martes, 26 de julio de 2016

La mística revolucionaria del peronismo


por Daniel Di Giacinti “…Yo entendí enseguida, qué era realmente Evita. Era puro amor por el pueblo. Era una maravilla. Una muñeca de belleza, acompañada de una tremenda fe. Esa fe, estaba depositada en su amor al pueblo y en su amor por mí. Por que en mí, veía ella la encarnación de ese amor popular. Porque fue eso. Fue amor lo que nos unió al pueblo, a Eva y a mí… ….Hizo de su vida lo que quiso el pueblo. Hizo una entrega total y absoluta. Tanto fue así que le costó la vida. Ella se fue en su momento. Yo me iré en el mío. Pero lo que hicimos no se puede destruir con la muerte. Cada uno de los tres, el Pueblo Eva y Yo, en el otro que subsista, vivirá, y el pueblo será quien nos sobrevivirá. “ Juan Domingo Perón ¿Cual sería la mística revolucionaria del peronismo? Seguramente se basaría en la acción de resolver la injusticia social que el capitalismo individualista y explotador había instrumentado. Pero hay muchas formas de resolver una injusticia. Muchas veces somos caritativos con las personas a las cuales le faltan las cosas que a nosotros nos sobran. Ser caritativo es sin duda una buena acción, una especie de peldaño en el camino hacia la bondad. También encontramos personas que tienen una actitud de servicio hacia los demás, como médicos, asistentes sociales, religiosos, enfermeras, maestras, bomberos, etc. En esta acción vemos, por ejemplo, los actos cotidianos y heroicos de miles de personas anónimas que con su actitud de servicio fueron la contención social, en la última grave crisis de nuestro país en el año 2001. Basta mirar la vida de las maestras de escuelas rurales y de barrios pobres, que terminaron no solamente enseñando, sino dando de comer, a veces limpiando, curando y brindando simplemente amor a miles de chicos desamparados. O las enfermeras de los hospitales públicos que con magros sueldos y sin nada de insumos, tuvieron que afrontar una masa de gente desesperada y sin recursos. Podríamos decir que en la Vocación de Servicio encontramos otro peldaño ascendente en ese camino hacia la bondad humana. Pero hay algo superior a la Caridad y la Vocación de Servicio y eso es la Solidaridad. Ser solidario con el que lo necesita es básicamente reconocer en el otro a su hermano, a un igual. Ser solidario significa abrazar a ese hermano en desgracia, ayudarlo, comprenderlo y consolarlo en un momento difícil. Ser solidario es unificar la esperanza: la del que asistimos, con la nuestra, una especie de estar todos en el mismo barco y si nos hundimos, pues nos hundiremos todos. La solidaridad nos une con los que menos tienen en un compromiso. Este compromiso no es sencillo de resolver, es asumir la desigualdad como un hecho circunstancial y remediable; por eso hablamos de igualarnos en la esperanza de derrotar esa injusticia. Este valor alcanza su máxima expresión en la actitud cristiana de ser en el otro que encuentra en la vida de Cristo su máximo ejemplo. Llevar este sentimiento a una cultura política fue el camino que eligió el peronismo para encontrar su mística revolucionaria. Como en toda revolución, en el devenir histórico de sus propias transformaciones, esa mística encontraría su propia síntesis. La revolución americana, por ejemplo, que levantaba la mística del hombre héroe, el individuo que resumía en sí mismo al sacerdote y al juez, desarrollaría su ícono en el sheriff, o el superhéroe, que su cultura inmortalizaría desde sus series, películas y comics. La mística justicialista encontraría también su síntesis, su ícono. No sería un superhéroe, ni tendría poderes sobrenaturales, adquiriría la forma de una frágil mujer, de ojos brillantes y enérgica voz. El pueblo la llamaría cariñosamente: Evita. Desde su Fundación derramaría su acción solidaria entre todos los que la necesitaban, ella sería el abrazo con los que menos tenían. Ella sería el barco donde los naúfragos de la argentina colonial subirían, a recuperar su dignidad perdida. El amor incondicional de su pueblo y el odio de los egoístas y oligarcas la transformarían en un símbolo. Hoy en la Argentina, la solidaridad social está inmersa como un valor inamovible de su Pueblo. Es un legado de Eva Perón y de la revolución justicialista.

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