lunes, 3 de abril de 2017

ES CIERTO, “CAMBIEMOS” ES EL RETORNO A LA DICTADURA


Tras volver a rever magistrales films como “La República Perdida”, apelando otras veces a la virtud de los memoriosos, no caben dudas la Argentina se encuentra atravesando la continuación del peor período de su historia política, social y económica, el cual fue el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”. Con ese “constructivo” nombre que auguraba entre los incautos un ordenamiento imaginario frente al vacío real existente, hoy como ayer se promueve el “acomodamiento” de la “filial Argentina” a los intereses de las élites, en asocio a multinacionales extranjeras, con la venia y acatando directivas de Estados Unidos. Sin caer en el discurso reiterativo, se trata de ahondar en meras bases o puntos de partida para sustentar una comparación vergonzante, empezando por resaltar los “méritos” de este verdadero atropello neocolonial padecido por los argentinos. Debido al contexto actual histórico, el gobierno de Mauricio Macri no se dejó tentar con la posibilidad de desapariciones forzadas, grupos de tareas, ni tumbas N.N., las mayores calamidades de la antigua Junta Militar junto a la Guerra de las Malvinas y el descalabro económico. La nueva concepción de este modelo represivo en aparente democracia es la fuerte persecución, el hostigamiento a las fuerzas políticas, sociales o ciudadanas que se le oponen de manera tenaz. El régimen excluyente se conformó con encarcelar a una de las figuras emblemáticas en materia de conciencia nacional y lucha popular: Milagro Sala. La dirigente de “Túpac Amaru”, es el ejemplo de empoderamiento de clase, liderazgo, conducción, activismo en favor de los más sensibles. Para consumarlo, fue necesario el escenario de una provincia feudal al estilo de Jujuy, un gobernador “constitucionalista de la boca para afuera” como el radical golpista Gerardo Morales y el oligarca, Juan Manuel Uturbey, “peronista de circunstancia aunque “traidor serial” al movimiento, quien debería estar pugnando por su liberación inmediata. La acción represiva no es ya durante las sombras de la noche, sino a plena luz del día, con policías que golpean vendedores ambulantes, esposan niños, requisan jóvenes y molestan en especial a ciudadano pobres, para facilitarle a “los de arriba poder hacer cuanto se les venga en gana con el país. Víctima de una censura no vista desde los tiempos del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, la prensa tampoco escapa a la defenestración de defensores de derechos humanos, señalar actores “no adeptos”, dirigentes “no negociables”, empleando serviles apólogos de la dictadura militar, desde figuras públicas hasta maestros de escuela ignotos. En suma, contra lo incompatible al proceso de reorganización nacional excluyente, retrógrado, autoritario, impuesto por Macri a nombre de un cambio nefasto que es necesario cercenar de cuajo lo antes posible. No hace falta un gobierno de las tres armas para oprimir la Argentina. Basta tener el presidente farsante necesario, tan blindado por el periodismo como sus acólitos. Un detalle. La culpa no es ahora de los trasnochados de antaño, de Macri o su séquito apátrida. Para responsables, los cómplices del común de llevarlo al gobierno, su empecinada defensa de lo insostenible, quienes pagarán las consecuencias de un sufrimiento merecido y “cargaran con el muerto” de justificarlo, como lo hicieron con el golpe de estado genocida de 1976. Escribe: CARLOS ALBERTO RICCHETTI (DNI: 20.573.717)

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