lunes, 10 de enero de 2022

Uribe; ¿una dinastía faraónica en Colombia? Por Carlos Alberto Ricchetti

Si cuando el nombre de Tomás Uribe surgió como posible recambio vicepresidencial, frente a la eventual salida de Marta Lucía Ramírez para aspirar a un cargo de elección pública, los rumores de su candidatura presidencial directamente causaron escozor. Sobre todo, ahora que reconocidas figuras públicas como el periodista de fútbol, Carlos Antonio Vélez o el actor, Jorge Cárdenas, amenazan los espacios obtenidos a fuerza de obsecuencia y lambonería. En caso de concretarse; ¿Cómo reaccionarían verdaderas “sacerdotisas” del Centro Democrático de la talla de Paloma Valencia –con aspiraciones presidenciales- María Fernanda Cabal, el representante a la Cámara, Gabriel Vallejo, éste bajo “amenaza” de perder la curul, entre otros? No todo es “billete”, ni se puede comprar así. Cambiar al “títere” por el “delfín de carne y hueso”, no es visto con simpatía a excepción de los más fieles. Y de perder el poder aún a manos de un gobierno continuista, muchos “pura sangre” podrían acabar recorriendo los tribunales del país entero, aunque algunos prefieran hacer maletas para evitar la cárcel. Sonrisas borradas Se habla de la complacencia oficialista frente a la izquierda sin juntarse; Jorge Robledo -eterno disociador si lo hay- ponerse “verde”, sentándose a tratar una coalición con ex uribistas o viejos santistas. Lo cierto, es que reír de último, es hacerlo mejor Mientras Iván Duque hace aguas, habla de lunes a viernes antes del Himno de la tarde, la lucha al interior del Centro Democrático es tan evidente como el retorno al conflicto armado interno. Es tal la bancarrota económica, el endeudamiento, la miseria, el desempleo, el sistema de salud en ruinas, el asesinato de líderes sociales, la “mermelada”, al punto de intentar “lavarse la cara” con personajes carentes de talento político. En algo pueden tener razón: Jorge Cárdenas seguramente está más “papacito” que José Obdulio Gaviria y Carlos Antonio Vélez, a pesar de “botar caspa” según muchos, es menos odiado, posee mayor credibilidad a la de Ernesto Macías, dejando de lado la superioridad mental. ¿Final? Ya no le alcanza al Gobierno con el temor de “volverse Venezuela”. Viviendo el día a día –pandemia al margen- se tiene de sobra. Resulta difícil suponer la unidad oficialista en torno al hijo del ex presidente. No por sus implicaciones en presuntos negocios espurios, ser incapaz de administrar siquiera un estanco -excepto la fortuna amasada vendiendo manillas “con colaboración de papá”- sino porque nadie sacrificará ambiciones desmedidas, cual hijo obedientes. De pasar a segunda vuelta dos candidatos de centro, derecha o extrema derecha, peor. Con la izquierda saliendo a votar al candidato no uribista, el “efecto zurriaga” estaría garantizado. De “ñapa”, Joe Biden ganó la presidencia. No olvida a quienes les hicieron campaña a Trump. Desea concretar el Proceso de Paz, profundizar la JEP y llegado el caso, tampoco tendrá problemas para que después de 2022, varios de los para entonces ex uribistas, se sienten allí a contar lo sucedido durante el gobierno de Iván Duque a cambio de salvar el pellejo.

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