domingo, 18 de julio de 2021

CUBA 🇨🇺❤ Por Silvio Rodríguez

Es importante entender que no acostumbramos a relacionar la calidad humana de alguien por su situación económica. La excepción viene de la mano de acciones como la de René de Calle 13 que guste o no su arte (a nosotrxs en La Conjura de los Nervios nos parece fundamental en este siglo) se ha ganado su dinero de modo legítimo y, hasta ayer, creíamos que honesto. Desde su mansión de 6 millones de dólares en Encino, California, decidió borrar con 4 minutos de monólogo todo el contenido de su obra y sus canciones que atravesaron la cultura de nuestro continente, empatando todo, pretendiendo una asepsia lejana....extrañamente lejana de una isla que él mismo nos cantó y vendió, como una estrella en el firmamento. En sus palabras tachó el bloqueo, habló de una libertad que impide el país en el que ahora vive, donde tributa, negando esa condición y comparando a los gobiernos colombianos y chilenos con el de Cuba. Luego equiparó a quienes protestan. No sólo denigra la Revolución Cubana, a la que defendió hasta la puerta de su mansión, si no que también rompe a los movimientos sociales que surgen de la resistencia a sistemas falsamente democráticos como los de Chile y Colombia, con alternancias en el poder de un bipartidismo muy parecido al país en el que vive el artista, que discursean diferente para decidir lo mismo, cambiando para que nada cambie. La organización de la juventud chilena logró la modificación de la Constitución pinochetista, con muertxs y víctimas de violaciones, mujeres ultrajadas, cientos de ciegos que los carabineros balearon en sus ojos, en esa escuela siniestra de represión militar que nunca abandona la creatividad de la destrucción. Empata la izquierda con la derecha en ese guante que René usa ahora, y el de la derecha al revés entra en la mano izquierda como alguna vez escribió Cortázar, que abrazó la Revolución hasta deshacerse y hoy arrastrando esa R, le diría a René que ese lecho enorme y confortable es la cloaca del sistema, aunque él la sienta cómoda y se enamore del eco de sus palabras que prenden fuego sus propias huellas. Que esa nafta con la que llena el tanque enorme de su camioneta, tiene sangre y muerte de los dueños del suelo que pisa y de la boca que ahora nos habla. No hay que extrañarse, Vargas Llosa fue parte de aquel movimiento bello e inolvidable de la Casa de las Américas, hoy es la Vox de los explotadores, parecido a su émulo Jaime Baily pero con la costra que le deja cierto cansancio de un ocaso lamentable, ajado, batracio. El mismo recorrido anfibio emprende René, hace no mucho esa maravilla invencible llamada Silvio Rodríguez, cantó con él extendiendo su mano abierta, invitándolo a la escalera que llega hasta el olimpo de esa raza gloriosa que tiene nuestro hermoso continente. Sería bueno que René lo lea. Nosotrxs acá lo compartimos, lamentando que de tanta revolución cantada, la mansión le tape los ojos y le hayan ganado los muros. "Al socialismo le falta mucho -muchísimo- para ser justo. Quizá al final ni se llame socialismo, porque va a ser un híbrido. Pero no hay mal mayor que el cáncer imperial, que devora la vida donde esté, despojando pueblos a miles de millas de sus costas. Sus beneficiarios son un 1%, pero sus adoradores, aún cuando también son víctimas, callan sus abusos y recogen nerviosos sus migajas. Se sienten seguros bajo la inmensa sombra de la matrix todopoderosa, y ella les toca los resortes y se expresa a través de sus voces, pantallas, pedacitos de mundo a su servicio. Lógico que no nos soporten, lógico que con vernos resistir, sobrevivir y respirar nos llenen de diatribas. Escogimos no ser dóciles asalariados, escogimos la estrella que ilumina y mata. Que asuman su vergüenza". Silvio Rodríguez

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