domingo, 23 de enero de 2022

Robarle las elecciones a Petro no es una opción, sino la certeza de vivir en una dictadura

Escribe: CARLOS ALBERTO RICCHETTI Un tufillo a tiranía consensuada desde algunos sectores recalcitrantes de la política colombiana, parecieran querer justificar el virtual despojo del triunfo en las próximas elecciones del candidato del Pacto Histórico, Gustavo Francisco Petro Urrego. No se trata suposiciones, de generar rumores carentes de toda justificación que puedan pretender manipular a la opinión pública en contra o a favor. Al actual desgobierno, al parecer inconforme con decretar una ley de seguridad ciudadana para dar vía libre a la represión de la protesta social, dichas medidas le resultan insuficiente. Lo mismo, dividir a la oposición a través de hombres suyos como Jorge Enrique Robledo, Claudia López, Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Rodolfo Hernández, por citar algunos pintorescos nombres pudiendo parecer alternativos, a pesar de haber dejado en evidencia su voluntad de continuismo. Pero la falsa democracia colombiana, donde se hace la voluntad de una minoría encriptada en el poder, se mantiene a la mayor parte de la ciudadanía carente en la práctica de derechos inalienables básicos abarcando desde el de la vida hasta más cualitativos, ni siquiera estaría dispuesta a admitir el veredicto de la voluntad popular, aunque la sabotee con todo su poder después. Rumores agotados Agotados los absurdos rumores del advenimiento del “castrochavismo” con la llegada al poder del aspirante de la Colombia Humana, de la instalación de un “guerrillero” en la Casa de Nariño como si al país lo hubieran gobernado santos, a excepción del apellido del antecesor al retorno del uribismo, “el vale todo” podría volver a recobrar fuerza inusitada. A la hora de seguir robando, entregando, despojando, haciendo negociados, la suma de expresiones descabelladas, de argumentos con sabor a “mamadera de gallo” destinados a los ignorantes políticos se agotaron. El fruto de “valores” neoliberales al estilo del de la “iniciativa individual”, el “egoísmo acaparador”, el “afán de enriquecimiento así sea ilícito”, les “pasó factura”, volviéndoseles en contra. A la madurez cívica de los jóvenes en desarrollo, se debe agregar su deseo de salir a recuperar la Colombia que abuelos o padres permitieron les arrebataron. Antes, frente a la falta de futuro, de oportunidades, decidían migrar, pero ahora una parte muy importante, aunque todavía no salga a votar de forma masiva, también elige salir a marchar, a reclamar cuanto le corresponde dentro en lugar de buscarlo fuera. El trasbasamiento generacional hace el resto. Mientras la vieja camada sometida, resignada, con huellas de la antigua violencia política y temerosa de los cambios por muy liberal que pueda llegar a considerarse está en reducción, la sustituye otra de sangre nueva, harta del descrédito, exigiendo espacios propios. No son los años sesenta de la utopía, de la “paz y amor”, del “flower power”, del romanticismo ideológico, de los adalides populares. Los jóvenes están hartos del conflicto armado interno. En vez de procurar construir el Paraíso donde es imposible, desean ganarse con el sudor de la frente la vivienda, poder tener salud, educación pública no gratis, sino a cambio de los impuestos pagados al Estado, tiempo para disfrutar de bienes materiales, espirituales o desarrollarse. El pretexto generado desde el poder de turno para impedir el proceso indetenible, el cual fatalmente se encuentra destinado a ocurrir, implica volver a la “cantaleta” de siempre ¿Quién en sus cabales podría pensar en cierto giro a la izquierda del modelo, sin una fuerza armada nacional de tendencia bolivariana capaz de defenderlo por medio de la fuerza? ¿Alguien augura que, de llegar al poder, en el marco de una economía feudal como la colombiana, de llegar al poder Gustavo Petro decretaría de la noche a la mañana la nacionalización de la banca, del comercio exterior, una reforma agraria agresiva, no pagar la deuda externa o cualquier reforma de semejante índole? Sin lugar a dudas, duraría menos que Carlitos Gardel en el avión del fatal accidente de Medellín. Necesidad Las propuestas de Gustavo Petro están muy lejos de ser una alternativa de la izquierda clásica. La existencia de similitudes no hace iguales a todos los países de la tierra. Por ende, la política es el arte de lo posible e hija del contexto actual. El desafío será enfilar el país rumbo a un modelo de desarrollo económico capitalista para salir del esquema feudal, permitiendo la creación de empresas competitivas, el crecimiento de las existentes y como si ello fuera poco, hacer énfasis en las enormes demandas sociales para seducir a los inversionistas, dando el primer paso a una modernización capaz de direccionar a Colombia hacia donde más le convenga. Sin embargo, a fin de frustrar dicho proceso político y socio económico natural, llamado a sustituir el actual por encontrarse completamente agotado, los enemigos del progreso, de la paz, del cambio, que hacen de la miseria o el subdesarrollo su ganancia, aunque no lo pueden impedir por ley natural si se encuentran dispuestos al menos a retrasarlo. Algunos medios alternativos informan que el presidente, Iván Duque, habría “tranquilizado” a los partidarios del no cambio en el país anunciándoles de antemano impedir la llegada de Gustavo Petro al Gobierno Nacional. De igual modo, carentes de cualquier clase de vergüenza política o de ética democrática los partidarios no sólo del uribismo u otras fuerzas políticas afines, afirman orgullosos idénticas intenciones. ¿Tendrán razones para gustarles más el paramilitarismo, el narcotráfico, mientras se “rasgan las vestiduras” señalando de izquierdistas a los que “no le comen cuento” a la peor administración de la historia? ¿Será porque no están dispuestos a permitir la llegada de un guerrillero así sea desmovilizado hace años? En ese sentido, el propio Centro Democrático cuenta con una “verdadera colección” de hombres procedentes del M19, del EPL, además de ex integrantes de las desaparecidas FARC trabajando para ese partido de extrema derecha, a cambio de “limpiarles el prontuario”. La única verdad es la realidad, la cual es a su vez hija del tiempo y derivada no del dicho ni la promesa, sino del hecho contundente, demostrable. ¡A ver si se dejan de botar tanta corriente! ¡Basta de tomar a la gente por idiota! ¡Esa punta de mentiras las descreyeron siempre hasta los encargados de haberlas inventado! El común de la ciudadanía ya las comprende, despertó, se da cuenta, identifica la naturaleza malintencionada de los empeñados en repetirlas como pobres loritos muertos de hambre, de frío, “haciéndole el favor” al dueño de la jaula manteniéndolos a la intemperie. ¡Qué están esperando para volverse serios! ¡El propósito de la clase dirigente, desde el Presidente de la República hasta el último mandadero de turno, es no permitir la llegada al Gobierno de Juan Pérez, Zutano, Mengano o Gustavo Petro, mientras sepa que son los únicos en dar al traste con el actual régimen: un sicariato narco paramilitar corrupto, estafador, ladrón e inepto, el cual sin necesidad de volver al país “Venezuela”, lo transformó en el cuarto de mayor desigualdad en el mundo con la anuencia de quienes avivan “el fantasma de un comunismo” inaplicable, a fin de seguir viviendo como auténticos vagos populistas, a expensas del esfuerzo de la inmensa mayoría. Equivocado, acertado, para bien o mal, que gane el aspirante con más votos y no, otro impostor irresponsable, déspota e inútil, elegido a través del fraude en beneficio de una pequeña cofradía de bandidos al frente de las masas mendicantes, a la espera de las migajas del suculento banquete al amparo de la horrible noche perpetua.

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