lunes, 2 de noviembre de 2020

No fue represión, fueron los " troskos ” de Myriam Bregman

“No fue represión, fueron los troskos” Yo no les pido que lean a Marx, mucho menos a Trotsky (aunque se los recomiendo) pero como gustan usar la imagen de Rodolfo Walsh o incluso homenajearlo, invito a que lean o rompan en pedacitos su libro “¿Quién mató a Rosendo?”. Allí Walsh explica muy bien qué significa cuando en medio de una lucha o conflicto se llama a alguien “comunista” o “trotskista” como símbolo de lo malo, de lo que merece ser atacado, despedido, incluso patoteado o reprimido. Se sindica “son trotskistas…”, y viene el ataque. El macartismo es la antesala de una acción antipopular, antiobrera. Es decir, reaccionaria, pro gansteril, pro empresaria. Hoy la veo a Patricia Bullrich riendo casi como un demonio y pensando como Margaret Thatcher cuando le preguntaron sobre cuál creía que era el mayor logro de su carrera política y ella respondió que eran Tony Blair y el nuevo laborismo, porque “obligamos a nuestros oponentes a adoptar nuestra forma de pensar”. Les dejo una cita de “¿Quién mató a Rosendo?” y les cuento algo personal. Tengo el orgullo de haber sido la abogada de la hija de Raimundo Villaflor en la causa ESMA; de representar desde hace años a Patricia, la hija de Rodolfo en la causa de su padre y de su hermana Vicki en su inclaudicable búsqueda de justicia; y también de militar cada día, codo a codo, con una gran dirigente y compañera de mi partido que es Laura, la hija de Norberto Liffschitz, el abogado con el que se encuentra Walsh. Porque como siempre me remarca Patricia, para Rodolfo primero estaban “las personas y los hechos”. Sí, los hechos. “Si alguien quiere leer este libro como una simple novela policial, es cosa suya. Yo no creo que un episodio tan complejo como la masacre de Avellaneda ocurra por casualidad. ¿Pudo no suceder? Pero al suceder actuaron todos o casi todos los factores que configuran el vandorismo: la organización gangsteril; el macartismo (“Son trotskistas”); el oportunismo literal que permite eliminar del propio bando al caudillo en ascenso; la negociación de la impunidad en cada uno de los niveles del régimen; el silencio del grupo sólo quebrado por conflictos de intereses; el aprovechamiento del episodio para aplastar a la fracción sindical adversa; y sobre todo la identidad del grupo atacado, compuesto por auténticos militantes de base”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario