viernes, 4 de diciembre de 2020

Mensaje para los distintos

Mensaje para todos aquellos que se sienten distintos y están escribiendo boludeces en estas horas. Kafka, era un apasionado de pornografía extrema, con niños y seres con garras, pero sus muros están llenos de sus frases, todos lo recuerdan solamente como un gran escritor y basta. Leonardo Da Vinci, genio absoluto por La Gioconda y La última cena, fue acusado más de una vez de sodomía, y no obstante hacen filas en los museos para ver sus obras; Miguel Ángel, famoso por la Capilla Sixtina, por La Piedad y por miles de otras obras, era un conocido pedófilo tolerado por la Iglesia, sin embargo, les brillan los ojos delante a su genialidad. A D'Annunzio lo recordamos como un gran escritor, pero nadie lo acusa de haber amado el sexo y la cocaína sin límites. Baudelaire, Freud, eran asiduos consumidores de opio y cocaína. Miles Davis era heroinómano, Billie Holiday, Charlie Parker, John Coltrane, Bill Evans, Chet Baker, murieron por el físico devastado por los abusos y por la heroína. Los Beatles, Pink Floyd, The Doors declararon haber creado canciones bajo los efectos de LSD. No me resulta que alguien haya jamás dicho: "Imagine de John Lennon, es bellísima pero él era un drogado de mierda. Sí, La Piedad es un capolavoro pero Miguel Ángel era un pedófilo asqueroso, la tromba de Chet Backer era algo celestial, pero fue un pelotudo, se la buscó, es justo que se haya muerto". Los artistas deben ser considerados por las emociones, por las lágrimas, por las sonrisas que dejaron en cada uno de nosotros, por una poesía, por una película, por un cuadro, una escultura o por un tiro al arco. Si eran personas normales habrían tenido una existencia banal y de mierda como la nuestra que, cuando moriremos pasaremos al olvido sin que nadie se haya dado cuenta de nuestras vidas. Ellos, de normal no tenían nada y es justo que sea así. Los peros y los porqué sobre la vida privada de ellos, sobre sus debilidades, sus melancolías, son solo ejercicios para moralistas ridículos, siempre listos con el dedito acusador que detesto profundamente. Ahora, ese dedito, ya saben donde metérselo, estoy seguro.
Francesco M. Palumbo

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