lunes, 2 de noviembre de 2020

Carta abierta a Alberto Fernández

CARTA ABIERTA AL CIUDADANO ALFREDO LEUCO. La verdad, señor Lewcowicz, es que nunca pensé que yo alguna vez estaría respondiendo alguna de sus declaraciones. Ni siquiera me imaginé que me ocuparía de leerlas, luego de que usted entrara a ese laberinto sin salida que es el de la pretendida objetividad que le da sostener que es un "periodista independiente". Pasaron demasiados años desde los 90 cuando me deleitaba leyéndolo en su "Le doy mi palabra", una recopilación de sus mejores reportajes. Yo fui su gran admiradora pero luego de decepcionarme de voces como las suyas, se me fue diluyendo la vocación por llegar a ser una suerte de versión vernácula de Oriana Falacci. Dicen las malas lenguas que un indicador de vejez es contar cuántas veces al día uno recuerda los refranes de su abuelas y que si se trata de dos o más veces, es señal que envejeció.Yo tenía una abuela paterna cuyo repertorio era tan suculento que seguramente habría tenido alguno que se ajuste a su metamorfosis política. Esa que el tiempo operó en usted, inicialmente militante del campo popular, (incluso llegó a reivindicar la lucha armada) tan comprometido con su causa, que se vio obligado a adoptar el seudónimo de Leuco para disfrazar su origen judío-polaco y así salvar su vida. Pero no es su historia la que yo pretendo recordar para eso están los buscadores de Internet. Yo sólo soy una tucumana de 63 años, madre de cuatro hijos, caminando la vida con mi compañero desde hace 46 años "juntos a la par" y abuela de tres nietos. Tuve una exitosa carrera laboral de la que me estoy retirando, tengo una vida muy plácida y conservo una memoria prodigiosa. Y soy una tipica profesional universitaria de clase media, muy agradecida a la vida por lo que le tocó, que no negocia sus sueños, que no es una planera, que no vivió del Estado sino que dedicó parte de su vida a ser una servidora del Estado. Le cuento que de la mano de mi compañero, militamos desde 1973 en el "Populismo" como nombra usted (y los demás empleados del poder real como usted) al campo nacional y popular. Tal vez pretendiendo bajarle el precio al inmenso movimiento que representamos todos los que tenemos convicciones y valores. Y los que somos consecuentes con ellos en nuestra vida cotidiana. Somos los que todos los días nos levantamos pensando cómo honrar el suelo que pisamos y cómo honrarnos con nuestra conducta y con nuestras actitudes. Es claro que usted tiene todo el derecho (y de hecho lo ejerce en sus espacios radiales y televisivos) de decir lo que le parezca en sus editoriales. Es dueño de emplear términos soeces, procaces, para hablar de los peronistas e inclusive de mostrarse desembozadamente obsesionado con Cristina. Así que a mí permítaseme desviarme un minuto del objeto de esta misiva para hacer una chanza: bien podría alguien insinuar un amor no correspondido y hacer una analogía suya con un hombre despechado ¿no le parece? la nombra tantas veces... Pero quiero dejarme de dar tantos rodeos y poder enfocarme en los verdaderos motivos por los que sentí el impulso de escribirle sin demasiado interés en que me lea y mucho menos de que si lo hiciera, le importara lo que digo. Pero créame que no lo hago por usted, sino por los millones de argentinos que llenamos las redes y las calles el 17 de octubre, celebrando nuestro 75 cumpleaños y ayer, 27 de Octubre, festejando un año de la victoria del Frente de Todos. Pero ambas fechas tan importantes y que marcan una bisagra en la historia política del país, se vieron algo "opacadas" por la emoción, por la alegría, por el fervor, el amor y la devoción que sentimos por el recuerdo de uno de los mejores presidentes que tuvo la Argentina en democracia. Y en nombre de todos ellos es que quiero que sepa que no le vamos a permitir que su odio y su desquiciadas declaraciones rocen siquiera la mística de la militancia kirchnerista. Usted no puede ser tan ruin al afirmar: "...yo tengo mis serias dudas de que Néstor viva en el corazón de los argentinos. No lo veo a Néstor en los homenajes de abajo hacia arriba todo lo contrario, lo veo desde arriba hacia abajo, desde el aparato del Estado. La cosa fue impuesta por el gobierno y no surgió como algo espontáneo del ciudadano de a pie..." (sic) Porque usted temerariamenten instala en el editorial que de casualidad escuché ayer, una idea que es muy ruin, de una bajeza inaceptable y pocas veces escuchada en las bocas o en las plumas de colegas tan ultra macristas como usted. Porque desconocer lo que representa para todos nosotros el duelo que nos dejó Néstor en nuestros corazones, es reconocer que usted jamás sintió algo parecido. Porque daría la sensación, habilitaría a imaginar que mientras a usted (y a todos los que son como usted) les pagan para odiar y para lograr que la sociedad odie, nosotros, (y los que son como nosotros) pagamos para amar y para cumplir con la intención de que la sociedad ame. Nosotros usamos dinero de nuestros bolsillos, señor Leuco, nosotros "hacemos vaquitas", nosotros mangueamos a los amigos, nosotros pedimos favores, jodemos a los hijos y a los nietos, armamos proyectos, nos reunimos, nos peleamos para siempre y nos reconciliamos para toda la vida. ¿Y sabe qué? disfrutamos de cada cosa que organizamos antes, durante y después de celebrar cada fecha que nos honra individual y colectivamente ¿Quiere saber por qué, Leuco? Porque nosotros militamos por la vida, por la igualdad, por la inclusión, por la ampliación de derechos no por la defensa de privilegios, como decía Don Arturo Jauretche. Por una Patria para todos, con equidad en el acceso a los servicios esenciales, con fábricas funcionando, con educación, con salud. Una Patria con soberanía política, con independecia económica y con justicia social. No sabemos vivir de otra manera, Leuco, llevamos la marca en el orillo. Siga creyendo que la hostiga a Cristina y haciéndola responsable de todo lo malo del planeta, ya es parte del folklore y usted una suerte de payador del desprecio. Aunque seguramente el tener un "enemigo" de su estatura, a ella debe despertarle una que otra carcajada. Pero, está a tiempo, gánese un pedazo de cielo y no se meta con lo más valioso que tenemos "los populistas": nuestras convicciones. Ya termino y fíjese que lo hago coincidiendo con usted, (al fin encontré algo que nos acerca), usted tiene razón cuando afirma al comenzar su monólogo que nadie se vuelve bueno cuando muere, que uno es malo o es bueno y que se muere tan malo o bueno como fue en vida. Cómo Néstor. Me despido como empecé, recordando a mi abuela cuando repetía ese famoso del vino. Y sonriendo mientras la imagino viéndolo y escuchándolo a usted, leyendo su pasado en Wikipedia y agregándole una fe de erratas a su refrán: "a veces algún buen vino puede llegar a ser un muy mal vinagre". Atentamente. Rosana Herrera de Forgas

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