al país al desastre actual. Sostenemos la independencia política de los trabajadores y trabajadoras frente a cualquier variante patronal, incluyendo las denominadas progresistas, y no vamos a llamar a apoyar directa o indirectamente a alguno de estos campos en pugna. Planteamos una salida de independencia de clase que supere esta trampa a la que pretenden meter al pueblo. Planteamos imponer mediante la lucha y la movilización una salida política propia de los trabajadores: poner fin a la tutela del FMI y por un plan económico y una reorganización integral del país cuya prioridad es la defensa de la vida del pueblo trabajador. Rechazamos de plano todo apoyo a las patronales agrarias, industriales, financieras y de servicios, alianzas políticas-electorales con la centroizquierda y acuerdos permanentes con la burocracia sindical. El "Frente de Izquierda de Trabajadores - Unidad" plantea los siguientes puntos y los pone a consideración de las organizaciones de trabajadores, estudiantiles, populares, para que sean parte de un plan de lucha, para que esta vez, la crisis la paguen los capitalistas, en el camino de imponer un gobierno de trabajadores. Basta de tregua de la CGT, CTA y de toda la burocracia sindical con el gobierno y las patronales. Paro nacional y un plan de lucha para imponer este programa: 1. Salario mínimo igual al costo de la canasta familiar indexado mensualmente según el aumento real del costo de vida. Anulación del impuesto al salario. Asignaciones familiares para todos y todas. 2. Un IFE de $40.000 para todas las familias necesitadas. 3. Aumento inmediato de salario y jubilaciones. Que nadie gane menos del valor de la canasta familiar. Ante la escalada de la inflación, indexación mensual de salarios y jubilaciones. 4. Prohibición de despidos y suspensiones. Expropiación y estatización de toda empresa que cierre, puesta a producir, bajo el control de los trabajadores. Basta de trabajo precario y no registrado. Todos a planta permanente. Trabajo para todos, reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario entre ocupados y desocupados. Abajo la reforma laboral flexibilizadora. Por el triunfo de todas las luchas de las y los trabajadores contra los despidos, cierres y las medidas de ajuste. 5. Anulación de la reforma previsional. Por el 82% móvil y el aumento del haber mínimo que cubra la canasta de los jubilados. Pago de las retroactividades correspondientes. Que la ANSES esté bajo la administración directa de jubilados y trabajadores Por la restitución de los aportes patronales que fueron rebajados. 6. Eliminación del IVA de la canasta familiar. El salario no es ganancia. Anulación inmediata del impuesto “a las ganancias” sobre los salarios. Impuestos progresivos a las grandes fortunas. Impuestos extraordinarios a las ganancias de los grandes capitalistas (banqueros, terratenientes y grandes empresarios) para resolver las necesidades más acuciantes del pueblo trabajador. Comités de control de precios y abastecimiento popular. 7. Ruptura con el FMI. No al pago de la deuda. Nacionalizar la banca y el comercio exterior para evitar la fuga de capitales, cuidar a los pequeños ahorristas y brindar créditos accesibles y populares. Por un gobierno de trabajadores que imponga ese plan económico obrero y popular, priorizando el trabajo, la salud y la educación, debatido y gestionado por los propios trabajadores. 8. Anulación de los tarifazos. Nacionalización y estatización sin pago de todas las empresas privatizadas bajo control, administración y gestión de trabajadores y control de los usuarios populares. Nacionalización y estatización de todo el sistema ferroviario y del subte (transporte y carga) bajo control, administración y gestión de los trabajadores de todos los niveles y control de los usuarios populares. Nacionalización sin pago del 100% de YPF y de todas las empresas petroleras: por una empresa nacional estatal única que funcione bajo el control y la gestión de sus trabajadores. Nacionalización y estatización de la denominada Hidrovía (Cuenca del Paraná) bajo control de trabajadores, usuarios y poblaciones ribereñas, y de todos los puertos bajo control obrero. Por un plan nacional energético controlado por los trabajadores que lleve gas natural y luz a todos los hogares. 9. Nacionalización -sin indemnización y bajo administración y control de trabajadores-, de la banca y el comercio exterior, la minería y el gran capital agrario e industrial. Por un plan económico debatido y gestionado por los trabajadores. 10. Declaración unilateral del Estado argentino de liberación de todas las patentes de las vacunas contra el Covid-19, y toda la farmacología e instrumentos necesarios para combatir la pandemia. 11. Vacunas para todas y todos. Declaración de utilidad pública del laboratorio Mabxience del grupo Insud-Pharma de la localidad de Garín, provincia de Buenos Aires, donde se produce el principio activo de millones de dosis de la vacuna contra el Covid-19 para Astrazeneca. Declaración de utilidad pública de todos los laboratorios que tengan insumos o maquinarias para producir las vacunas en la Argentina. 12. Centralización estatal de todo el sistema de salud bajo el control de las y los trabajadores y profesionales de la salud en camino a la nacionalización. 13. Nacionalización sin pago de los laboratorios que lucran con la salud del pueblo. Por la provisión de medicamentos gratuitos a quienes lo necesitan. Por la expulsión de la burocracia sindical de las obras sociales, y su control democrático por parte de comités de trabajadores elegidos en la base. 14. Expropiación de la oligarquía terrateniente, de los grandes pooles de siembra, así como de los monopolios cerealeros, aceiteros, lecheros y frigoríficos. Expropiación de los cuatro mil principales propietarios, respetando los derechos de los campesinos pobres, pueblos originarios y pequeños chacareros que no exploten mano de obra asalariada. No a la expulsión de sus tierras de campesinos y originarios. Basta de trabajo no registrado para los trabajadores rurales. 15. Abajo la megaminería a cielo abierto. Fuera las multinacionales imperialistas como la Barrick, Chevron, Yamana Gold y Panamerican Silver. Contra toda actividad saqueadora y contaminante. No al fracking. Expropiación de esas firmas sin indemnización y que reparen los daños causados, garantizando los empleos con igual salario y producción bajo control obrero, las comunidades y pueblos originarios que han sido afectados por la producción, junto a profesionales de universidades públicas. Prohibición de fumigaciones aéreas con agrotóxicos. Prohibición de megagranjas porcinas destructoras del medio ambiente, la salud y generadoras de pandemias. Defensa de los humedales y de los bosques nativos. Prohibición de los desmontes. Anulación del proyecto de saqueo del mar argentino por parte de Equinor. No al plan del complejo agroindustrial argentino y del gobierno. No a la ley de hidrocarburo. Protección al ambiente marino contra el saqueo pesquero, la industria petrolera, las granjas salmoneras marinas y otras actividades que pongan en riesgo su biodiversidad. 16. Defensa de la educación pública y gratuita. Conectividad gratuita para todos los docentes y alumnos. Basta de subsidio a la educación privada. Fuera la iglesia de la educación. Abajo la Ley de Educación Superior. Que el Estado deje de financiar a la Iglesia Católica. Por una educación nacional única, estatal, gratuita y laica. 17. Vivienda para las familias trabajadoras. Por un plan nacional de viviendas populares de calidad y urbanización de las villas y asentamientos. Por impuestos progresivos a las viviendas ociosas de los especuladores inmobiliarios. No a la criminalización de las luchas por tierra y vivienda. Basta de desalojos. 18. Basta de femicidios y trans/travesticidios y demás crímenes de odio. Ni una menos. Presupuesto para combatir la violencia de género, no para la deuda y el FMI. Por los derechos de las mujeres trabajadoras. Por el desmantelamiento de las redes de trata. A igual trabajo, igual salario. Jardines de primera infancia gratuitos en los lugares de trabajo y estudio. Por plena libertad para ejercer la elección de su sexualidad. Implementación de la ESI laica, científica y con perspectiva de género. Contra toda forma de opresión sexual. Abajo los edictos persecutorios y cualquier forma de opresión o discriminación contra gays, lesbianas, travestis, intersexuales y transexuales. Aparición con vida de Tehuel. 19. Basta de gatillo fácil. Abajo las reformas reaccionarias y represivas del Código Penal y Procesal Penal. Anulación de las leyes “antiterroristas”. No a la baja de la edad de imputabilidad. Anulación de la Ley del arrepentido. Abajo la reaccionaria reforma al Código Procesal Penal en la Ciudad que incorporó las figuras del “agente encubierto” y “agente revelador” para armar causas contra las organizaciones populares en tiempos de ajuste. No al espionaje y a la infiltración de las organizaciones populares. Disolución de los órganos de inteligencia para espiar a los luchadores obreros y populares. Anulación de las causas judiciales contra luchadoras y luchadores obreros y populares. Libertad a Sebastián Romero y demás presos por luchar. Reclamamos el cierre de las causas y la absolución contra todos los luchadores perseguidos: César Arakaki, Daniel Ruiz, Viviana Toros y los 27 estudiantes de la Universidad de Córdoba y la Universidad Nacional de Río Negro. Alberto Fernández, Berni y los gobernadores del Frente de Todos y de Cambiemos reprimen las luchas obreras y populares como vimos en Guernica, contra familias pobres que peleaban por tener un techo en medio de la pandemia, en ArreBeef donde la represión fue contra obreros despedidos, en Chubut contra las marchas ambientales, en la Formosa de Insfrán, en Jujuy con Morales y en CABA con Rodríguez Larreta reprimiendo a las trabajadoras de la salud. Basta de represión a las luchas. 20. Justicia por Jorge Julio López, Luciano Arruga, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y las víctimas de la Masacre de San Miguel del Monte. Juicio y castigo a los policías implicados en los asesinatos de Luis Espinoza, Facundo Castro, Lucas Verón, Ariel Valerian, Brandon Romero, Josué Lagos y todas las víctimas de la violencia policial durante la pandemia. Cárcel a los responsables políticos de los asesinatos de Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra y las y los luchadores asesinados. Cárcel común, perpetua y efectiva a los genocidas y sus cómplices civiles, a los responsables de los crímenes de la Triple A y a los asesinos del gatillo fácil. Fuera la gendarmería y la policía de los barrios populares. 21. Que todo legislador, funcionario o juez gane lo mismo que un obrero especializado o un docente. Revocabilidad de todos los mandatos por los propios electores. Por una cámara única, con miembros elegidos utilizando el conjunto del país como distrito único. 22. Elección popular de fiscales y jueces con mandatos revocables. Eliminación de todos sus privilegios de casta. Juicios por jurados. Que todo juez gane lo mismo que un docente. Que cesen en sus cargos todos los jueces en funciones que juraron por el estatuto de la dictadura. No al Consejo de la Magistratura y al actual método de designación de los magistrados. 23. Fuera la burocracia de los sindicatos. Apoyo al sindicalismo combativo. Por la independencia de los sindicatos del Estado y los gobiernos de turno. Por la más plena democracia sindical y por el derecho de los trabajadores a organizarse sin injerencia y control estatal. Por elección de paritarios en asamblea. Que la CGTs y la CTAs rompan con el gobierno y dejen sus compromisos con las patronales y sus partidos y llamen a un plan de lucha nacional por el salario, contra el trabajo precarizado e informal y las tercerizaciones, por vacunas para todos y todas. Apoyo al sindicalismo combativo y antiburocrático. Por direcciones de los sindicatos antiburocráticas y combativas, de carácter clasista, basada en la democracia sindical. Apoyamos la autoorganización de los trabajadores contra la regimentación de la burocracia sindical y los partidos patronales. 24. Abajo los reaccionarios códigos civil y comercial y procesal penal. 25. Por un gobierno de las y de los trabajadores impuesto por la movilización de los explotados y oprimidos y por el socialismo. 26. Fuera los ingleses y la OTAN de Malvinas. Contra el bloqueo y cualquier tipo de agresión imperialista contra Cuba. Por una política internacional de apoyo a la rebelión obrera y popular en todo el mundo, por la expulsión del imperialismo de todos los países, por la unidad socialista de América Latina, por el socialismo internacional. 27. Solidaridad con la resistencia del pueblo palestino contra el Estado sionista y racista de Israel. Convocamos a los trabajadores, a las corrientes de izquierda y a todos los luchadores a integrarse y sumar su apoyo al Frente, para que la clase obrera no sea “colectora de nadie”, sino dueña de su propio destino político. Partido de Trabajadores por el Socialismo – Partido Obrero – Izquierda por una Opción Socialista - Movimiento Socialista de los Trabajadores.

Alberto le pegó a Majul

El sistema económico occidental está ‎a punto de expirar

El sistema económico occidental está ‎a punto de expirar por Thierry Meyssan Occidente ya no logra vivir de la producción de bienes mientras que China se ha ‎convertido en «la fábrica del mundo». Los dueños de los grandes capitales son ‎los únicos que se enriquecen actualmente… y mucho. Todo el sistema está a punto ‎de colapsar. ¿Pueden aún salvar sus fortunas los grandes capitalistas?‎
En el siglo XVIII, los economistas británicos del capitalismo, reunidos alrededor de David ‎Ricardo, ya se interrogaban, sobre la perennidad de ese sistema. Lo que al principio reportaba enormes ganancias ‎acabaría convirtiéndose en algo ordinario, dejando de enriquecer a quienes inicialmente habían ‎obtenido beneficios. El consumo no podría justificar eternamente la producción en masa. ‎Más tarde, los socialistas –alrededor de Karl Marx predecían el inevitable fin del sistema ‎capitalista [1].‎ La muerte de este sistema debió haber ocurrido en 1929. Pero, para sorpresa de todos, logró ‎sobrevivir. ‎ Hoy nos acercamos a un momento similar: para Occidente, la producción de bienes ya ‎no reporta suficientes ganancias, sólo logra hacer dinero el mundo de la finanza. En todo ‎el mundo occidental se reduce el nivel de vida de la gran mayoría de la gente, mientras que ‎crece escandalosamente el patrimonio de unos pocos individuos. El sistema está otra vez ‎al borde del colapso definitivo. ‎ ‎¿Podrán aún los súper capitalistas salvar sus enormes fortunas o veremos producirse una ‎redistribución aleatoria de la riqueza como resultado de un enfrentamiento generalizado?‎ ‎ Sólo después de romper con León Trotsky y con el sueño trotskista de la ‎‎“Revolución mundial”, Josef Stalin fue capaz de construir la URSS sin tener que enfrentarse a ‎enormes ejércitos financiados por la reacción internacional. ‎ LA CRISIS DE 1929 Y LA SUPERVIVENCIA DEL CAPITALISMO ‎ Cuando estalla en Estados Unidos la crisis de 1929, las élites occidentales estimaron que había ‎muerto la gallina de los huevos de oro y que era necesario encontrar rápidamente un nuevo sistema ‎o la humanidad moriría de hambre. ‎ La lectura de la prensa estadounidense y de la prensa europea de aquella época resulta ‎particularmente instructiva para los interesados en comprobar la angustia que reinaba en Occidente. ‎Inmensas fortunas se esfumaban en sólo un día. Millones de obreros se veían abruptamente ‎lanzados a la calle y, sin perspectivas de hallar un nuevo empleo, eran víctimas no ya de la ‎miseria sino del hambre. ‎ Los pueblos se rebelaban. En numerosos países, la policía reprimía a tiros las multitudes ‎enfurecidas. Nadie creía que el capitalismo fuese capaz de cambiar y menos aún de renacer. ‎Aparecían entonces dos nuevos modelos: el estalinismo y el fascismo. ‎ Aunque hoy, un siglo después, tenemos una visión diferente de todo aquello, en aquel momento ‎todo el mundo estaba consciente de las taras de ambas ideologías. Pero lo más importante era ‎saber quién lograría realmente alimentar a su población. Ya no había derecha ni izquierda, sólo ‎un generalizado “sálvese quien pueda”. ‎ Benito Mussolini, quien había dirigido el principal diario socialista italiano antes de la Primera ‎Guerra Mundial –antes de convertirse en agente del MI5 británico durante ese conflicto–, devino ‎en líder del fascismo, que se veía entonces como la ideología que iba a garantizar el pan a ‎los obreros. Josef Stalin, quien había sido bolchevique durante la Revolución Rusa, liquidó a ‎casi todos los delegados de su partido y renovó su dirigencia para construir la URSS, ‎considerada entonces como una concretización de la modernidad. ‎ Pero ninguno de los dos logró hacer prevalecer su modelo. En definitiva, los economistas ‎siempre acaban viéndose obligados a ceder el paso a los militares. Las armas tienen siempre ‎la última palabra. Estalló la Segunda Guerra Mundial, la URSS y los anglosajones obtuvieron la ‎victoria y el mundo asistió a la caída del fascismo. Estados Unidos era el único país que había ‎escapado a la devastación de la guerra y el presidente Franklin Roosevelt, al organizar el sector ‎bancario, dio al capitalismo una segunda oportunidad. Estados Unidos reconstruyó Europa, ‎absteniéndose de presionar a los obreros europeos… por temor a verlos volverse hacia la URSS. ‎ ‎
LA CRISIS POST-URSS ‎ Sin embargo, con la desaparición de la URSS, a finales de 1991, el capitalismo, huérfano ‎de rival, regresó a sus viejos demonios. En pocos años, las mismas causas producen los mismos ‎efectos: la producción comienza a decrecer en Estados Unidos y las transnacionales trasladan ‎los empleos a China. La clase media sufre un lento proceso de erosión. Los propietarios ‎estadounidenses de capitales se sienten amenazados e inician experimentos tratando de salvar ‎su país y de mantener el sistema. El primero de esos experimentos consistió en convertir la economía de Estados Unidos en exportadora ‎de armamento y utilizar las fuerzas armadas estadounidenses para controlar las fuentes de ‎materias primas y de recursos energéticos en la parte no globalizada del mundo. Es ese ‎el proyecto –la adaptación del «capitalismo financiero», si tal fórmula compuesta de ‎dos elementos radicalmente opuestos tuviese algún sentido real–, la doctrina Rumsfeld-‎Cebrowski [2], lo que llevó el «Estado Profundo» estadounidense a ‎orquestar los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la «guerra sin fin» en el Medio Oriente ‎ampliado. Ese episodio ha dado al capitalismo un respiro de 20 años, pero las consecuencias ‎internas –en Estados Unidos– han sido desastrosas para la clase media. El segundo intento consistió en frenar el intercambio internacional y tratar de forzar el regreso ‎de los empleos y de la producción a Estados Unidos, intento que emprendió Donald Trump ‎durante su mandato presidencial. Pero Trump había declarado la guerra a los organizadores ‎estadounidenses del 11 de septiembre y nadie lo ayudó a tratar de salvar su país. También se planteó una tercera posibilidad: olvidarse de las poblaciones de los países ‎occidentales y llevarse los megamultimillonarios a vivir en un Estado robotizado, desde donde ‎podrían dirigir sin temor los movimientos de sus inversiones. Eso es el proyecto Neom que ‎el heredero del trono saudita, el príncipe Mohamed ben Salman, comenzó a construir en ‎el desierto de Arabia Saudita, con la bendición de la OTAN. Después de un periodo de intensa ‎actividad, los trabajos allí están hoy en punto muerto. El antiguo equipo de Donald Rumsfeld –el secretario de Defensa recientemente fallecido de George Bush hijo–, equipo ‎que incluía a los doctores Richard Hatchett [3] y Anthony Fauci [4], decidió dar inicio a una cuarta opción alrededor de la pandemia de Covid-19. Se trata ‎de proseguir y de generalizar en los Estados desarrollados lo que ya se había iniciado en 2001. ‎El confinamiento masivo de las poblaciones sanas ha llevado los Estados a endeudarse. El uso ‎intensivo del teletrabajo ha abierto el camino a la deslocalización de decenas de millones de ‎empleos. El «pase sanitario» o «pasaporte covid» ha legalizado la imposición de una sociedad ‎basada en el control y la vigilancia masiva sobre la población. ‎ ‎ Klaus Schwab organiza el Foro de Davos como el rey francés Luis XIV ‎organizaba su corte en Versalles: lo utiliza para vigilar a los megamultimillonarios del mundo ‎entero por cuenta de la NED y de la CIA estadounidenses. ‎ KLAUS SCHWAB Y EL «GRAN REINICIO» (THE GREAT RESET) ‎ ‎, ‎ En ese contexto, el presidente del Foro de Davos, el alemán Klaus Schwab publica su libro Covid-‎‎19: The Great Reset, libro que no es la exposición de un programa sino un análisis de la situación y ‎pretende anticipar las posibles evoluciones. ‎ ‎Covid-19: The Great Reset en realidad fue escrito por los miembros del Foro de Davos y ‎su lectura nos permite tener una idea del lamentable nivel intelectual de esos individuos. El texto ‎es una sucesión de clichés, donde se amontonan además una mezcolanza de citas de grandes ‎autores y las cifras catastrofistas de Neil Ferguson, el gurú del Imperial College [5].‎ En los años 1970-1980, Klaus Schwab fue uno de los directores de la compañía Escher-Wyss, que ‎tuvo un importante papel en el programa de investigación nuclear de la Sudáfrica del apartheid, ‎contribución violatoria de la resolución 418 del Consejo de Seguridad de la ONU. Posteriormente, ‎Klaus Schwab creó un club de jefes de empresas que acabaría convirtiéndose en el Foro Económico ‎Mundial de Davos. El cambio de nombre se concretó con ayuda del Centro para la Empresa ‎Privada Internacional (CIPE) que es la rama patronal de la National Endowment for Democracy –la ‎tristemente célebre NED–, la cual es a su vez una pantalla de la CIA. Es por eso que en 2016 ‎Klaus Schwab aparecía registrado en el Grupo de Bilderberg –órgano de influencia de la OTAN– ‎como “funcionario internacional”, algo que Schwab nunca ha sido oficialmente. ‎ En su libro Covid-19: The Great Reset, Klaus Schwab prepara a sus lectores para la implantación ‎de una sociedad orwelliana, y lo hace anunciando todo tipo de hecatombes, hasta la muerte del ‎‎40% de la población mundial en la pandemia de Covid-19. Sin embargo, Schwab no propone ‎nada concreto, de hecho ni siquiera parece preferir alguna opción. Lo único que queda claro en ‎su libro es que él y su público no decidirán nada pero que están dispuestos a aceptar lo que sea ‎para conservar sus privilegios. ‎ ‎ CONCLUSIÓN ‎ Es evidente que estamos a las puertas de un cambio trascendental, capaz de barrer con todas las ‎instituciones occidentales. Ese cataclismo podría evitarse de una manera muy simple, bastaría ‎con modificar el equilibrio de las remuneraciones entre el trabajo y el capital. Pero es improbable ‎que se aplique tal solución porque eso sería el fin de las megafortunas. ‎ Si tenemos en cuenta esos datos, veremos que la rivalidad entre Occidente y el Oriente sólo es ‎superficial. No sólo porque los asiáticos no piensan en términos de competencia sino ‎sobre todo porque saben que están asistiendo a la agonía de Occidente. ‎ Es por eso que Rusia y China construyen su mundo sin apuro… y sin esperanzas de que ‎Occidente se integre a ese mundo, porque ven a Occidente como una fiera herida a ‎la que no pretenden enfrentarse. Sólo prefieren apaciguarla, aliviar sus dolores en la medida de ‎lo posible y acompañarla, sin violencia, hasta su suicidio. ‎ ‎

¿ Cómo se vive en Hong Kong ?

Victor Hugo y sus 55 años como relator

martes, 2 de noviembre de 2021

Editorial de Aliverti del 30 de octubre { Homenaje a Kirchner }

Cóctail de Cristina

Tomando un taxi

Marx amaba la libertad

UNA ENTREVISTA CON WILLIAM CLARE ROBERTS TRADUCCIÓN: VALENTÍN HUARTE Marx nos dejó un análisis muy riguroso del capitalismo, no tanto porque haya cedido ante sus pasiones académicas, sino porque deseaba comprender las estructuras que había que superar para conquistar un mundo libre de dominación.
ué tienen en común El capital, la obra maestra de Marx, y el Infierno de Dante? Y, más importante todavía, ¿qué puede enseñarnos hoy la crítica de la economía política, escrita en parte para debatir con los movimientos socialistas de su época? En su libro Marx’s Inferno: The Political Theory of Capital, el politólogo William Clare Roberts sostiene que las ideas de Marx no conducen únicamente a las entrañas económicas del sistema capitalista, sino que apuntan a construir un mundo libre de dominación. En ese sentido, el libro conserva un enorme potencial en una época en la que no dejamos de plantearnos cómo será la política del futuro y cuáles son los medios para alcanzarla. En el marco de su programa de radio, Against the Grain, Sasha Lilley conversó con Roberts sobre Marx, El capital y la política de la libertad. A continuación, presentamos una versión abreviada de la entrevista. Tu argumento es que, en el primer tomo de El capital, Marx utilizó conscientemente el modelo del Infierno de Dante. WCR Efectivamente, Marx tomó prestada la estructura del Infierno de Dante. Conducir a sus lectores a las tinieblas no era nada excepcional entre los socialistas del siglo diecinueve. En la época en que Marx escribió El capital, las definiciones de la economía industrial como un infierno social eran moneda corriente. Los lectores de Marx tienen que seguirlo a través del camino abrasador de esa ciencia social contemporánea que es la economía política. Es significativo, pues la creencia de que los individuos no se vinculan con la humanidad de forma genérica, sino en función de las formas particulares de relaciones sociales que los entrelazan unos con otros, es una idea que acompañó a Marx desde su juventud. En uno de sus primeros textos se refiere a esa realidad como «el conjunto de las relaciones sociales». Como sea, es un aspecto distintivo del socialismo de Marx. Marx argumentó que todo lo que los socialistas consideraban aberrante en los capitalistas —a saber, la codicia, o ciertos rasgos morales de los individuos— era una propiedad de ese ensamblaje de relaciones sociales, es decir, de la forma en que el capital organizaba la sociedad. Así es como llegó a servirse de Dante. Conduce a sus lectores a través de la economía política, mostrándoles que toda esa malicia que los lectores socialistas atribuyen al capitalismo, hunde sus raíces en el capital como formación social y no en los compradores, vendedores, productores y comerciantes individuales. SL Como bien dijiste, las críticas de aquella época estaban formuladas en clave moral. ¿Qué sentido político tiene en ese contexto la posición antimoralista de Marx? WCR Su posición introdujo dos cambios importantes en las ideas, la práctica y la política socialistas. En primer lugar, la teoría marxista no divide al mundo entre gente buena y gente mala. Por ejemplo, ¿por qué el proletariado es especial para Marx? No porque aloje ciertas cualidades morales que lo hacen más puro o inocente que el resto de la sociedad. Es especial porque tiene el poder y el interés de transformar la sociedad en un sentido socialista. En segundo lugar, Marx no pretendió definir con exactitud los contornos de una hipotética sociedad poscapitalista. Se contentó con formular una crítica de la economía política y del capital. No era un socialista utópico, no pintó un cuadro basado en sus deseos ni nos dejó un mapa exacto que indique cómo organizar la sociedad: todas esas son cosas que nos toca resolver a nosotros. En parte, toda esa «despersonalización» del asunto implica asumir que no tenemos una respuesta prefabricada. Definitivamente no se trata solo de traspasar el poder a un nuevo grupo de personas. Si queremos evitar los problemas que los socialistas diagnostican en la economía actual, debemos encontrar una nueva manera de organizar la sociedad y una nueva manera de organizar la producción de la riqueza. SL Otro argumento que encontramos en tu libro es que El capital está muy comprometido con la política, los debates y el movimiento socialista de su época. ¿Cómo definirías el contexto político en el que surgió el primer tomo de El capital, publicado por primera vez en 1867? WCR El fenómeno más importante en los escritos de madurez de Marx es la Asociación Internacional de Trabajadores, en la que él participó activamente desde 1864 hasta 1871, cuando la organización se disolvió frente a los acontecimientos de la Comuna de París. Esa es la audiencia a la que se dirigía El capital de Marx. De hecho, en el marco de los debates de la Internacional, muchos de los argumentos de El capital adoptan una voz más polémica y aguda. SL ¿Qué temas abordaban los escritores socialistas con los que debatía Marx? WCR Los temas variaban, pero ciertas semejanzas atravesaban todas las formas de socialismo contra las que reaccionó Marx. El gran enemigo de Marx fue Pierre-Joseph Proudhon, contra quien dirigió una parte considerable de sus críticas. La mayoría de los socialistas —Proudhon incluido— concebían la economía moderna como una secuela prolongada del feudalismo. Pensaban que el poder de los industriales manaba de la conquista de la tierra de los señores feudales. Concebían a la economía moderna como una herencia del pasado utilizada para monopolizar el poder y la riqueza, y maltratar a los trabajadores que no habían heredado nada. En otras palabras, la mayoría de los socialistas con los que debatía Marx se oponían al capitalismo en los mismos términos en que se oponían a las conquistas y a la vieja aristocracia. Marx, por supuesto, pensaba que era un error, pues de esa forma se subestimaba la diferencia entre la economía moderna y la economía precapitalista.
Tanto Proudhon como otros socialistas admiraban las relaciones comerciales. Pensaban que si se lograba purificar al mercado del poder acumulado en ciertos extremos, la gente sería capaz de realizar intercambios libres y justos. Marx pensaba que esa idea también era errónea, pues subestimaba la relación entre trabajadores y capitalistas y no daba cuenta de la forma en que operaban el mercado y el poder. Cuando los trabajadores venden su fuerza de trabajo a los capitalistas, no caen bajo los designios de un monopolista local. Obedecen la voluntad de alguien que también es presa del mercado. Eso modifica significativamente la relación entre patrones y trabajadores. La gente suele notar que el rasgo distintivo de Marx es que no pone el eje en la distribución, sino en el trabajo y en las condiciones de producción. Aunque es verdad, no debería perderse de vista que, según Marx, el mercado es un aspecto clave de las operaciones de producción del capitalismo. Marx reconoce que el capitalismo desarrolla la tecnología y nuevos métodos de producción. También reconoce que el capitalismo se sirve del trabajo humano y atenta contra el cuerpo como si fuera solo un recurso a ser explotado. Ambas cosas remiten a la centralidad que tiene el mercado en la producción capitalista. Si el capitalismo es tan dinámico y explotador, es porque la relación entre capitalista y trabajador está mediada por el mercado. SL ¿Cómo llegó Marx a desarrollar esas ideas sobre el mercado en el debate con sus contemporáneos? WCR Marx se aisló durante toda la década de 1850 y la primera parte de la de 1860. Después del fracaso de las revoluciones de 1848, terminó exiliado en Londres. Durante los años que siguieron, rompió con la mayoría de las personas con las que se había vinculado durante la revolución de 1848, salvo, por supuesto, con Friedrich Engels. En vez de participar de la organización política, se puso a estudiar. No solo estudió economía política. Leía los trabajos de Proudhon y literatura socialista en general. Estaba al tanto de lo que sucedía en casi todas partes. Durante el período, elaboró una serie de ideas e intuiciones sobre los problemas del socialismo proudhoniano o saint-simoniano, y los intentos de los owenitas británicos de garantizar intercambios de trabajo, bazares solidarios y nuevas formas de cooperación. SL ¿Cómo entendían la explotación los intelectuales que precedieron a Marx, especialmente los seguidores de Henri de Saint-Simon? WCR La concepción premercantil de la explotación es intuitiva. Sigue vigente en la actualidad: la idea es que los patrones se aprovechan de la debilidad y de la pobreza de sus trabajadores. Los trabajadores son pobres, no tienen propiedad, así que tienen que trabajar para otros que tienen riqueza y son capaces de extorsionarlos. Es una concepción intuitiva de la explotación. Es un fenómeno real y es bastante transparente. Los saint-simonianos adoptaron una perspectiva de ese tipo, según la cual el problema era la persistencia hereditaria de enormes porciones de tierra. Otros movimientos actuales siguen centrándose en el ataque contra la concentración de la riqueza. Es fácil asociar la riqueza concentrada con la herencia y con el supuesto ocio de los ricos. Pero Marx pensaba que todos esos discursos pierden de vista el rasgo distintivo del trabajo moderno, que no pasa tanto por el hecho de que el propietario de la empresa saque ventaja de la dependencia de los trabajadores: en cambio, lo que motiva al empleador capitalista moderno es su propia dependencia del mercado, es decir, la necesidad de vender sus productos con un valor añadido. Eso es lo que lo dispone a exprimir tanto trabajo como sea posible y de las formas más creativas que cabe imaginar. Es una idea que los socialistas premercantiles pasaron por alto. SL Marx también hablaba de acumulación originaria. ¿Qué significa eso? WCR El término deriva de Adam Smith. La idea es que tiene que haberse desarrollado una acumulación original de activos productivos. Según Smith, para que progrese la actividad productiva, tienen que reunirse de alguna manera los medios de producción necesarios. Marx transformó esta idea y la denominó acumulación originaria. Los capitalistas pueden contratar trabajadores porque acumularon riqueza y tienen los medios de producción bajo control. ¿De dónde viene todo eso? Los apologistas smithianos de la producción capitalista tendían a pensar que la acumulación originaria de capital provenía del trabajo duro de los propietarios o de sus virtudes ahorrativas. Los socialistas tendían a pensar que, de una u otra forma, la situación era fruto del robo. En su discusión sobre la acumulación originaria, la contribución más importante de Marx es el señalamiento de que no son los capitalistas los que desarrollaron la acumulación originaria. No podría ser de otra forma, pues dicha acumulación marca justamente el origen del capitalismo. Los capitalistas no pueden precederse a sí mismos y acumular riqueza con el fin de convertirse en capitalistas. Marx, en cambio, nos brinda un relato histórico y los protagonistas son, por un lado, los terratenientes feudales que, sin querer, crearon a los capitalistas cuando desplazaron a la mayor parte del campesinado de sus tierras, pues los pocos campesinos que se quedaron se empoderaron y se convirtieron en capitalistas agrarios, contrataron a sus hermanos expropiados y trabajaron la tierra de la que tuvieron la suerte de no ser despojados. El segundo gran protagonista es el Estado, agente fundamental de la acumulación originaria. Esto obedece, en parte, a que, durante las primeras etapas de la modernidad, el Estado se volvió dependiente de los impuestos, que solo podían provenir de la acumulación económica y del desarrollo capitalista. Por lo tanto, el Estado tenía un incentivo poderoso para fomentar las condiciones de la acumulación capitalista y lo hizo, en parte, expropiando a las masas y concentrando la riqueza de forma tal que pudo ser utilizada como un punto de partida de las empresas capitalistas. SL Otra idea que aparece en tu libro y que la crítica académica no suele considerar es que Marx se inspiró en el republicanismo. ¿Qué significa republicanismo en ese caso? WCR En vez de republicanismo, tal vez sea mejor hablar de política antidominación. Me refiero con eso a toda la literatura que pretende recuperar y rehabilitar la tradición de pensamiento político de la república romana. Otros prefieren hablar de pensamiento político neorromanista. El pensamiento político antidominación se distingue por su concepción particular de la libertad: es necesario liberarse de la dominación. Es un aspecto central en la teoría de Marx. La dominación es el poder que alguien tiene de interferir en la vida y frustrar los deseos de otro. Ese otro no tiene un poder compensatorio. No puede detener al primero. Sus protestas son insignificantes. Por lo tanto, quien domina puede hacer lo que quiera. Para ser libres, debemos liberarnos de ese poder. Si leemos a Marx con esa idea de la libertad en mente, se aclaran muchos de sus conceptos. SL ¿Por qué esa idea es tan importante hoy? WCR La dominación es clave en el mundo político contemporáneo. El movimiento #MeToo mostró que, cuando los hombres están en una posición de poder, son capaces de forzar a las mujeres a participar de actos sexuales sin utilizar necesariamente una fuerza coercitiva. El hecho de que tengan poder sobre los medios de vida de las mujeres, y el hecho de que las mujeres estén convencidas de que no son capaces de contrarrestarlo, tiene efectos, aun cuando no existan amenazas reales. Lo mismo vemos en el caso de las políticas migratorias. Uno de sus efectos colaterales es que los inmigrantes evitan llamar a la policía o ir a los hospitales en casos en que necesitan hacerlo. Tienen miedo de lo que podría pasarles. El mero saber de que la policía podría llamar al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas —y que sus familias podrían ser destrozadas y deportadas— tiene efectos considerables sobre sus vidas. El fenómeno de vivir con miedo a ser víctima del poder de alguien, aun cuando esa persona no esté haciendo nada, es una realidad fundamental para la crítica de Marx del mundo del trabajo y del mercado en general. SL Muchas veces suelen atribuírsele a Marx los crímenes del sistema soviético. Se lo acusa de haber elaborado una serie de ideas que promueven, no la libertad, sino la dominación. Pero lo que decías recién parece estar más emparentado con la tradición anarquista. ¿Cómo se relacionan las ideas de Marx con esa tradición? WCR Cada vez hay más trabajos que estudian el vínculo entre la tradición anarquista y la política antidominación. Todas las tradiciones políticas del siglo diecinueve hunden sus raíces en modos de pensamiento más antiguos, pero las contradicciones están en todas partes. La tradición anarquista con la que estaba familiarizado Marx tendía a pensar la libertad como la independencia radical de los individuos: liberarse de la dominación es liberarse de la dependencia de los otros, al menos de la dependencia no consentida. El punto de partida de Marx es similar: aborrece la dominación. Pero Marx pensaba que, en la modernidad, la independencia era imposible e indeseable, y que el desarrollo de la economía capitalista entretejía lazos de dependencia cada vez más fuertes entre gente que jamás llegaría a conocerse personalmente. En mi libro escribí que Marx deseaba una libertad sin independencia. Pretendía recuperar la vieja noción de libertad sin dominación, pero también hacerla compatible con un sistema en el que dependemos unos de otros en el marco de una enorme cooperación social. En ese sentido es posible despejar ciertas ideas de lo que significa liberarse de la dominación. En comparación con los anarquistas de su época, Marx mostró mucha más simpatía por los sistemas de reglas enormes y relativamente impersonales tan típicos del mundo moderno. SL Hay muchos debates sobre el supuesto determinismo histórico de Marx. Al estudiar la lógica del sistema capitalista, Marx argumenta que sigue sus propias reglas y su propia trayectoria. En cierto punto, las contradicciones internas llevarán a su fin. En términos políticos, entonces, debemos oponernos al capitalismo, no tanto porque sea moralmente malo, sino porque podemos jugar un rol activo en esa desaparición, de todas formas inevitable. ¿Es así? ¿La crítica del moralismo tiene consecuencias que hoy tal vez hoy no son tan deseables, o sigue siendo un punto de vista ventajoso? WCR En términos históricos, Marx se opuso al moralismo haciendo énfasis en la naturaleza sistemática de la realidad y en que no elegimos las circunstancias en las que nos encontramos. Algunos seguidores de Marx —y también sus críticos— interpretaron sus ideas en un sentido determinista. La forma de precavernos de este peligro es poner el énfasis en que la naturaleza sistemática del régimen que queremos transformar debe ser un motivo de estudio. En otras palabras, justamente porque es un sistema, debemos comprender cómo se relacionan sus partes y la dinámica que lo impulsa.
Pero creo que Marx nunca consideró que sus ideas llegarían a ser tomadas como argumentos de cierto mecanicismo determinista, es decir, de esa concepción que afirma que algo nuevo y mejor surgirá necesariamente del capitalismo. Para Marx, siempre se trató de comprender que hay un gran grupo de trabajadores que comparten el interés de cambiar el sistema porque son los más explotados, y, como ocupan un lugar clave en el funcionamiento del sistema, tienen el poder de transformarlo. Siempre pensó que sería la acción de los trabajadores la que pondría fin al capitalismo y no la lógica inevitable de sus operaciones. SL ¿Qué nos enseña El capital a quienes queremos terminar con el capitalismo? ¿Es posible pensar una vida poscapitalista? WCR Quienes busquen recetas no estarán contentos con mis estudios sobre Marx. Pero si llegamos a comprender la noción de libertad en función de la cual Marx se opuso al capitalismo, tal vez podemos utilizarla para preguntarnos: ¿Qué tipo de instituciones serían capaces de liberar de la dominación a todo el mundo y en igual medida? Es una pregunta muy amplia. Es una pregunta que los socialistas no se plantearon. Es una pregunta que los anticapitalistas no se plantean. Es una pregunta que amerita un gran esfuerzo de pensamiento, pues hay muchas intuiciones divergentes. Es relativamente fácil identificar las circunstancias, las situaciones y las acciones que nos resultan aberrantes. Pero es más difícil encontrar el tipo de instituciones y prácticas que podríamos adoptar a gran escala y conquistar un electorado capaz de presionar a favor de la adopción de esas instituciones y prácticas. Marx nos abrió la puerta para plantear esas preguntas. No creo que él haya pensado que encontró una respuesta satisfactoria. Tenía una gran esperanza en la capacidad de la gente común para juntarse, organizarse y descubrir formas de vida libres. Como sea, los problemas que enfrentamos hoy son mucho más grandes que los que enfrentó el movimiento obrero del siglo diecinueve. Por lo tanto, es fundamental pensar en elecciones, planes de acción y formas de organización. Todo eso es muy importante y suele ser subestimado. Sobre la entrevistadora Sasha Lilley es presentadora y productora del programa de radio Againstthe Grain, autora de Capital and Its Discontents: Conversations with Radical Thinkers in a Time of Tumult, and coautora de Catastrophism: The Apocalyptic Politics of Collapse and Rebirth.