martes, 27 de octubre de 2020

De Leopoldo Moreau

Un domingo intenso: La Nación y Clarín remando a full una megadevaluaciòn. Carrió que reaparecìó ironizando sobre el fallo de Ramos Padilla pero sin poder desmentir su caracter de usuaria y vocera de informes de inteligencia ilegal para perseguir adversarios alimentando maniobras de prensa y causas judiciales truchas. Por supuesto, en este domingo intenso, Ramos Padilla es el blanco preferido de "editorialistas" de los grandes diarios, de sellos de goma y "personalidades" que se desviven por defender a Santoro sin tomar en cuenta que en la asociación ilícita con D' Alessio y Stornelli su rol era extorsionar ciudadanos desde los medios para que declararan contra otros ciudadanos en causas amañadas. De paso (lo supiera él o no lo supiera) D'Alessio le sacaba plata a las víctimas que extorsionaban. Tampoco hoy faltó la inefable pluma de Morales Solá que venía sosteniendo que no había que amedrentar a la Corte Suprema pero que resolvió amenazarlos con la guillotina si no fallan reponiendo a los jueces usurpadores que necesitan mantener en sus cargos no sólo para asegurar la impunidad de Macri sino su propia impunidad porque no solo están urgidos en desestabilizar al gobierno. Tambien los pone en pánico que se corra el velo sobre toda la mugre que acumularon en estos años. En éstas perversidades ingresa el fraude mediático electoral del 2015 que empedró el camino que llevo a Macri y Vidal a triunfar en esas elecciones. Me refiero a la patraña del asesinato de Nisman y a la mentira que la Morsa era Aníbal Fernández. Son lecciones que no debemos olvidar. Por eso cuando algunos sostienen abiertamente (o desde anonimas vocerias) que la agenda de Cristina perjudica al gobierno porque se dedica a la cuestiòn judicial pienso que lo dicen para meter cizaña o porque no entienden nada. La experiencia enseña que ningún gobierno nacional, popular y democratico puede tener éxito si el Poder Judicial esta subordinado a los intereses de los grupos concentrados de la economía o a los geopolíticos de la Embajada. Tampoco lo puede alcanzar si no gana la batalla comunicacional y cultural. El éxito de una política económica productiva y distributiva está atada a estos requisitos. Es imprescindible tener una mirada integral, mejor dicho, estratégica. La misma que tuvo Cristina cuando llevó al pueblo argentino al triunfo hace un año atrás con el Frente de Todos. Ese triunfo no sólo se forjó con un acto aislado de desprendimiento. Fué una mirada estratégica que nos impulsó a la resistencia al modelo neoliberal desde el inicio de la gestión macrista y completó con la decisión de competir con su propia candidatura en el 2017 desde Unidad Ciudadana. Un paso que permitió reunir la masa critica suficiente como para provocar en el 2019 la unidad del peronismo condición escencial para unir todo el campo popular. La historia enseña.

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