jueves, 26 de octubre de 2017

La conciencia de clase


La conciencia de clase social es un asunto más viejo que Mirta Legrand. Y sin embargo está a la orden del día y no porque sea generalizada, sino por todo lo contrario. Nos hemos cansado de ver hoy gente festejando el triunfo electoral del neoliberalismo asesino y ladrón. Veíamos crotos, zaparrastrosos, pedidores de fiado en boliche ajeno, laburantes por lo mínimo, jubilados sin medicamento y “señoras” que no tienen donde caerse muertas. Todos muertos de hambre como nosotros y todos celebrando que “no vuelven más” los que habían elevado el nivel de vida de las clases populares en general. Más allá de la boludez implícita en “no vuelven más”, puesto que no nos hemos ido ni nos iremos a ninguna parte, aquí hay un problema grave de ausencia de conciencia de clase social. En una palabra, en este país hay un montón de gente que no tiene la más puta idea del lugar que ocupa realmente en la sociedad, que es una sociedad de clases bien definidas. Gente que vota y celebra un gobierno que por único objetivo tiene la destrucción de ellos mismos. ¿Qué pasa? Los han envenenado con un odio de clase que no les pertenece por lógica. Cuando el rico odia al pobre —cosa que siempre ocurre— eso es odio de clase. Pero cuando el pobre odia al pobre, entonces es un caso de auto-odio clásico. Y el pobre que odia no se convierte en rico porque se auto-odia: se convierte en carne de cañón contra sí mismo. Si permitimos que los dominantes sigan manipulando a los subalternos con el mensaje constante y brutal de sus medios de difusión, nos vamos a terminar destruyendo entre nosotros, dejando el mundo de regalo a unos pocos centenares de familias que ya son dueñas de casi todo. Debemos destruir ya la propiedad privada de los medios y ponerlos al servicio de los pueblos. Es inútil tratar de abrirles los ojos a individuos que están expuestos las 24 horas del día a la colonización pedagógica. A cada explicación nuestra contestarán que “no vuelven más”, que “hay que dejar gobernar” y que “vivíamos demasiado bien”. Si no cerramos la canilla de la cloaca mediática, la cantidad de pobres de derecha no va a disminuir, solo va a aumentar.

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