viernes, 17 de junio de 2016

Dady Brieva sobre José López


Sentimientos de un artista peronista y kirchnerista que apuesta a volver para ser mejores. Fue como un accidente en la familia. Se me vinieron encima varias imágenes y sensaciones. Pensé en que podían haber más involucrados. Y cuando respiré por segunda vez me di cuenta de que cuando me enamoro no veo. Y sigo creyendo profundamente, apostando a lo que amo: a los sesenta años de peronismo y a los doce años de kirchnerismo. Eso no quiere decir que no esté triste y enojado. Lo estoy. Pero también es cierto que entre los dirigentes del macrismo ocurren cosas que no son excepciones sino que son una lógica que está atada a esa propuesta política: tienen a Angelo Calcaterra y a Carlos Melconian que dice que tiene dinero en el exterior como muchos argentinos y que no lo va a traer al país. Dice eso y parece que no pasa nada. Sus militantes no se indignan, no les parece raro porque es la norma. Tenemos problemas y dirigentes que nos dan asco y no están a la altura de las circunstancias pero que ellos, que se quedaron con Papel Prensa en una sala de tortura, no me van a venir a hablar de moral con la bragueta abierta. Eso no lo permito. Acá ahora hay toda una discusión sobre lo que pasó con José López y florecen las críticas y ataques por todos lados.En todo caso, el problema es que ese tipo no sabía donde esconderla pero los Panamá Papers muestran como otros sí saben dónde esconderla. No me imagino a algunos empresarios, de los más grandes, no sabiendo qué hacer con plata que no pueden explicar. Son tipos que entre que prenden un cigarrillo y otro mandan la guita a Suiza o al JP Morgan. Esto no me gusta. Me acuerdo cuando en enero no aparecía ningún dirigente o había muy poquitos como Sabbatella, Axel y Cerruti y a los nuestros los echaban como perros de sus trabajos. Los recuerdo militando en lugares hostiles. Recuerdo amigos míos que se quedaron sin la obra social y por el otro lado aparecen esos billetes. Eso está dentro de las generales de la ley de lo que le puede pasar a un movimiento que tiene sesenta años y es el más grande de la historia de la Argentina. Me avergüenza, pero no me amilana frente a lo que propone el macrismo, que es un país para pocos.

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