jueves, 29 de diciembre de 2016

El nuevo ajustador


Nicolás Dujovne, el flamante ministro de Hacienda, es un militante del achicamiento del Estado pero cobra desde 2012 un sueldo del Senado de la Nación para cumplir con tareas técnicas y administrativas en el bloque radical. Dujovne fue consultor del Banco Mundial, cercano a Trump, director de Papel Prensa y columnista de TN. Falló en todos sus pronósticos sobre la economía durante la gestión de Prat-Gay pero no todo fueron desaciertos: integra la lista de funcionarios macristas compradores de dólar futuro. Lo que viene es más ajuste y más deuda. En marzo de 2015, mientras 2000 empresarios pagaban un cubierto de 50 mil pesos en La Rural para aportar fondos a la campaña de Mauricio Macri, sus hijos escuchaban en Bariloche a un economista de moda y con peso en la banca. Quien predicaba consejos ortodoxos en el Hotel Llao Llao a los herederos del poder era Nicolás Dujovne, el flamante ministro de Hacienda de Cambiemos. Esas mismas lecciones que Dujovne brindó a un selecto grupo de “CEO juniors” –estaban los Bagó, Bulgheroni, Blaquier y Ratazzi, entre varios otros– son las que ahora buscará aplicar como uno de los dos sucesores de Alfonso Prat-Gay. Su misión es podar el gasto público a fuerza de ajuste renovado, más quita de subsidios, flexibilización laboral y de mercado, y nuevas bajas en el plantel del Estado. Así se desprende del diagnóstico que regularmente viene haciendo en sus intervenciones en la prensa, y de esta manera espera atraer inversiones, aunque tiene un plan B en caso de que sigan sin llegar. Es simple: volver al FMI y tomar deuda. Su misión es podar el gasto público a fuerza de ajuste renovado, más quita de subsidios, flexibilización laboral y de mercado, y nuevas bajas en el plantel del Estado. Si la receta de Dujovne suena a déjà vu no es por casualidad: de cuna radical, el nuevo funcionario de Macri integró el gobierno de la Alianza, donde fue delegado ante el Banco Central del Ministerio de Economía que conducía José Luis Machinea, el creador de “la tablita” y artífice del fallido “Blindaje”. Dujovne también fungió como consultor del Banco Mundial en Buenos Aires y en 2000 fue designado en Papel Prensa, donde compartió directorio con Héctor Magnetto, Julio César Saguier y José Antonio Aranda. No sería esa la única oportunidad en que se codearía con pesos pesados de los medios de comunicación. Cuando la Alianza se vino a pique, migró al sector privado: hasta 2011 fue economista jefe del Banco Galicia. Pero los vínculos con la UCR no se agotaron en la frustrada experiencia delaruista, sino que llegan hasta hoy: desde enero de 2012 que Dujovne está contratado por el Senado de la Nación en el bloque radical, con Ernesto Sanz como su principal referente e impulsor. En la cámara alta, tiene una “planta transitoria”, legajo 21419, con categoría A-5, para cumplir tareas “administrativas y técnicas”. Para esas funciones y por su antigüedad, los sueldos rondan los 34 mil pesos. Su estadía de casi cinco años en el Estado –al que llegó por pedido del entonces jefe del bloque boina blanca, Luis Petcoff Naidenoff– no impidió que el ministro debutante sea un duro crítico del sector que integra. “Hay un millón de empleados públicos que en alguna medida representaron un seguro de desempleo encubierto”, llegó a sostener, en un cálculo del que, por supuesto, se autoexcluye y que preanuncia más cesantías. Congelamiento Por aquellos días de marzo de 2015 en que Dujovne daba cátedra a jóvenes empresarios en la tierra de los viajes de egresados –como en su momento reveló el periodista Alejandro Bercovich–, también exponía su fórmula del éxito desde las páginas del diario Clarín: “Si queremos bajar la inflación no podemos darnos el lujo del gradualismo, ni en el recorte de subsidios ni en la suba de tarifas. La parte importante hay que hacerla al principio”, había advertido.De todos modos, se mostraba confiado: “Nuestros problemas son fáciles de resolver. Habrá turbulencias al principio, pero primará el renovado optimismo sobre el futuro. Creo que tendremos una inflación del 20% en 2016 y luego sí bajará más rápido”. Lejos de ese “renovado optimismo” de quien lo reemplazaría y a pesar de haber pasado el rasero, Prat-Gay no pudo controlar la inflación ni hacer que llegaran inversiones. Tampoco le fue muy bien a Dujovne al vaticinar el precio del dólar. Calculó que, si se eliminaba el límite a la compra-venta de la divisa estadounidense, se iba a “alcanzar el tipo de cambio real de 10 (pesos)”. Incluso, lo veía “más abajo por la fuerte entrada de capitales”. Pero no todos habrían sido desaciertos: según el portal web El Destape, Dujovne se suma a la lista de funcionarios macristas que fueron compradores de dólares a futuro. Días antes de que se conociera su designación, en el diario La Nación, donde es columnista frecuente, el economista sostuvo: “Si el Gobierno lograra mantener el gasto congelado en términos reales por los próximos cinco años y la economía creciera 3 por ciento por año, el gasto en relación con el PBI bajaría de 45 a 39 por ciento en 2021. Y si esa estabilidad del gasto permaneciera por diez años, caería hasta 34 por ciento del PBI en 2026”. Al parecer, lo que se viene en la cartera de Hacienda podría graficarse como una prolongada era del hielo. Mediático Si Prat-Gay había construido su ascenso en base a los antecedentes en la banca JP Morgan y su paso por el Banco Central, el caso de Dujovne es una mezcla de buen predicamento entre el establishment puro y duro, y alta exposición mediática. Además de los artículos en la “tribuna de doctrina” de los Mitre, el nuevo ministro viene de ser co-conductor junto al influyente periodista Carlos Pagni del programa “Odisea Argentina”, emitido por la señal de cable TN, del grupo Clarín. Incluso, con Pagni y el productor Víctor Andrés Winograd, montó en junio de 2013 la empresa Tres Bien SA, dedicada a la “creación, desarrollo y producción de contenidos audiovisuales, gráficos y digitales”. Es también un internauta activo, si bien por algunos días prefirió ponerle un “candadito” a su cuenta de la red social del pajarito, para moderar su pasado de rabioso tuitero anti-k.

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