lunes, 21 de noviembre de 2016

Trump y el malestar de una globalización engañosa a favor de los MEGA RICOS


La globalización en función del Big Bussiness, las multinacionales, y los plutócratas, produjo un doble choque en sectores mayoritarios de la población de los países industriales. Uno económico, por la caída de sus ingresos y nivel de vida, con mengua de sus derechos sociales. Y otro cultural, porque esa caída vino adornada con una exaltación de los derechos individuales a favor de algunas minorías, carentes de costos económicos, pero que confrontan con ideas de extensas capas de la población de base religiosa tradicional. De tal manera en Estados Unidos, se produjo no un voto que eligió al candidato Donald Trump, que supo astutamente explotar ese doble descontento, sino unasublevación contra la globalización, nada menos que en la metrópoli imperial. Trayendo así de vuelta el fantasma de los nacionalismos y la sombra de las guerras mundiales del pasado, acrecentada ahora por la existencia del poder nuclear. Indudablemente que la globalización que comenzó hace miles de años, es el destino del mundo, pero ella no puede hacerse tortuosamente solo a favor de los megarricos, que con ella han multiplicado sus enormes fortunas, a costa del bienestar de los países industriales occidentales. La que también plantea el dilema de cual es el ámbito en que se realiza la democracia. Y además el respeto al otro, debería hacer que nadie sea minoría o mayoría, sea considerado “basura”, como calificó la candidata Hillary Clinton a quienes dieron el triunfo Trump. Por Javier Llorens La Tierra es un globo ubicado en los suburbios del cosmos que da vueltas como un trompo sobre sí mismo a la velocidad supersónica de 1.700 kilómetros por hora, y corre vertiginosa alrededor del Sol a 107 mil kilómetros por hora. A la par que este se desplaza a 83 mil kilómetros por hora hacia los confines del universo. A esas velocidades extremas la existencia de vida sobre ella, pende del azar de que otro objeto celeste no se cruce en su camino, como el que habría originado la Luna e inclinado su eje, dando lugar así las estaciones del año, o el que produjo la extinción de los dinosaurios. Lo que revela la precariedad de la vida y la especie humana, que además solo es posible en un limitado rango de temperaturas de 70 grados (-25 a 45º C) cuando las diferencias en el Cosmos son de millones de grados. Lo cual es posibilitado en la Tierra por algo tan etéreo e inasible como la atmosfera. Esto pone en evidencia también la insignificancia de quienes integran la especie humana, con una expectativa actual de vida que no llega a los cien años. Dado que la historia escrita de la humanidad a lo largo de 5.000 años, representa solo 0,3 décimas de segundo en el día de 24 hs del Cosmos. O sea la duración de un flash. Y en consecuencia la vida de un humano en el mejor de los casos, no llega a ser ni media milésima de segundo en el día del Universo. O sea un destello imperceptible para el ojo humano. La globalización de la humanidad sobre esta pelota llamada Tierra, comenzó cuando el homo sapiens originado en Africa, se empeñó curiosamente en ver que había detrás del horizonte, y así se hizo nómade y pobló pacientemente el mundo a lo largo de milenios, y fue cambiando de color de piel y cabellos por el clima, y mutando sus lenguajes. Al mismo tiempo que adquiría destrezas, culturas, y conocimientos cada vez más complejos hasta desentrañar el funcionamiento del Universo y su inmensidad. Hasta plantearse incluso la existencia de pluriversos, simultáneos o sucesivos, a través de infinitas expansiones y contracciones del mismo, mediante el Big Bang y el Big Crunch. Confirmando no obstante hasta ahora, que el humano se encuentra absolutamente solo en él, sin saber a ciencia cierta su destino, lo que lo llena de angustia y ansiedad. Ante lo cual durante milenios las civilizaciones desarrollaron distintas cosmovisiones, llamadas muchas de ellas religiones, tratando de explicar el porqué de este misterio. Además con su incesante accionar, la humanidad modificó la tenue atmosfera que rodea la tierra, alterando el delicado equilibrio en el que se desenvuelve la vida en el globo, aumentando así sus incertidumbres. Lo cual llevó últimamente a la revalorización de cosmovisiones primitivas, afines al panteísmo, antes despreciadas por bárbaras, por su sagrado respeto a la naturaleza y la vida. Posteriormente el desarrollo de las comunicaciones originó otras olas globalizadoras forzadas, de hombres, con el tráfico de esclavos, y de mercancías, impulsadas por el afán de conquista y la codicia del hombre, ejercidas a través de las naciones. Y así sucedieron las guerras mundiales, la primera de ellas entre Francia e Inglaterra, en el siglo XIX durante la primera revolución industrial, que dio a Inglaterra la hegemonía mundial. Luego a principios del siglo XX vino la segunda guerra mundial, entre Inglaterra y Alemania, que disputaba la hegemonía a Inglaterra, que descalabró al mundo con la aparición del capitalismo colectivista, en oposición al capitalismo privatista. En consecuencia hacia mediados del siglo vino la tercera guerra mundial, planeada con el objeto de ordenar ese descalabro, y acometida demencialmente en forma total. La que lo único que hizo fue confirmarlo, ante la aparición del “arma maravillosa” de la energía nuclear. Dejando como zaga, ante la segura destrucción mutua, la Guerra Fria entre el capitalismo privatista y el colectivista. Que duró hasta el agotamiento y derrumbe hacia fines de siglo de la Unión Soviética, por efecto del arma financiera de los petrodólares, diseñada por Estados Unidos e Inglaterra para abatirla. El malestar económico Así quedó establecida la hegemonía mundial de Estados Unidos, con un capitalismo a secas, pero en un mundo en que las empresas nacionales habían sido reemplazadas por las multinacionales, y en donde las mega finanzas imperan. Coincidente con un nuevo avance en las comunicaciones que logró la instantaneidad de ellas. Y con la heterodoxa y poderosa irrupción de China, que considero que su ventaja competitiva era su enorme disponibilidad de mano de obra educada y semi cautiva, y se la ofreció al mundo capitalista privatista. Produciéndose así el ensamble como hermanos siameses, entre el capitalismo supuestamente colectivista y el privatista, en función del Big Business privatista, que mejoró el bienestar de los países asiáticos. Se puso así en marcha una gran ola globalizadora pos moderna, en función del Big Business multinacional y los intereses de los mega ricos. Que olvidando enteramente los nacionalismos, para maximizar sus rentas y ganancias, procuraron explotar a fondo las ventajas competitivas de los países del mundo, incluyendo los recursos humanos disponibles en ellos. Apelando también a la inteligencia artificial y la robotización, para reducir los costos del factor humano. Un claro ejemplo de ella es la mundialización y robotización de la industria automotriz, con autos de fabricación multinacional como consecuencia del masivo intercambio de autopartes entre filiales y empresas vinculadas, radicadas en múltiples países. Cuyo tráfico hace imposible saber cuánto es costo y cuanto es ganancia, y adónde va a parar esta, y han sumido en la ruina lo que antes eran emporios de esa industria. La que en su afán de lucro, ha apelado además a grandes engaños en cuanto a la seguridad de los vehículos que ofrece, y la contaminación que provocan.

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