martes, 26 de julio de 2022

BIMONETARISMO: para controlarlo hay que hacer bolsa el dólar bolsa antes que nos haga bolsa

La vice presidente Cristina Fernández de Kirchner en su discurso en El Calafate con motivo del 9 de Julio, dijo que ni el mago Mandrake con su amiga Lorna podrían arreglar el pernicioso bimonetarismo vigente en Argentina. Una semana antes, en un homenaje en Ensenada por el aniversario de la muerte de Perón, se refirió a lo mismo, afirmando que “la causa del fenómeno inflacionario es la economía bimonetaria”. Por lo que consideraba necesario “un gran acuerdo entre todas las fuerzas políticas para abordar este problema que es grave en serio”. Mientras pronunciaba este discurso, el ahora ex ministro de Economía Martín Guzmán anuncio por las redes sociales la renuncia a su puesto. Abrumado por las picardías que se veía obligado a hacer para poder aprobar las revisiones trimestrales del Fondo; la ausencia de resultados en relación con la inflación; el abrupto frente de vencimientos que afrontaba con la deuda interna en pesos como consecuencia de su propia gestión; el despegue en alza de los dólares bolsa y paralelo, tras largos meses de estar planchados el mismo nivel; y la cerril oposición del kirchnerismo, que denostaba su gestión, y especialmente sus defecciones en la negociación con el FMI. Sin un plan B, tras una larga inacción durante el fin de semana, Guzmán fue sustituida por la economista peronista Silvina Batakis, quien a continuación fue recibida por el mercado bursátil con una estruendosa salva de su artillería. Consistente en una notable profundización de la devaluación bursátil que había asustado a Guzman, reflejada en el mercado bimonetario de los títulos públicos nominados en dólares, que cotizan en la bolsa tanto en dólares como en pesos. Cuyos precios llegaron a casi $ 300 por dólar, un 50 % por encima del elevado valor que tenían tres meses atrás. Los que a su vez arrastraron al alza al denominado dólar blue o informal, que antes se llamaba “negro”. La rendición incondicional de Batakis Evidentemente esa intimidatoria salva de artillería bursátil bimonetaria, amilanó al gobierno y a la flamante ministra. Quién tras una interminable semana dedicada a integrar su elenco ministerial, mientras la salva de artillería bursátil bimonetaria seguía tronando, como una mezcla del general Benjamín Menéndez en Malvinas, y de López Murphy y Domingo Cavallo en el 2001, tras afirmar que el mercado no la llevaría puesta, se rindió incondicionalmente ante él y ante el FMI. Proclamando la necesidad de llegar al “déficit cero” prometido por dichos fugaces ministros en del 2001, superando así largamente al renunciado Guzmán con su déficit del 2,5 %, y sus ideas keynesianas de las obras publicas reactivadoras, que Batakis dijo que podría cancelar. A lo qué, como si no fuera suficiente, agregó una garantía del Banco Central para los títulos públicos de la deuda interna, y una suba de la tasa de interés, prometiendo que sería positiva por encima de la inflación, no obstante la dimensión desmesurada que ha adquirido esta. Medidas que complacieron sumamente a la City financiera, como si el gobierno finalmente hubiese entrado en razones. Pero que suscitaron la inmediata reacción adversa de las organizaciones sociales y sindicales. Y lo que es más elocuente aún, el absoluto mutismo del kirchnerismo. Razón por lo cual claramente el problema dejó de ser una cuestión económica financiera, para pasar a ser social y político, con toda la incertidumbre que ello plantea hacia adelante. A lo que cabe agregar la cuestión geopolítica, dado que casualmente a la par de esos ruidosos acontecimientos socioeconómico financieros, Argentina solicitó su ingreso al BRICS (Brasil, Rusia, India, China, y Sudáfrica) siendo acogida dicha solicitud con gran beneplácito por Rusia y China. A quien EEUU y la OTAN han señalado como sus enemigos estratégicos. Las salvas de artillería bursátil bimonetaria, igual que las que emplean pólvora, tienen dos componentes. Que en este caso no es el clásico de potasio y azufre, sino de que un mismo bono o título público, puede cotizar actualmente en las bolsas argentinas, tanto en pesos como en dólares. Creando de esta manera el dólar bolsa o bursátil, resultante simplemente de dividir el precio en pesos de un bono, por su precio en dólares. Operación aritmética bursátil, que nada tiene que ver con la economía real de los argentinos, pero qué difundida atronadoramente por los grandes medios, diariamente los conmueve hasta el tuetano, aún más de lo hacía durante la convertibilidad la famosa “tasa de riesgo país” del banco Morgan Stanley. Como consecuencia del Tótem y Tabú en que se ha transformado el dólar para los argentinos, no solo como moneda de atesoramiento informal, sino como referencia suprema de los precios de la economía. La economía bimonetaria y sus perversiones Por lo cual le asiste razón a la vicepresidente Fernández de Kirchner, cuando en su discurso e Ensenada afirmó que actualmente no es el déficit fiscal ni la emisión monetaria la causante de la desbocada e incontenible inflación. Sino la enorme brecha existente entre el dólar oficial y los dólares paralelos bursátiles, que a su vez como se verá seguidamente, arrastran tras sí al dólar blue. Y en cuanto al haber sido la primera en referirse al intríngulis del bimonetarismo como flamante senadora a fines del 2017, Stripteasdelpoder.com puede afirmar por su parte que se adelantó a ella varios meses, en la nota que publicó en agosto de ese año. Referida a la ruinosa situación del Banco Central, que está obligado a devaluar el peso para poder hacer frente al pago de las Lebacs – Leliq, sin que su patrimonio neto se haga negativo. Dicha brecha cambiaria se amplió enormemente en el primer semestre del 2020, a la par que el ex ministro Guzmán negociaba con los lobos de Wall Street, liderados por el mega fondo Black Rock, la deuda pública externa privada. Quienes para forzar al ministro para que aceptara sus condiciones, fraguaron una devaluación bursátil, manipulando bimonetariamente el precio en pesos y dólares de los títulos que se estaban por canjear.

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