miércoles, 30 de agosto de 2017

¿Quién se quedó con el desierto? Las familias “bien” de la Argentina


“Lejos de asegurar tierra a sus protagonistas criollos y gauchos estableciendo una distribución justa y adecuada de la misma, pasará a manos de agiotistas, acaparadores, viejos y nuevos latifundistas que acrecentarán su poderío político y económico y les asegurarán el connubio de intereses externos”. Por Gabriel O. Turone. Tras la sangrienta “Conquista del Desierto” fue tal el escándalo por el vergonzoso reparto de tierras en favor de un grupo reducido de especuladores, que hasta los militares protestaron por el atropello. Manuel Prado, que participó en la campaña con el grado de comandante incorporado a la columna de Villegas, escribió: “los soldados habían conquistado veinte mil leguas de territorio. Y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió, sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo. Al verse después, en muchos casos, despilfarrada la tierra pública, marchanteada en concesiones fabulosas de treinta y más leguas, al ver la garra de favoritos audaces clavadas hasta las entrañas del país, y al ver cómo la codicia les dilataba las fauces, y les provocaba babeos innobles de lujurioso apetito, daban ganas de maldecir la gloriosa conquista, lamentando que todo aquel desierto no se hallase aún en manos de Reuque o Sayhueque. Pero así es el mundo, los tontos amasan la torta y los vivos se la comen”. En la imagen, mujer Aónikenk pintada magistralmente por el artista Diego Greco Moreyra. Propietarios beneficiados con la conquista del desierto En el trabajo titulado ¿Quién se quedó con el desierto? (1979), Silvia Cristina Mallo da un pormenorizado detalle de las familias y particulares que más se han beneficiado al término de la Campaña al Desierto emprendida por el Ministro de Guerra, teniente general Julio Argentino Roca (1878-1885). Vamos a ver el nombre de un ex presidente de la Nación (Victorino de la Plaza), de un hermano de Roca (Rudecindo Roca), del padre del aviador Jorge Newbery (Rafael Newbery), de un acérrimo unitario (Salvador del Carril) y el padre del ex presidente radical Marcelo T. de Alvear (Torcuato de Alvear), por nombrar algunos. La mayoría, casi de modo excluyente, se distinguía por ser amigo del general Roca. Veremos en números y cifras, la culminación de una empresa que terminó robusteciendo las riquezas terrenales de unas pocas familias oligárquicas y de raigambre militar, varios de cuyos integrantes han promovido una política agropecuaria liberal y de espaldas a los intereses nacionales, tal los dictámenes de la división internacional del trabajo regido desde su epicentro inglés. No se pone aquí en duda la acción llevada a cabo contra las tribus maloneras que atormentaban los mojones fronterizos y sus economías, sino, más bien, la terminación que tuvo la misma. El elemento criollo, en esta etapa de la vida argentina, fue empleado para beneficiar a los que a continuación enlistamos, pues, luego de transcurridos los hechos de sangre y fuego, en los que puso lo mejor de sí, el gauchaje mal pago vuelve a su morada y se halla con que nada le había quedado ya. Jorge Oscar Sulé, citando al Comandante Prado, va a indicar este cuadro paupérrimo vivido por los paisanos de los fortines y comandancias: “Cuando nos manden a la basura por inútiles, iremos todos ladrando de pobres, sin pan para los cachorros mientras ellos (los proveedores aventureros) serán ricos y panzones, cebados con sangre de milicos, dueños sin que les cueste un medio, de todas estas tierras que dejamos jalonadas con huesos de nuestras osamentas”. Vicente Quesada recordará una frase de Julio Argentino Roca a poco de andar su primera presidencia: “El capital inglés es el mito del progreso”, y vaya si se lo ha llamado a los proveedores de Albión para sacar los provechos ganados a través del pobre gaucho de nuestros fortines. Indudable fue –y queda demostrado-, que la incorporación de tanta tierra se llevó a cabo en un proceso harto desigual. Prado anota en La Guerra al Malón, que gauchos y milicada “Habían conquistado veinte mil leguas[1] de territorio y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron –siquiera en la estercolera del hospital- rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo”. Aquí transcurre buena parte del drama del Martín Fierro de José Hernández. Aquí comienza a gestarse el matrerismo y la domesticación de nuestro ser nacional por excelencia, y de no ser por el manifiesto de la obra martinfierrista, pocos sectores de la vida nacional acusaban esta penosa realidad. Algunos periódicos argentinos de entonces sí se hicieron eco de la situación, por lo que seguían “reclamando por la desenfrenada fiebre de tierras y por la especulación que ello entrañaba, fraude y más fraude”, anota la revisionista Cristina Minutolo de Orsi, para quien, no obstante, hay que saber diferenciar la buena intención de Roca al momento de asumir como presidente en 1880, en tanto que el teniente general, mal o bien, tiene por eje principal “la grandeza de la nación”. A su vez, la premisa se sostiene por el intelecto y la creación de sus hombres ministeriales y por “la fiebre creadora que a todos (ellos) animó” Antes de pasar al infame listado de los que se enriquecieron tras la empresa roquista, Sulé agrega que “lejos de asegurar tierra a sus protagonistas criollos y gauchos estableciendo una distribución justa y adecuada de la misma, pasará a manos de agiotistas, acaparadores, viejos y nuevos latifundistas que acrecentarán su poderío político y económico y les asegurarán el connubio de intereses externos”. Punto entonces: PROPIETARIOS DE MÁS DE 30.000 HAS. Martínez, Carlos 250.000 hectáreas Unzué, Saturnino 250.000 Ugarte, Marcelino 177.500 Penco, Juan 145.000 Poviña, Luis 135.000 Del Carril, Salvador 130.000 Drysdale, Tomás 122.500 Cambaceres, Antonino 120.000 Armstrong de Elortondo 102.500 Bares, Juan 102.500 Fontán, Felipe 102.500 Mattaldi, Eugenio 102.500 Alvear, Diego de 97.500 Alvear, Torcuato 97.500 Drysdale, José 95.000 Pradere, Francisco 95.000 Drysdale, Juan 90.000 Casbas, Juan 87.500 Tornquist, Ernesto 82.550 Naveyra, Manuel 80.000 Piñeyro, Francisco 80.000 De la Torre, Ambrosio 80.000 Alston, Juan 75.000 Castex, Eduardo 67.500 Mezquita, Marcelino 67.500 Leloir, Alejandro 62.500 Belastegui, Melchor 60.000 Berraondo, Martín 60.000 Cañas, Juan 60.000 Duggan, Tomás 60.000 Humphreys, Federico 60.000 López, Ramón 55.000 Nazarre, Pedro 55.000 Read, Jorge 55.000 Bemberg, Otto 50.000 Casbas, Miguel 50.000 Parera, Faustino 50.000 Quintana, Bruno 50.000 Real, Jacinto 50.000 Corbett, Jorge 47.500 Pico, Pedro 47.500 De la Plaza, Victorino 47.500 Serantes, Teodoro 47.500 Greene, Juan B. 45.000 Ham, Santiago 42.500 Roca, Rudecindo 42.500 Costa Argibel, Andrés 40.000 López, Cecilio 40.000 Molina, Agustín 40.000 Newbery, Rodolfo 40.000 Paats, Guillermo 40.000 Quintans, Francisco 40.000 Scaravelli, Aníbal 40.000 Bourde, Alfonso 40.000 Bourde, Juan 40.000 González Cháves, A. 37.500 Ricketts, Jacobo 37.500 Bustos, José 35.000 Fernández, Alberto 35.000 Zaldarriaga 35.000 Bianchi, Sebastián 32.500 Durañona, Mateo 32.500 FAMILIAS CON MÁS DE 30.000 HAS. Shaw, Juan é hijos 147.500 hectáreas Chas, Tomás y Joaquín 60.000 Devoto, Antonio y Bartolomé 60.000 Guerrero y señora 55.000 Pradere Hnos. 52.500 Quintana Hnos. 40.000 COPROPIETARIOS CON MÁS DE 30.000 HAS. Cassey E. y Moss, J. 270.000 hectáreas Belloq y Larramendi 60.000 Grigg y E. Mullhall 55.000 Paso, Demaría y Rosa 55.000 Lartigue y Pla 47.500 Herrera y Balcarce 40.000 Fernández y Poblet 35.000 COMPAÑÍAS Luro, Santiago y Cía. 100.000 hectáreas Mallman y Cía. 65.000 Bibliografía: – Mallo, Silvia Cristina. “¿Quién se quedó con el Desierto?”, Revista “Todo es Historia”, Mayo 1979, Nº 144, Año XII. – Sulé, Jorge Oscar. “Los Heterodoxos del ‘80”, Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” de General San Martín, Villa Maipú, Prov. de Buenos Aires, 2008. – Triana, Alberto J. (Padre Aníbal Röttjer). “Historia de los Hermanos Tres Puntos”, Segunda Edición, Buenos Aires, 1958. Fuente: http://www.contrainfo.com/25334/quien-se-quedo-con-el-desierto-las-familias-bien-de-la-argentina/

No hay comentarios:

Publicar un comentario